Diario de día, diario de noche

Diario de día, diario de noche​

Aquí estoy, otra fría noche de otro día sin contar. Varado en otro hotel de mala muerte en medio de la nada, con mi guitarra sobre la cama, una caja de cigarrillos medio vacía, los ropajes que desde hace ya un tiempo llevo puestos... y mi diario. A veces siento que he estado viajando por siempre, como un bohemio, un nómada, un vagabundo en busca de felicidad, en busca de un hogar; de ese lugar que me aleje del entorno y de aquello que llevo meditando desde que partí, desde esa noche que decidí forjar un destino por mis propias manos. Cuando decidí que era un amante errante, incapaz de gozar el verdadero amor desde que esa noche la mujer de mis sueños decidió tener una vida propia, donde yo no formaría parte.

Por un tiempo todo estuvo bien, día tras día mis ojos se maravillaron con cada paisaje, mi rostro sonreía al sentir el viento chocando sobre él, mis manos alardearon mi música en cada lugar en el que toqué. Noche tras noche demostré amor falso a mujeres, sentí sus cuerpos, sus almas y sus vidas drenando la mía. Pero por sobre todo cada noche escribía mi bitácora, mi historia, el destino que yo mismo he ido relatando con cada letra y trazando con cada respiro. Pero ahora la extraño, extraño su sonrisa, su rostro enojado, incluso el hecho de que me ignorase me parecía fascinante, especial, única ante mis ojos y ante mi corazón. Me convertía en una bestia domada a su lado, junto a ella, admirándola desde lejos, como siempre lo hice, ayudándola con cada fibra de mi ser, viendo como seguía dando oportunidades a aquellos que las desperdiciaban, sin siquiera notar que yo ansiaba por una. Yo que aprendí de los errores de otros, que aprendí quizás como hacerla feliz sin la necesidad de hacerla llorar.


Después de mucho reflexionar he tomado una decisión, ir a por ella. Siempre supe que el hogar era el lugar donde tu corazón estaba a gusto, pero ahora me doy cuenta, que mi corazón siempre estuvo a su lado y el que partió fui yo mientras mi corazón se quedaba con ella. ¡Ese es mi hogar!; mirándola desde mi lugar sin saber si la quiero o la amo, si me quiere o me ama, pero siempre ahí para ella, cada día y cada noche, como su ángel guardián en este mundo lleno de demonios.


Estas son las últimas palabras que dejo en mi diario, aquel que decidió acompañarme en mi largo viaje, aquel que presencio mis días felices y mis noches de pasión y frustración, mis sonrisas y mis llantos, mi búsqueda infinita de conocimiento, de verdades, de un hogar. Para aquel que lo encuentre solo quiero pedirle algo: Cuidar con su alma a este mi compañero, mi fiel amigo y único confidente… mi diario del día y de la noche.​