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Día XXXVI

Tema en 'Prosa: Melancólicos' comenzado por abcd, 5 de Febrero de 2015. Respuestas: 0 | Visitas: 364

  1. abcd

    abcd Poeta adicto al portal

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    Silenciamos todo lo que desconocemos. Tal vez por miedo, tal vez por inercia a no pronunciar lo inexacto, vivamos o no vivamos equivocados. Ella se mueve, golondrina eléctrica de alas rubias y de rotas rosas, yo no se donde estamos, que región del mundo estamos habitando. Somos una isla, una única tierra sin nombre. Nadie nos posee, no nos poseemos, ella no para de moverse, gira, es un tornasol de fuego con ignición a tres segundos del suelo. Ni sabe que existo adentro de su sexo, la miro, la deseo, la célula fotoreceptora no deja de perpetuarla en mis neuronas. Somos la persona. Si, somos la persona.

    Se acerca, no hay nada. No importa nada de lo que nos rodea. Es una cueva oscura, las paredes más oscuras del abismo nos protegen. Solo sus ojos tienen el poder de la luz. Que horrible fue la luz antes, cuando sus ojos no me destrozaban, cuando el verde de sus fálicos ojos no estrujaba mi cuello con un simple movimiento de pestañas. Me besa los ojos, no entiendo porque justamente es que me besa los ojos, eres bello hombre ciego. Me besa muy fuerte los ojos, me duele. Su lengua juega con mi pupila, lame la retina. Ella succiona mi ojo, dolor hermoso, dolor ciego, dolor de un vacío profundo, sugerente y eterno. No digo nada. Ella con sus siniestras muelas mastica mi ojo derecho, me sonríe, lo percibo con mi ojo invisible, visible. Me sostiene de los hombros, no me deja mover, lo intento, pero no quiero, ojala siempre tuviera sus piernas sujetando mi actuar. Succiona el otro ojo, no lo disfruto tanto, con sus garras uñas tan suaves me hace cosquillas para menguar el dolor. Es buena, sus mordiscos son delicados, casi no la escucho masticar. Quisiera verla, pero la siento dentro de mi. Cada tanto la víbora de su boca se desliza por mi frente, ella alivia la fiebre, ella es fiebre.

    Toma mis manos, muerde mis dedos. Uno por uno me los arranca. Es tan excitante como antes de la explosión sanguínea ella juega, ella con todo juega, como si las falanges al perder las raíces fuesen una golosina de sabor astral dulce hechizador. Mientras, yo hago fuerzas, quiero que mis dedos de odio y vanidad acaricien su garganta, fantaseo con sus arcadas y con que mis lágrimas rojas erosionen el calcio de sus dientes. Se detiene, me contempla. No tengo como tocarle ni como verle, siento su respiración merodeando mi cuerpo, me olfatea, se roba mi alma en cada inhalación. Es tibio su sexo, su aire también. Abre las piernas, las abre en el punto medio de mi. Me sexa, me introduce en su estado puro, en su agua de plantas carnívoras. Adentro suyo es tocar, es herir el nirvana de la pasión. Ella controla el tiempo y el tempo, gime y no me deja gemir, me muerde la lengua, ahora es suya. Viola con su lengua mis labios y yo la penetro, yo solo la penetro por salvación, por excitación, por divinidad de adorar un numen de carne y de infinita atracción. Se cansa, o se excita demasiado, sus paredes vaginales se endurecen, me duele tanto. Me aplasta, se vuelve de metal su entrepierna, cuchillas, gillete, yo no se bien, yo no entiendo bien. Sangre, y otra vez sangre, mi sexo ha quedado dentro suyo. ¿Sera lo normal? Ella se duerme sobre mi, yo duermo debajo de ella, pero esta vez es real.

    Al despertar, casi sin cuerpo, casi sin los sentidos, sin poder mirar la observe llorar. Era una niña, un ángel precioso. Juntaba todo el firmamento entre sus manos. No dejaba de llorar, le pedí perdón sin pronunciar sonido alguno, perdón por no poder satisfacer su sed. Ella giro con la ternura de una flor desnudándose en el frío, y morí, creo que morí de felicidad cuando al posar sus labios en mi oreja digo te amo y la empezó a morder. Y mordió y mordió, y digirió todo lo que quedaba de mi.
     
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