Del que no se da recuperado del todo I (diario)

Todavía no he sido capaz de superar a mi ex. Esta triste realidad no se asemeja a la locura que había sentido años atrás cuando no era capaz de superar a anteriores mujeres. Ni tampoco a la locura de nuestra relación por violenta. Así acabé cortando con ella apaleado y aterrorizado por si la policía o la psiquiatría acababan mediando entre nosotros. Una noche cinco agentes entraron en nuestra casa sospechando que yo la agredía. Se fueron ya que no hubo denuncia.
En cualquier caso, ella tenía cosas buenas y a mí me agradaba ser amado. Disfrutaba follando con ella. Pero no compensa. Durante aquellos meses engordé más de diez kilos y vivía esclavizado. Es sorprendente la violencia que puedo llegar a aguantar a cambio de sexo. Ni siquiera era un sexo muy tierno y maduro. Más bien obsesivo y adictivo. Que es lo mejor que he llegado a experimentar.
Mi familia y mis amigos coinciden en que hice muy bien rompiendo con ella. Incluso la policía llegó a recomendármelo aquella noche. También lo hizo mi terapeuta. Aunque una parte de mí continúa enganchando. Esperanzado de que la cosa funcione aunque sea a través de que ella tenga un buen final con su actual pareja. Demostrando pues que sí era capaz de vivir un amor maduro, aunque no conmigo. O por el contrario que fracasen para reforzar todavía más la idea de que hice muy bien dejándola. Sería terrible que al final el problema resultase que no soy capaz de tener pareja. Y más terrible todavía no llegar a comprender la causa de mi carencia. Talvez más terrible que la idea de una vida solitaria. No se está tan mal solo. Sobre todo porque vivimos en la época de la pornografía y a mí siempre me gustaron las manualidades.

II

En realidad la sigo queriendo. Como un niño sin mamá. La quiero desde mi desesperación por no seguir existiendo para nadie. Recuerdo cuando me besaba la frente y aquel día que se pasó una hora a mi lado mojándome la frente cuando yo tenía tanta fiebre. Era más miedo que fiebre en realidad.
Discutíamos y gritábamos, lo que me dejaba exhausto y muchas veces a ella llorando, pero yo era un niño y no sabía que hacer. A día de hoy tampoco sé que hacer. En aquellos días, intentaba obviarla pero cuando me cansaba y volvía a dirigirle la palabra me frustraba que fuera ella entonces la que estaba entretenida con sus libros o su ordenador. Hablo de mi madre por su puesto no de mi ex.
Me pregunto si mamá me hubiese dejado habitar su casa o si me hubiera mandado al carajo. También me pregunto que motivos le hicieron ser mamá. Pero ella de alguna manera me quería, igual que a sus hermanos. Era una persona extraña porque quitando su fuerte carácter y su tendencia a gritarme y luego desaparecer trabajó bastante hacia los demás y me mimaba en otras ocasiones. Aunque sus caricias eran como de mala. Mi madre era la mala de la casa. Ella se quejaba de serlo pero ahora sé que en parte le gustaba ser la mala. Lo sé porque yo también he heredado esa filia. Es comprensible. Nadie jode al malo, ¿no creen?.