¿Dónde?

¿Dónde eres? ¿Dónde estás?
¿ Por qué te escondes?
Que yo te busco
por todas partes
y no te encuentro.
¿Por qué te resistes a asomarte
al Mirador
de mis oteros?
Te siento y no te veo
-tu bullir entra
en mí
y me hormiguea-.
¿O eres un sueño mío,
creación de mi mente?
Sé que no eres el que me dicen:
ése no es el que siento
-es de mentira-,
ése no es el que quiero
-es de oropel-.
Mi Dios es otro:
el de mis interiores
-¿o tampoco es?-

 

Cuando el salmista en las maravillosas noches de la antigüedad, aquellas sin luna ni las luminiscencias que padecen los cielos de nuestra época, elevó a las alturas la mirada, sobrecogido de temor reverente no tuvo más remedio que exclamar loas al portento del creador del universo. Lo encontró en sí, en la pulsación irresistible de su ser, que con fuerza avasalladora clamaba al infinito.

Ha sido un placer estar en tus letras.

 

creo que está como dices...en el interior mismo,
un gusto pasar y reflexionar con tus letras,mis
abrazos amigo.

 

Buen poema, amigo. Se me suscita a veces la misma afirmación y a veces la misma duda.
Un abrazo desdemi bahía

 

Precioso poema, Poeta
un beso
Rosario

 

El problema, amigo Salvador del mundo de las letras...Es que una cosa es saber que está dentro del poeta..o de una persona espiritual Y OTRA, BUSCARLO, HALLARLO Y UNIRSE A ÉL. Te estrello...