Día LI

Nuestra isla está llena de ruidos nada confortantes: aviones que son autos, caricias que rasguñan y son gatos en celos, nervios que explotan de los nervios y perros que son paraguas ladrándole a la lluvia. Los rubios nos tiran una bomba desde muy alto y la bomba no explota, la bomba nos mira y se aleja. El paisaje entero se desviste cuando salimos a caminar y ni los árboles nos prestan su sombra y su paz. Hay luz, mucha luz, personas que nos ceden la derecha, otras que nos miran con indiferencia, otras que ni nos miran, con cientos chocamos y nada, pero que importa, a mi nada me importa más que perderme en la isla para encontrar esos ojos rojos y míos con los que una vez borracha, tonta y enamorada me quisiste mirar y querer y morir al quererme.