Después de las 23,00

Guardo la noche, la miro de frente y escapo de su reflejo empírico, filtro las imágenes me descorro y viro hacia el centro de la escena.

Cuento los minutos como esperando un milagro que no llegará.

El clamor de un entusiasmo y la misma figura se presenta frente a mí.

Será la estrepitosa mueca del destino que estimula mis sentidos, a esquivarlo todo.

Casi sin pensarlo me veo a mi mismo sentado frente al cuadro del río marrón y la isla triste. Como pidiendo a gritos que lo descuelgue del muro.

Doy vueltas por la casa pensando en que pase el tiempo y solo corren unos pocos minutos.

Será precisa esta tortuosa deliberación que reaparece en mí, después de las 23,00.

Ese vacío intenso que me ahoga y a la vez me libera de todo sus temores.

Muto consternado en mis agonías mas extremas y vuelvo a la vieja contractura.

El sillón y sus chirridos me dispersan los pensares y los pellizcos de sus pajares provocan una pseudo combinación de realidades de la crónica de una soledad sórdida.

Emerjo la noche en un pocillo de café, apostando a un oscuro interior, totalizando las paredes de boca amarga.

Por las hendijas de los ventanales se filtran vestigios de fantasmas del pasado.

Sus caras son perennes, sus risas y burlas me eyectan a esos mágicos momentos vividos.

Pero nada hará que regresen.

Es tarde para eso.

El aire húmedo de este oscuro otoño cegará con suerte la mirada de este ardid conspirador de sensaciones.

Solo quedan dos eternas horas hasta que amanezca y solo habrá sido una noche mas.

Otra victoria pírrica.

Otra pagina de mi poesía gótica.

Otro argumento del sigilo.

Una ficha más de este efecto dominó.

En mi galería fantástica.