Dime tu

El viento que rodea la casa, con sombras dentro de la cochera, aparecía como si la fortuna aplaudiera el dolor de las vecinas. Dentro de la recamara acuñando la ropa por la ventisca veía Florencia como se iba repartiendo el humo que decoraba las paredes, todo fingía que el ritmo del tiempo era adorno dentro de las mascaras de las personas; son pocos los que han visto edificios por las ramas, cúbicos y somnolientos, tapizados de agua hasta que el vino recoge sus sales.

Cada que aparece el sueño que en mi persona produjo, es inoperable, lleno de sal, moscas y hierbas, casi parecido al suelo, doblando las esquinas como suero de la calle; una vez más duro, dos veces más montañoso y cuatro veces más oscuro, como se reparte. Huelo la flaqueza de como las personas son inoportunas al hablar de casas llenas, de estados físicos casi irreparables, ¡como volando!. Cegueras de puro dolor, que ambulan por las espaldas del insurgente.

Cada cuando- son muchas las esperas que administran en los dedos leguas de mundos submarinos, casi callosos, entre las espinas del altar se mueren las entrañas de cada bebe adentro, suspenso hay entre cada pisada, mueven las aletas, las posiciones de las manecillas del reloj, y los bordes dorados dentro de la muñeca. Hay peces mas veloces, los que beben agua de la evacuación de huevos, o los que silenciosamente meten la lengua, como son pasado esos meses.