Despierta a esos muertos…

Despierta a esos muertos… ¡que apestan!​

Quedarse inmóvil no siempre significa estar muerto; a veces, es la inercia lo que más nos consume. La pasividad puede convertirse en un obstáculo tan dañino que, incluso rodeados de los mejores amigos y familiares, nos transformamos en parásitos de nuestras propias vidas. La sociedad no perdona esta falta de acción, y aunque los seres cercanos pueden tolerarlo por un tiempo, la paciencia tiene límites. Si no aprovechamos las oportunidades para cambiar, el desasociarnos de todo lo que nos rodea se vuelve inevitable. La verdadera reflexión que debemos hacer es sobre cómo salir de esa apatía que nos impide alcanzar nuestro potencial, a menos que nos guste vagar sin rumbo, perdiendo las oportunidades que la vida nos ofrece.


Crédito de la frase: A quien corresponde.


Te invito a disfrutarlo en el formato de video, solo espero que sea de tu agrado, gracias.