1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Desde el exilio (parte 6)

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Khar Asbeel, 4 de Mayo de 2019. Respuestas: 0 | Visitas: 269

  1. Khar Asbeel

    Khar Asbeel Poeta fiel al portal

    Se incorporó:
    17 de Julio de 2015
    Mensajes:
    846
    Me gusta recibidos:
    1.172
    Género:
    Hombre
    SÁBADO

    Llegue agotado del trabajo, tan cansado que hasta el peso de mi sombra se me hacia intolerable. Como alguna cosa que me sirvió mi madre y, harto del estruendo del salón de eventos, busque con fiebre el refugio del silencio como la misma ansia con que se busca a una amante. Y ahí estaba, terso y solicito, aguardando en mi cuarto: mi oscuro, frio cuarto, la isla del exilio en donde yo me puedo sentir yo mismo, cómodo dentro de mi piel.

    Extendí mi gruesa humanidad sobre los resortes saltones de la cama, sin cambiarme mi uniforme de mesero. Mi energía parecía consumida y el hecho de desatarme los zapatos parecía una misión disparatada. Cerré los ojos, invocando al sueño.

    Nada.

    Los abrí de nuevo. Las sombras permanecían estáticas en mi cuarto, heladas y familiares.

    Amo la oscuridad, la forma en que me arropa, que me acaricia. ¡Es tan femenina! Cuando me encuentro dentro de su reino siento su presencia, su respiración. Me envuelve como un perfume, como un recuerdo muy querido y muy presente. A veces, siento como si sus labios escarchados se posaran en los míos, dejándome inmóvil y gélido, pero al mismo tiempo, infinito e invulnerable, seguro dentro de unas manos inmensas, cósmicas.

    Amo la noche, la oscuridad y el silencio.

    Y la soledad.

    Pero odio dormir.

    Desde pequeño, el hecho de quedar inconsciente, indefenso, con mis sentidos apagados, me causaba pavor. Antes de conocer la verdadera naturaleza de la oscuridad, la llegada de la noche me aterraba y el vivir en una casa que según lo que se rumoreaba en la familia, escondía fantasmas en sus grietas y moho; me causaba una desazón terrible. ¿Quién sabe que cosas se ocultaban bajo la cama? ¿Hay algo acechando en la negrura del patio? ¿Quién hizo ese ruido? ¿Alguien respira mi sueño, respirando fétidamente sobre mi cara en mis horas de candidez? Así que el niño que una vez fui, rebullía inquieto bajo las cobijas, con miedo de que lo que sea que fuera, se materializara frente a él. Miedo ancestral, primitivo, alimentado por una religión obtusa y caduca.

    Y el sueño se convirtió en un visitante no deseado.

    Mientras escribo esto siento como la oscuridad observa sobre mi hombro. Se que le disgusta el tecladeo y el brillo de la pantalla. Pero esta aquí, mas fiel que cualquier mujer, que cualquier amigo. Siento sus manos sobre mis hombre y oigo en mi rincón mas intimo su voz, lejana como una campana de plata en medio del brumoso mar: “Estoy aquí para ti, siempre lo estaré. Y cuando llegue le momento, nos haremos uno tu y yo, dispersos entre la luz muerta de las estrellas y el eco de dioses marchitos . Seremos uno, eternos e ilimitados”.

    Apago la pantalla. En un rincón, la soledad ronronea, seductora. Y yo se que es la oscuridad vestida con otro juego de lencería.

    Al fin de cuentas, realmente no estoy solo.

    [​IMG]
     
    #1

Comparte esta página