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Duelo

Tema en 'Prosa: Amor' comenzado por Catastrofe, 4 de Diciembre de 2013. Respuestas: 1 | Visitas: 454

  1. Catastrofe

    Catastrofe Poeta recién llegado

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    9 de Abril de 2011
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    Eran las 6 de la tarde, el sol languidecía somnoliento detrás del horizonte. En la casa no había ruido ni movimiento, un solitario bombillo iluminaba con morbo la escena de violencia que estaba por desatarse. En la pequeña mesa había una taza de café a medio tomar, frío e inhóspito como la mirada de Miguel. El estaba de pie, junto a la mesa, como un centinela, con el ceño fruncido y los brazos cruzados, como un niño enfadado que se rehúsa a engullir la verdad sobre Santa Claus. Frente a él, sentada con el aire de una condesa estaba Hilda, soberbia y hermosa como aquella noche que se instalaba en su trono mientras que los últimos rayos de luz se iban al olvido. El viento aullaba lúgubre, como solo el viento logra aullar cuando una tarde hermosa se torna triste. Aullaba de pena, aullaba ebrio de soledad. Adentro las garras frías del aullante viento no se sentían, había otras garras que desgarraban el aire, cortándolo en dos como un cuchillo cortando mantequilla. Un duelo iba a empezar, ambos duelistas preparaban sus armas. Miguel cruzó la mirada con Hilda y esta se le abalanzó, su acero desenvainado, blandiendo palabras hirientes, queriendo cortarlo con su lengua. "Eres un irresponsable, no cumples conmigo" Y seguido espetó varias frases más, atacando con su abandono, con su soledad de esposa y de ama de casa. Miguel no iba a caer sin luchar, ante la andanada que se le venía encima decidió desenvainar: "¿Que quieres que haga? ¿Que no trabaje?" Y así siguió envalentonado lanzando tajadas al aire, tratando a su vez de herir a Hilda, con el rencor de su calidad de esposo incomprendido.

    Pasaron horas, el acero de sus labios chocaba y lanzaba chispas. Las voces se iban alzando, los colores se iban subiendo y el tono se iba volviendo mas y mas agresivo. Entonces llegaron al choque final, cruzaron palabras una última vez y Miguel, viendo su oportunidad, dijo "¡Tú jamás me amaste!"
    Hilda se quedó fría, sintiendo la espada verbal de Miguel hundiéndose en su pecho. Miguel se detuvo solemne, guardando sus filosas palabras en su funda con una elegante maniobra mientras contemplaba a su oponente caer herida. Gotas rebotaban sobre la mesa, no era sangre, eran lagrimas, la herida del alma que manaba abundante. Hilda yacía derrotada, la frente besando la madera de la mesa, los brazos enroscados como boas sobre su nuca, sollozando como una chiquilla. Con la voz quebrada respondió suavemente "Yo siempre te he amado". La amargura en su voz era profunda como su herida. Miguel quiso sonreír, de verdad quiso. Pero en vez de eso una avalancha de tibios recuerdos de amor y felicidad se le dejaron venir encima. Cayó de rodillas al lado de Hilda, la caída Hilda, la quebrada Hilda... su Hilda. La abrazó fuertemente, tratando de sostener los pedazos de su corazón con palabras dulces y disculpas abundantes. Mientras trataba de repararla él se iba rompiendo hasta que las lagrimas también rodaron sobre sus mejillas. Le besó sus labios, empapados en llanto, la metió entre sus brazos hasta que se refugiaron del dolor el uno con el otro. ¿Por qué peleaban? eso había sido olvidado a este punto y ni Dios podría recordarselos. Solo importaba una cosa, se amaban y siempre se iban a amar.

    Aquella tarde, en medio de lagrimas y sonrisas, de disculpas y tequieros se parcharon sus heridas, se tomaron de la mano y siguieron andando el camino de la vida juntos. Aquella tarde, en aquel duelo, no hubo vencedor, pero ambos habían ganado.
     
    #1
  2. MARIANNE

    MARIANNE MARIAN GONZALES - CORAZÓN DE LOBA

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    una historia triste pero envuelta de amor, quizá un amor guardado saludos
     
    #2

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