Delirios I de V

I
Silente, cansina mirada marchita, de un azul terso, frio recorrido espera,
entre suspiros trémulos, de la tierra, mientras la humanidad ríe, ebria, estúpida,
quiebro el silencio de la noche, al hueco de un árbol musitando,
la cara empalidecida, sudorosa la frente nacarada: ¿cómo podre eclipsarme por completo?

Fulgura, entre campos áridos, divaga entre negruras, alimentándose de ecos, sombras de sueños
de soñadores, ¡tantas mañanas derramadas al pie de mi claraboya!, y tiemblo,
aspiro su cálido aroma, recuerdos de viejos desenfrenados y hastiados cielos,
mi pecho lleno de miedo sin creer en un dios, ni saber ningún prece, sin embargo balbuceo

frasecillas incoherentes, mi oído en su pecho, oí el pulsar de ese ciego, calmo y lento morir,
donde tañidos debería oír, solo resonaba un húmedo y verde lamento
causa de esta sensación disipada, y de mis ojos rojos: ¡me zahirió, y la zaherí¡
verde de extraña fascinación, mis labios de tu veneno, están sedientos.

Mientras lisonjea mi pelo, seco mis manos con su llanto, alarga su mano
Extasiado, (es de una brutalidad contrahecha), sobre puentes sin destino,
El claro azul, se desvanece en el rincón, donde esperan escapar de su ergástula
Y yo los añoro también, clavándome en el mullido sitial.

 

Intenso paseo por tus rincones de la consciencia/inconsciencia, pleno y bien y resuelto.


Salud.