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Diez pasos

Tema en 'Prosa: Melancólicos' comenzado por Asklepios, 8 de Septiembre de 2015. Respuestas: 1 | Visitas: 370

  1. Asklepios

    Asklepios Incinerando envidias

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    DIEZ PASOS


    Mientras se alejaba el perfume en curioso combate con el aire, deposité en él mi paladar de amor, mi último beso en ti y recogí del tuyo, abrazo inmortal e inolvidable.

    Te giraste para marchar y tu cabello rozó mi tristeza que algo contigo se quedó. Ibas cabizbaja. Tu sentir me dio la espalda, eterna escena que aún, para mí, se desvanece inalcanzable.

    Resonó tu pisar por primera vez. Tus manos se cerraron tensas y esa tensión se prolongó por tus brazos hasta, seguro, llegar a tu corazón, pues no pudiste dominar un suspiro que retumbó desordenado entre nuestros sentimientos.

    la inmovilidad de aquel momento, permitió que el eco se desarrollase mejor y se incrustara en la escena de nuestro amor, donde no ha dejado ni dejará de habitar jamás.

    Lejos de aquello, tu andar golpeó todo por su decisión. Se presentó cierto el abismo y, por cada milímetro de tu ausencia, el dolor sangraba. Sin poder dejar de mirarte, bajé la cabeza girada hacia ti. En los dos era tan grande la tristeza, tan grande el sufrir, que confieso no haber tenido lágrimas para él…

    … Y quise llorar…¡ Me era tan necesario!...

    Abriste un poco tu mano derecha y en su movimiento pude ver tus anillos en los dedos. Se anuló mi tacto al saber que no volvería jamás a sentir el tuyo.

    Por la inercia, avanzó de nuevo aquel tobillo arropado en cuero que, como hiriente espuela, se hincó en mí. Entonces, cercano al odio, me recriminé el no haber sabido corresponderte, y me preguntaba dónde y cuál fue mi error… Y encontraba demasiados.

    Tu pie izquierdo, nos separó un poco más. Observé la bota desatada. ¿Qué podía importar en aquel momento tan estúpido detalle? Nada dije pero sentí cómo el odio iba dirigiéndose a ti. Por un instante, los errores se confirmaron como tuyos, que tu perversidad,- a laque antes nunca vi-, se confesaba real y muy sofisticada. Deseé perderte para siempre más… no dejé de mirarte. Me perdí en la autocompasión y en el fuerte olor a pérdida pues te separaste un poco más. Miraste en tu bolso y, por algún motivo, casi paralizaste tu caminar. ¿Fue una vaga ilusión?. Sí, seguro… Avanzaste más.

    Quise estar en tu cerebro, ser tu corazón. En los límites de mi raciocinio suplicaba ser tú para saber tus razones, y sobre todo, tu sentir. Por intentar aliviar tus angustias, desesperado, me ofrecí a la muerte. No como actitud cobarde, si no como sincera solución. Sentirnos ser sentidos es, incluso hoy en día, mi humilde petición.

    Si ya grande era la distancia, ésta se hizo mayor. Como límite nació lo insalvable. La luz a tu derecha te iluminó por última vez. Se oyó tu incontenido sollozo por el que grité a nuestro Universo ruegos de Amor.

    Un nuevo paso fue más corto que los anteriores y aún más el siguiente ya frente a la puerta de salida. Sujetaste muy lentamente la manilla, la acariciaste incluso. El ritmo se rompió con violencia al abrir, mientras entre tus cabellos, unos ojos inundados, no queriendo tú mirar, por ti lo hicieron.

    Un décimo paso es lo último que sé de ti. Se cerró una puerta que incapaz he sido de volver a abrir y no sé por qué sigo esperando a que, desde ahí fuera, seas tú quien la vuelva a abrir.

    Muchas veces me pregunto si habrás sido capaz de rehacer tu vida. Si es así, con sinceridad me alegro por ti, aunque, también sinceramente, has de saber que esto me hunde un poco más en mí. No pretendo, al decir esto, ninguna compasión. Nadie es víctima. Es únicamente mi orgullo que dificulta el natural y duro resurgir. Las cosas son así y qué remedio nos queda más que aceptarlas lo mejor posible. Después de todo, me felicito al poseer una verdad y es el saber que jamás podré volver a compartirme con tan maravillosa riqueza. Es un lujo intransferible del que nada ni nadie me podrá despojar, consciente de su eterno dolor.

    Mi Amor te pertenece.

    P.D.: Si respondieras, al menos sabría que te atreviste a leer
     
    #1
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  2. joblam

    joblam Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Las huellas de un amor inquebrantable que aún clama por volver al regazo de la amada donde sólo hay desesperanza. Falta el olvido pero nunca llegará. Un placer dejar mis saludos.
     
    #2

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