Dia 69,...Hugo.

El descansar los lunes era la mejor decisión que había tomado en años, uno de cada dos, la sirena de la escuela le hacía las veces de despertador, esa llamada de aviso larga y repetitiva parecía estar celosa de su apacible sueño, y casi con violencia tomaba protagonismo entre los demás ruidos, que acobardados se atenuaban como postrándose ante la molestosa y chillona nota aguda de la bocina escolar, era tan prolongada e incisiva, que en medio, medio dormida medio despierta, le daba tiempo a incluir a la voz de Hugo diciendole,- mamá, papá ya me ha dejado en el cole y luego me recoge la abuela. Entonces se daba media vuelta haciéndose la remolona, y se permitía cinco minutos más de placer, dibujando una leve sonrisa de bienestar en su cara. Poco a poco iba dejando entrar a los sonidos de la mañana, la calle ya despierta empezaba a hablar como de costumbre, para ella demasiado fuerte ese dia, algo ocurria, pero no hizo caso, su rutina no le permitía perder ni un minuto más, Carlos pasaria a por ella en apenas cuarenta y cinco minutos, así que a la de tres dió un brinco de la cama, la estiró, una ducha, el albornoz, el café, las tostadas y un par de galletas oreo, de pronto otro ruido, esta vez el del portero, ¿quien es?, pregunta, -la policia señora, ¿podría abrirme la puerta?, y si su balcón da a la calle, por favor no intente asomarse. Ahora asustada si prestó atención, escuchó a la calle alborotada, oyó pasos y revuelo en el rellano del ascensor, no hizo caso al policía, salió al balcón, y un murmullo de muerte la tumbó como un rayo atravesándole el corazón. Una ambulancia, otra sirena, un atropello y un accidente, hugo con la maleta del cole, yacía tumbado en el asfalto de cuerpo presente.