Despertar.

Antes, cuando ya no tenía más motivo para seguir caminando, me dejé caer sobre la arena del destino. Allí reposé, quieto como una roca… seco como el desierto, algunos viajeros me miraban con desprecio y otros se acostaban a mi lado… pero al final todos seguían su camino, solamente yo, que no tenía ningún motivo para levantarme, permanecía allí, sobre la arena blanca de la vida, con la mirada extraviada, sin pensar, sin existir, sin creer que existiera un camino para mí.

El tiempo pasó sobre mis sueños y se los llevó una ventisca, aquella fue una tormenta terrible… Si me preguntan ¿Por qué ahora he cogido esta vara y avanzo por la vida sin detenerme? Mi respuesta es simple: busco otro lugar para descansar, un oasis o quizá solamente más arena blanca de tranquilidad… ¿y los espejismos?… –una sonrisa –acabo de Salir de uno.

 

Es un relato bello, lírico, don Antonio, de grata lectura. Se le saluda.