Dichos de amor de samuel akinin

Acaso importa si estás aquí, si estás allá. Importa en si donde estés, tú, sientes que algo de mí está junto a ti. No importa con quien estás con quien esté, lo que importa es que no me puedo olvidar de ti mujer, de esos bucles, de tu cabello, de tus palabras, de tu salero, de lo que en un suspiro, en un mirar, tus ojos me dijeron todo lo que tú sientes, todo lo que yo quiero.
Samuel Akinin Levy

Si me atrevo a llamarte, si no renuncio a tu sonrisa, si la voz se me quiebra y tan sólo se anima cuando me miras, no es por otro motivo, ni por alguna otra causa que la de estar contigo o la de que seas mi gracia.
Samuel Akinin Levy

Cada noche al acostarme me llevo tus sueños conmigo. Dejo que ellos me acompañen y despierto creyendo poder vivirlos. Así me encuentro en la disyuntiva de ansiar lo que deseo esperando que mi canto llegue a ti con el soplido de mi amor y en la esperanza de que te guardo el desearte tanto. Voy camino de la nada esperando encontrarte en la vía, sabiendo que el encuentro se haga de noche o de día.
Samuel Akinin Levy

A veces me gustaría callar mis pensamientos, mi sentir y hasta mis ansias. A veces me gustaría recibir sin pedir de un poquito, nada. A veces se me ocurren cosas tan pero tan extrañas que hasta yo mismo me asombro de todo lo que aspiro y me lleno de ganas.
Samuel Akinin Levy

Si pasan las horas y con ella se me escapan los días, si el tiempo no se alarga y en su corta estancia con nada se sacia el deseo de tenerte, la necesidad de poseerte y las ganas de más. Sin dudas que en mi mente ha debido nacer algo que supera mi conciencia y que de seguro por lo bien ya aspira sin parar. Cada vez que me recuerdo de ti, surge tu fotografía, tu rostro me enloquece y mi paz me atormenta con los mismos deseos de siempre.


En el juego del amor, en el que se explayan las voces, donde uno al otro con sonrisa mira y prende el fuego que luego genera el goce. Se permiten alguna que otra mentira, alguno que otro silencio alguno que otro deseo pero lo que no se permite, es mirar un rostro, besar sus labios y sin sentirlo, decirle te quiero.
Samuel Akinin Levy

Cuando ha penetrado en nosotros el virus de la pasión, cuando el corazón ya no nos pertenece, cuando la mente se aparta y suele ir a donde le place, es casi imposible el retorno. Se ha cometido de los errores, el propio. Un ser ama al otro y ya nada intercede, interrumpe ni lo agrede. Se ama en dos direcciones. Se ama con la conciencia, pasión, entrega, admiración y al final con las ganas que desboca el corazón.

 

Un trabajo más que interesante, amigo, que será debidamente valorado en el espacio específico. Hacia allá vamos. Un abrazo.