Dolor paternal

Ángeles sin alas habitan mi alma, espíritus celestes desterrados del vergel se arrojan sobre mí, sobre mis afectos, sobre estos aposentos, sobre las mazmorras de este cuerpo solitario y sobre mi percepción alicaída y patética…
De vigía anda el céfiro lacerando mi cuerpo, las murallas de carne y huesos, las más frágiles y vítreas láminas que dividen la gnosis de los hechos.
¡Nostalgia húmeda sobre mis recuerdos!
A veces tengo una pérfida esperanza de que algún huésped de mis adentros emerja buscándome y se apiade dándome consuelo, algún ángel caído tal vez o algún ángel negro.
Cadenas y grilletes de acero me sujetan a la perturbada penitencia, gritos y llantos de un pasado latente sobre el lienzo de mi mente. Alaridos de un vil e impune remordimiento mirando la cuna desolada sin tu presencia. Ramalazos iracundos fraguan mi existencia.
Todavía recuerdo los hechos del ayer, tan nítidos en mi mente como ráfagas del hoy…
¿Cuándo cesará esta querella? ¿Cuándo darán un poco de tregua a mi ente esas memorias martirices de tu adiós entre mis brazos?
¡Soy un asesino impío qué flagelo tu voluntad extirpando el último resuello y la vidorra qué vivió en la luz de tu pleno! ¡Qué extirpó toda tu benévola inocencia! Y sobre mi reminiscencia cae el soporífero remordimiento.
Todas las noches cuando pernocto, en mis sueños esta tan diáfana esa retentiva: golpeando con mis manos el ataúd en el que yace tú frío cuerpo, grito con plañideros bramidos que quiero acompañarte en tu lecho.
Ese ingrato recuerdo sacándote debajo de la rueda de la furgoneta, llevándote al hospital más cercano, sintiendo tu tibio aliento sobre mi rostro y su cuerpo pequeño maleable y suave por las fracturas de sus huesos ¡Tan sólo si hubiese mirado por el espejo retrovisor, si hubiese visto a mi pequeña princesita corriendo detrás de la camioneta antes de haber puesto la reversa! ¡Todo por el apuro de llegar a horario al trabajo, no me percate! ¡No me lo perdonaré jamás!
Al otro día cuando me despierto con lágrimas sobre el rostro, recuerdo las palabras del médico…
Su hija murió debido a las fracturas expuestas y múltiples. Una costilla perforo un pulmón y llego hasta el corazón, las lesiones más críticas fueron en el pecho, en el tórax y en el cráneo con consunciones muy fuertes para una pequeña de solo cuatro años. Hicimos todo lo posible. ¡Lo siento!
Mi preciosa chiquilla, no me lo indultare jamás.

 

Que nostalgia amigo!! Abrumador poema que me dejó con gotitas de cristal sobre mis luceros, espero que esto sea solo inspiración amigo. Tu poema deja para meditar en muchas cosas de nuestro diario vivir.
Un abrazo y muchas bendiciones!!

 

Danie, no pude terminar de leer tu hermoso escrito.
Mi corazón sufre por lo leído y lagrimas asoman a mis
ojos. Espero que esto sea solo inspiracion. Se que
eres un escritor versátil y espero que solo sea una mas
de tus inspiraciones. Es un gran escrito que conmueve
hasta el alma. Un abrazo y Bendiciones.

 

Que tristes sentires Danie, pasan cosas que escapan de nuestra pericia pero que tienen consecuencias duras para el alma, un dolor difícil de imaginar este que describes, conmueve el corazón y hace que las palabras adecuadas se hagan perdedizas.
Un abrazo muy grande !!

 

Estimado poeta te siento, se que la pena nunca pasara, bien doloroso es que un ser querido se vaya pero si fuimos parte de esa decisión aún siendo sin querer la huella queda para los anales de la vida.
Triste domingo me has dejado, seguro que el tuyo lo es más. Un abrazo estimado poeta.