Diana o el ojo arrancado

DIANA o el ojo arrancado



Las vacaciones de Diana habían empezado y por fín podía esconder los libros de texto en lo más recóndito de su habitación. Durante todo el curso había estado esperando aquellos días de ocio y de no hacer nada para dedicarlos a su pasión favorita, contemplar lo que hacían los demás y no dejarse perder ni uno sólo de los movimientos de vecinos, amigos y familiares.

Uno de aquellos días en los que había pasado largas horas ejerciendo de voyeur, contemplando como jugaban sus hermanos en el pequeño jardín de la casa, y sin que sirviera de precedente, acariciando la cabeza del perro que plácidamente dormía en un sillón, notó como algo se posaba sobre su cabeza. La pereza que le producía la inactividad diaria y el interés que para ella tenía la escena que estaba contemplando hizo que retardara el acto de levantar el brazo y quitarse de encima el extraño elemento que en ella se había posado.

Decidida por fín a hacer tan penoso movimiento pasó su mano por el pelo tropezando ésta con algo que cogió entre sus dedos y que sacudió sin mirar para que cayera al suelo.

El perro, al notar el cambio de actitud de su dueña, se irguió contemplando con sorpresa lo que había a poca distancia de el. Diana, cansada por el esfuerzo, miró de reojo pero un atisbo de interés la obligó a agacharse y a posar su mirada en el cuerpo inerme de una enorme mariposa.

Llamó a sus hermanos para que fueran a participar del descubrimiento de aquel extraño tesoro que les había llovido del cielo y todos reunidos, empezaron a examinarlo, con sumo cuidado, para que ningún rasguño lo pudiera dañar.

Su cuerpo, de la medida de un dedo meñique, engarzaba a ambos lados unas enormes alas de color marrón oscuro con unas finas rayas amarillas y su cabeza, redonda y abultada le daba un aire casi grotesco.

No podían hacer nada por ella pero no querían desprenderse de aquel hermoso insecto, así pués decidieron buscar una caja adecuada para ella y guardarla.

Empezó la operación. Diana, quizás la más valiente de la família, buscó los alfileres que clavarían para siempre a aquella hermosa mariposa en el interior de su tumba. Cada vez que un alfiler atravesaba las etéreas alas Diana paraba unos segundos al creer escuchar un ténue grito. Se cercioraba repetidamente del estado del insecto. Sí, estaba muerto.Una vez acabada la operación, guardó su tesoro.

Pero al cabo de unos días algo sucedió.
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[FONT=Arial]Quería enseñar el contenido de la caja a su mejor amiga pués sabía de la aversión que ésta sentía por las mariposas y deseaba ver su cara cuando le descubriera el interior de la pequeña tumba. Con paso firme se dirigió a su encuentro y después de relatar la experiencia, cuando iba a abrir la pequeña caja, algo en su interior se movió. Las dos, expectantes, esperaron unos segundos, pero al fín decidieron arriesgarse.
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[FONT=Arial]Todo estaba de la misma manera que Diana lo había dejado, el insecto estaba en su lugar, atravesado por diminutos alfileres. Su amiga quedó inmóvil, con la mirada fija en aquello. Unos largos y angustiosos segundos, en silencio absoluto pasaron hasta que el insecto empezó a moverse.
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[FONT=Arial]La amiga de Diana se asustó y corrió a un lado de la habitación, escondiéndose tras una puerta, pero Diana no podía, algo se lo impedía. La mariposa moviendo lentamente sus alas se despegaba uno a uno de todos los alfileres que la sujetaban hasta que quedó en total libertad.
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[FONT=Arial]Sólo pasaron unos segundos, los precisos para que saltara de la caja a la cara de Diana que, con los ojos abiertos miraba fijamente las evoluciones del insecto.
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[FONT=Arial]Con sus alas desplegadas se adhirió, como si de una lapa se tratara, a su cara y notó como un cuerpo extraño se clavaba en el interior de su ojo y, en retirada, lo arrancaba de cuajo. La mariposa, con el ojo sangrante de Diana en uno de los alfileres con la que la había atravesado, desapareció.
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[FONT=Arial]Un dolor insostenible hizo que llevara su mano al vacío que había dejado en su rostro, notando cómo la sangre brotaba incesantemente por su mejilla.
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[FONT=Arial]El tiempo transcurría lentamente para ella, el vacío producido por el ojo arrancado no cicatrizaba. Pero una noche ocurrió algo inesperado. Diana empezó a notar unas cosquillas en el interior de la cavidad de su cara.Se levantó y se dirigió al espejo del cuarto de baño, encendió la luz y contempló su rostro acercando éste hasta casi dar con su nariz en él y vió como algo se movía en el interior de aquel agujero. Su boca esbozó una leve sonrisa . Del interior de aquél asomaban unas pequeñas orugas colgadas de finas hebras de seda , cabeza abajo, moviéndose lentamente mientras en su interior se iban formando sus nuevas compañeras . Al cabo de dos semanas , por fín, quedaron en libertad. Las alas, secas y endurecidas, permitieron echar a volar todas las mariposas que habían anidado en aquel lugar.
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[FONT=Arial]Diana envuelta en un tupido tejido y colgada cabeza abajo, esperaba su turno.[/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT]

 

Un relato por demás interesante... Aterrador ciertamente y fantastico tambien. que mariposa tan maldita dirían muchos... yo digo: que Diana tan más miserable por haber clavado las alas de la mariposa... obtuvo aquello que merecía... Y vivieron felices para siempre.
Saludos Cordiales.
QueeN

 

Me encató tu relato . Interesantisimo , me dejo el aire de misterio , de verdad me encanto , tienes mucho talento e imagiacion te felicito por esto estrellas para ti. un abrazo

 

Buen relato, un abrazo