Dulce vejez

Molinos de viento que caminan, estrellas fugaces, monstruos marinos, cataclismos, odiseas, guerras, días soleados, tormentas, brisa fresca, un helado de chocolate, una película y sus cotufas, mi bici, mi perro, el puño en mi ojo derecho, la escuela, los fantasmas, el mar y su sol, el mar y su luna, la comida de mama, el dulce de leche, mi primer enemigo, mi primer amigo, mi padre, y mis hermanos. Tiempos con nombres, tiempos con títulos, pero solo son mis canas y mis arrugas transfiguradas en recuerdos inertes de por sí, me atropello el destino tantas veces como días amanecieron, sustentado en mi débil mente yacen todos estos fósiles hirientes que reviven para aplastar mis pocas horas de conciencia, solo un café y un cigarro me anclan a esta inmunda y salvaje tranquilidad mientras un grupo grande de cabezas blancas en sus veloces carretas de dos ruedas insisten en sacarme de mi desventura cotidiana para luchar con agujereadas piedras de marfil sobre una raída mesa, los ignoro y me niego a vivir con hipocresía el tiempo que me resta, prefiero mil veces morir aplastado por mis recuerdos en el frio invierno de esta cárcel senil que esforzar inútilmente mi cuerpo viejo y mutilado por el tiempo y su inclemente viento lacerante. Debo aclarar, que no siento odio por nada ni por nadie, pero si por la eternidad que me prometieron y que ahora sé que jamás llegara.

 

Unas letras profundas, que nos pintan situaciones reales...un entorno bello, recuerdos que poco a poco se irán y esas
arrugas que nos gritan que hemos vivido
Un placer leerte
Estrellas y un abrazo
Ana