Desesperación y necrofilia

Caminaba rumbo a nada, estaba perdida y no podía orientarme porque la perdida estaba en mi alma.
La Luna brillaba más que mi desesperación.
Bajo mis pies corrían unas gotas de sangre, decidí seguir el rastro, hasta que vi a la supuesta víctima o tal vez era el asesino.
Allí tumbado sobre la basta tierra un ser de extremada belleza sostenía un cuchillo.
Yo lo observé fijamente, en ese momento él soltó el cuchillo.
Mi propia curiosidad y la sensación de estar muerta en mi desesperación, me hizo acercarme.
Sus ojos miraban a la Luna, sus cabellos se confundían con el espesor de la tierra.
No podía soportar tener el ahogo de mis ojos tan cerca.
Me acaché y con mi deseo lo besé, fue una sensación extraña, yo sentía mi ardiente deseo, pero, sin embargo él solo me transmitía su frío helado.
No podía rendirme tan fácilmente, seguí besándolo con la intención de encontrar alguna respuesta en su boca de hielo.
Al apoyarme en él, su cuerpo despidió una bocanada de sangre.
En ese momento me levanté y me alejé de ese supuesto ser, había besado un cadáver.
Pero ¿Por qué él no lo hizo? Si yo me creía muerta.
Ahora odiaba la vida que siempre había tenido y no había querido sentir.
Pero, si aún estaba viva, ¿Por qué no estaba viviendo?
Y si estaba muerta, ¿Por qué aún los sentimientos dominaban mi ser?
Me encontraba entre la vida y la muerte, estaba vacía y el vacío siempre estaba tanto en la vida como en la muerte.
Me limpié las manos de sangre y decidí seguir rumbo a la nada.

 

buena por tu prosa truculenta.
abrazo