Diario de una TIMBA DE POKER

Llega el momento esperado, de la reunión de amigos que más tarde, al comienzo de la timba, se convertirán en enemigos de guerra, usas todas las armas que tienes a tu alcance, miradas, gestos y engaños en tus palabras, cada mano es una batalla, y cada batalla va creando tu fama.

Nueve individuos que se juntan, viernes 13, a las diez en punto "pm" de un 2012, viejos amigos, y nuevos desconocidos dispuestos a compartir su arte y su dinero mientras el croupier ya reparte, dos oportunidades por cabeza, dos plegarias que en tu interior rezas; llegan a mis manos un siete y un dos, ¡que desastre, que desolación!, te retiras, pero no retrocedes, nunca has dado un paso atrás ni para coger impulso, y te mantienes expectante, observador, impaciente a la espera de la mano que gane el pulso. Tu primer cigarro ya prende en tus labios que dejan pasar el humo por la garganta que todavía tiene la proteccion dura, como el acero, del whisky con hielos que empezaste mientras las dos cartas venían. Las luchas son continuas, incesantes, ganas, pierdes, caes, y siempre te levantas con la cabeza bien alta, pisando a cualquiera de los que te ponían la zancadilla, el tiempo pasa, como pasa la primera copa, como cae el rival mas débil, el primero de los caídos no tendrá ningún valle para él ni corona, ni nombre en ninguna calle, será el primer olvidado, el que se siente marginado, nadie le ve, nadie le estudia, mas nadie ya le escucha. Ahora todas la miradas se dirigen hacia quién le derrotó, el primer vencedor, lleno de orgullo sigue en la pelea, dobla su caja y se envalentona; y me enfrento a él por primera vez y una gran derrota es lo que le acarrea, se le bajan los humos, los mios no se alteran, solo el del leve balanceo de los restos de mi cenicero.

Han pasado ya 2 horas de exáltaciones, de faroles y decepciones, las cenicientas vuelven a casa, los lobos van de caza, el viernes da paso al sabado, solo cuatro boxeadores en pie, la mente baja su nivel de lucidez, la sangre sube su grado de embriagadez.

Pasados tán sólo diez minutos de las doce, tengo mi penúltimo enfrentamiento a muerte de la noche, con un 8 y un 9, la denominada tripona entre mis dedos y en la mesa un As de mis corazones, 7 y un 10 para mi proyecto de escalera, mi contrincante sintiendose vencedor sube gran cantidad de fichas sin temor, ¡muy bien! -aplaudo yo, conocedor de que tiene un As más y no es bajo la manga, le igualo dejando ver mi intención de no rendirme fácilmente, llega el "turn" y es el turno de mi escalera, un 6 mi corazon sonrie, mi cara gruñe, mis ojos ni pestañean y mi mano golpea la mesa ligeramente y le deja hablar al compañero que vuelve al subir pero mas recatadamente y yo vuelvo a igualar sin intención de superar, llega el river, que me regala otra golosina, una reina que le hace doblemente de pareja y mi mano vuelve a golpear la mesa y el ligandose a una reina (al alcance de muy pocos) quiere que me vaya llorando y empuja todas sus fichas contra la mesa, the lost to the river, mi rostro vuelve a sonreir, mientras voy enseñando mis cartas, mis flores que con las flores de la mesa forman el jardín y él, el que vuelve a ser mi amigo tiene que ser expulsado del edén.

Queda el podio, el oro, la plata y el bronce, premio asegurado, tranquilidad adquirida, pasada media hora nuevo enfrentamiento definitivo, esta vez yo soy, sólo, espectador, y un trio vencedor en la última carta hace que el nuestro se quede en dos; el instante que todos esperabamos, sobre todo, nosotros dos, el face to face, se divisa la gloria, el triunfo, vuelve la euforia.

El humo de un nuevo filter da la campanada del round, del último combate de la noche tras media hora sin cambios, de dar y recibir, de reir y sufrir, hay ganas de acabar, pero mas hay de ganar, y el tira y afloja sigue y sigue hasta que por fin llegó el final, él pareja de dieces y yo mi As de picas y mi Jota de corazones, el sube yo resubo y así se forma el bucle hasta que el all-in fue su fin... la mesa, generosa conmigo me dio un As de corazones y al que quiso y no pudo le dejó el corazón partido sin diez ni aliento para su respiro.

Pííííííí, final del partido, llegan los aplausos, el repaso de las mejores jugadas, las palmadas en la espalda, la firma de autógrafos y las ruedas de prensa, ya no hay vencedores ni vencidos, pero si más dinero en mi bolsillo.