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El alma de un soldado

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por prisionero inocente, 14 de Febrero de 2011. Respuestas: 3 | Visitas: 680

  1. prisionero inocente

    prisionero inocente Poeta que considera el portal su segunda casa

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    15 de Noviembre de 2010
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    En alguna parte de las afueras de una ciudad de América, en frente del aeropuerto de una base militar, los soldados se despiden de sus familias. Es una tarde encendida de verano y parece que el sol deshizo su círculo y se ha derretido por todo el cielo. En la multitud de personas se ven niños corriendo de aquí allá, unos llorando, otros riendo y uno, mas travieso, está mirando con intensidad una metralleta sentada encima de una maleta metálica pintada en rojo con el nombre Jim, probablemente pertenece a su padre, la mira como si quisiera robarla, con esa curiosidad infantil, pero le da miedo tocar. Poco a poco las parejas se deshacen. Un hombre, que en todo este tiempo estaba hablando a sus dos teléfonos móviles, a veces al mismo tiempo, como los locos cuando no tienen más que hacer, respira profundamente, relajado y enciende un cigarrillo, como si ahora ha terminado de comer, con esa satisfacción. Se le ve en la cara que es un mujeriego, por la forma en la que sonríe. En un rincón, más apartada, una pareja se abraza con las miradas mojadas. La mujer es delgadita, no delgada del todo, pero por las emociones tiembla, y parece que faltaría poco para que el viento se la llevara arriba. El es alto y atlético, se nota que ha hecho algún deporte, de ojos azules, cejas negras como la pluma del cuervo, igual que el cabello, denso, como una brocha. Ella le tiende un ramo de flores blancas y él dice, en voz bajita y casi sin mirarla:
    ---Es por primera vez que me ofreces flores.
    ---Espero que no sea la última, mi amor. Cuídate mucho. Te quiero tanto, Rafael.
    ---No te preocupes de momento. Con el dinero que guardaremos podemos comprar una casa, cuando vuelva. Nos vemos dentro de seis meses. No llores, que me hace ser triste. Yo también te quiero.
    Mientras tanto, las puertas metálicas se han abierto y cada uno de ellos camina adentro sin mirar atrás. Una última mirada sin palabras puede enfermar el alma. Ordenado, caminando en línea, de dos en dos, se acercan del avión con apariencia de víspera perturbada, que espera con la puerta de entrada abierta. Unos de los motores ya están en marcha y las hélices dan vueltas perezosas, lentamente, pegando el aire con ternura. Cuelga del cuello de cada persona una cuerda con un número, es el del asiento donde se tienen que sentar. Nadie sonríe más. La voz del pilote se escucha clara, dando indicaciones, pero la mayoría no están atentos, sino con los pensamientos a los que aman y quedan solos, vulnerables. Aun así, todo está listo, muchas cosas se hacen por la costumbre. Siempre pasa que haya alguno que no sabe poner el cinturón de seguridad y esta vez es el que hablaba por teléfono.
    ---Necesitas ayuda, dice el hombre de cejas negras.
    ---No, me apaño, dice él, y además no acepto ayuda de las señoritas.
    Empieza reír, y el otro, que tenía las flores encima de las piernas, entiende la broma y sonríe.
    ---Tengo suerte con ellas, sabes, que son perfumadas, por que si no, no aguantaría este olor tan fuerte a tabaco.
    ----Aaa, tampoco estas fumando. Por lo visto tengo razón entonces acerca de ti.
    ----Vale, así es, dice él, un poco aburrido.
    El avión corre en la pista, en un minuto la rueda del frente está en el aire, después las otras, después sube y sube, hasta las nubes, detrás de las nubes, dejando todo atrás, edificios que se pierden y ríos en la sombra, hasta que desaparece en el rojo horizonte. Adentro hay poca conversación, ni las miradas se tocan. Rafael saca del bolsillo de la chaqueta, cerca del pecho, un cuaderno minúsculo, con hojas blancas y una pluma de escribir, después empieza a dibujar círculos, mas y mas grandes, uno rodeando a otro, como para apuntar flechas en el centro.
    ---Espero que no vas a escribir tus memorias, esto es lo que faltaba. Mas y mas me estoy convencido de tu lado femenino, dice con ironía.
    ---No. Al cambio, puedo apuntar desde lejos un pájaro y matarlo en su vuelo con los ojos cerrados, dice Rafael, y levanta la pluma en el aire, como a treinta centímetros de la hoja. La mantiene allí, con la punta abajo. A penas, una gota de tinte se acumula y rechaza caer, por un tiempo. El de al lado mira sorprendido. ¿Qué quiere demostrar este loco? La gota cae justo en el medio del más pequeño círculo, de la dimensión de un grano de trigo, lo llena y sigue escurriéndose.
    ---Ya veo, tienes una muy buena puntería. ¿Cómo te llamas?
    ---Rafael.
    ---Yo Mario
    --- ¿Tu que sabes hacer?
    ----Yo soy experto en mujeres, las encuentro adonde se esconden y las amortizo. Ja, ja, ja.. Todas las misiones han sido un éxito. Lo mismo con las minas, las busco y las desactivo antes que exploten. En lo que corresponde a esto, solamente me conozco la teoría, ahora voy a ponerlo en práctica. ¿Y tú?
    ---No he matado a nadie hasta ahora, y tampoco quiero hacerlo, o sea me alegro por no haberlo puesto en práctica, todavía…
    La tensión ha desaparecido, todos empezaron a conversar para echar a un lado la amargura, pero, entre mas oscurece afuera, mas el silencio abriga los corazones y regresan los recuerdos. Las luces de los bombillos se apagan. Rafael esta sin moverse, con los ojos abiertos, sin parpadear, como una estatua, aun así los pensamientos vuelen, vuelen hacia ella. La última cita de amor tiene lugar después de la muerte, dice una voz interior, allá, en la frontera que separa el paraíso del infierno, en esa línea imponente como una muralla china, construida con alas de ángeles que se encienden por lágrimas de fuego de los diablillos arrepentidos. No sé quién de nosotros llegara primero, pero supongo, como soy hombre, que es mejor que vaya antes, así te esperare con unas copas llenas de luz en la mesa del cielo. Las últimas palabras amorosas que nos vamos a decir serán tomadas como prueba, antes que Dios decida si merecemos estar juntos para la eternidad. Pensaremos desde ahora a perdonarnos, por que el pecado de decir te quiero y no sentirlo hasta en el infierno es mal visto. Adiós, mi amor.
    El tiempo ha pasado, llegaron. El día siguiente, cuando aun el sol no había salido, el alarma resuena en el edificio, llego la hora de despertar. En los pasillos se escuchan pasos y voces, después los grifos abiertos. Más tarde, en una sala de conferencia con ventanas grandes cubiertas en polvo, los soldados esperan la llegada del capitán. Tendría que haber venido de hace cinco minutos y han pasado más de veinte. Finalmente, aparece un hombre de media estatura, bastante delgado, con cara dura y huesuda, que se ve que necesita descansar más, por que está lleno de arugas. Tiene una voz gruesa.
    ---Buenos días, señores. Mi nombre es Robespierre y soy vuestro capitán. ¿Les suena conocido? El fue un líder de una revolución francés.
    ---El hombre sin cabeza, se despertó hablando solo Mario.
    ---Exacto, ha sido guillotinado más tarde, dice el capitán tocándose con ternura, como ausente, el cuello, como si hubiera sentido algo extraño. Hmmm….voy a empezar con decirles que tenemos y no tenemos en esta base militar. No tenemos domingo, falta el día de descanso. Sin embargo los terroristas cansan también y entonces es cuando podemos respirar. El fumar está permitido solamente en el tiempo libre, que falta casi totalmente, y el que no respeta la regla se le quita del sueldo. ¿Todos estamos aquí para ganarnos el pan, verdad? Y para servir nuestro país, igualmente.
    ----Una mierda, dice Mario.
    --- ¿Que ha pasado, Mario?
    ---Nada, señor capitán, yo soy fumador por las malas, mis pulmones necesitan sentir el humo constantemente.
    ---No te preocupes por esto, aquí vas a sentir bastante humo, a lo mejor más de lo que deseas. Ahora, a mi me gusta ver mis hombres bien limpios, recién afeitados cada mañana. La barba es signo de cansancio y no queremos dar esta impresión.
    ---Para los enemigos no lo es, dice Michael sonriendo, ellos no se afeitan nunca.
    ---Hijo, tú forma de pensar es agradable, pero créeme, hoy es la última vez cuando se te pide hacerlo. De mañana no somos más de lo que hemos aprendido hacer. En esta profesión no hay broma. Van a formar equipos de dos, por que el área que está bajo nuestro control es extensa y el presupuesto no nos permite mantener los helicópteros permanentemente en el aire para vigilarlos. Uno de vosotros buscara y encontrara las minas y otro cuidara que no haya peligro que se aproxime. El que ha tenido el más cercano asiento de vosotros a la venida, en el avión, será vuestro colega, todo ha sido planificado de tal manera para que os podáis conocer antes de saber que vais a trabajar juntos. Es difícil completar un trabajo así de duro y a menudo muere gente inocente. A veces no hay otra solución que eliminar lo sospechado. No podemos arriesgar perder más personas. No soy feliz cuando les digo que la razón de vosotros estar aquí es que los que han estado antes faltan, han fallecido en la batalla, en algunos meses después de haber llegado. Salvad vuestra piel, así salvareis a los que seguirán, después de la muerte. Intentad vivir, señores. Podéis marchar ahora.
    Después de un saludo oficial, los soldados abandonan el edificio y empiezan a explorar las otras facilidades que se encuentran, bajo la guía de un caporal, que les enseña que y donde están todas las utilidades. Uno tras otro visitan la sala de munición, donde se encuentran las armas, repartidas en categorías, después, afuera, los tanques, los helicópteros, el hospital improvisado, la cantina, donde se puede comer comida caliente solamente una vez al día, un pequeño terreno de deportes, que incluye una sala para hacer culturismo, una mesa de tenis, que apenas se usan, por lo que nunca hay tiempo para divertirse. Al final, caminan adentro de una habitación espaciosa, en la cual se ven una docena de bolas metálicas, brillantes, sin ventanas y grandes, como para caber una o dos personas adentro. La guía se acerca de una y pulsa un botón. Una puerta, antes invisible, se abre automáticamente. Adentro, un sillón de cuero negro, una mesita de café con un micrófono y una pantalla grande, de un metro cuadrado..
    ---Aquí podéis hablar con vuestras familias, los podéis ver en este monitor y también ellos los van a ver a vosotros. Les voy a dar a cada uno una cartela electrónica, que está cargada con treinta minutos. Se pueden usar en una semana.
    ---Podemos coger cinco minutos cada día, pregunta uno.
    ---No, tienen que ser consumidos de una vez. En cambio, podéis elegir el día y la hora cuando queréis hablar, a no ser que hay que trabajar, cuando deseáis calmar esa sed de amar o tenéis algo importante que decir. No tenéis que pedir permiso, antes de hacerlo. Aquí tengo vuestras cartelas, dice el caporal abriendo una cajita que tenía guardada en una bolsa. Después de usarlas, se desactivan para una semana entera y después se vuelven a cargar. Quien desea, puede hablar hoy, el resto del día sois libres. Bueno, con esto yo me voy, pequeña nuestra expedición se ha terminado. Los dejo aquí, os manejáis solos, sabéis el camino de vuelta. Yo tengo que matar algunos enemigos.
    ---Nosotros también queremos matar algunos, caporal, dicen todos, en una voz fuerte.
    ---De mañana en adelante hay una misión que cumplir, mas tarde recibiréis la información necesaria. Nada es completamente decidido de un día a otro, todo puede cambiar en un segundo en este lugar.
    El caporal marcha casi corriendo, con pasos rápidos, que resuenan, y los demás quedan en silencio, nadie quiere ir, de momento. En todas las caras se puede leer una pregunta: ¿será conveniente usar la cartela ahora y después esperar una semana entera? Es difícil tomar una decisión. Empiezan hablar entre ellos, que hacer, pero parece que ninguno tiene el coraje de ser primero.
    --- ¿Tu qué haces, dice Mario, entraras ahora?
    ---No, contesta pensativo Rafael.
    ---Como, no extrañas los tuyos, la esposa, la novia, los niños?
    ---No tengo niños, solamente esposa y madre.
    ---- ¿Y el padre?
    ---Se apago.
    ---Lo siento por ti. Yo tengo madre y padre y tres cuatro novias. No sé si hablarles ahora, pero tengo las ganas en la lengua.
    ---Es tu decisión.
    --- ¿Tu por que no hablas?
    ---Hablo siempre con ellos, pero en mis pensamientos.
    ----Vaya, no me digas, dice Mario y empieza reir.
    Al final, algunos de ellos elijen marchar, pero la mayoría entran en las bolas. En la habitación, a la vista, se encuentra una persona más, desorientada, Mario. Aun no sabe qué hacer y habla consigo mismo.
    --- Seria bueno esperar un poco, apenas he llegado. Pero que, más tarde no va a pasar igual? De todas las maneras me voy arrepentir por perder estos minutos. Yo entro, pase lo que pase. Que estés preparada, Roxy, solamente en calzoncillos, dice el rozando la mano encima de los pantalones y se acerca de una bola. Espero que tengan papel higiénico por allí.
    La puerta no se abrió pulsando el botón, pero si con la tarjeta, que la metió en un sitio designado. Ya está adentro y detrás, se cerro de vuelta, haciendo ruido. Es una sensación no muy placentera, te sientes como si estuvieras en un huevo. En el sillón, donde descansas las manos, se encuentran los números, que puedes marcar para llamar y esto es lo que hace. La pantalla se enciende, pero Roxy no contesta. ¿Donde coño estarás, Roxy, por que no me contestas? Cuelga y lo intenta otra vez. Nada. Mario empieza a sudar, hay mucho calor y, también, los nervios le provocan esto. A quien más llamar, se pregunta. A la de tetas grandes, por cierto, ella siempre anda con el teléfono encima. Suena, y dentro de un rato se escucha una voz suave, de mujer.
    --- ¿Hola?
    --- ¿Hola, cariño, como estas?
    --- ¿Quién es? Que numero extraño apareció, como si fuera del extranjero.
    ---Recuerda. ¿Será que tú tienes a alguien que te ama y está lejos de ti?
    ---Oooo….Mario, mi amor, que sorpresa. ¿Dime, puedes hablar más largo, o tienes prisa?
    ---Tengo media hora. ¿Qué estabas haciendo?
    ---Estoy casi desnuda, quería darme una ducha. Espera un segundo, me voy a vestir.
    ---No, no lo hagas, quédate así como estas. Pero ve y enciende la computadora, para verte también.
    ---Vale, ahora lo hago.
    ---Abre el Messenger y te llamo de vuelta allí.
    Mario está feliz, y el papel higiénico no falta tampoco. Saben los cabrones como organizar las cosas, dice. La chica ya está en la pantalla, pero vestida.
    --- ¿Por qué te has vestido?
    ---A ver si me dices algo especial, para desnudarme.
    ---Muy bien. Mira, aquí me di cuenta que un beso seria una muy buena cosa para vender por que, en cuanto falte, sube de precio. Nadie se atreve a construir un beso que lo pueda comprar cualquiera, pero yo, por mis necesidades, me imagino como tendría que ser.
    --- ¿En serio? Y como seria este beso, Mario? Me has hecho curiosa.
    ---El beso más completo es un beso que se da entre todas las partes del cuerpo que tienen duplicado.
    ----Mmmm…esto suena interesante, dice Roxy, mirándose las piernas.
    ---Entre las orejas, un poco más arriba, allí está la frente, sitio plano adonde el beso camina con alegría, como un niño en un campo verde, buscando saltamontes. Entre los ojos, un poco más abajo, allí está la nariz, sitio no muy confortable, por lo pequeño, pero fresco por la brisa de aire. Entre los labios pueden estar las palabras te quiero, que son como el desayuno para el beso. Entre los hombros esta el cuello, rio cálido adonde el beso se desnuda de cualquier maldecir y empieza nadar hasta que dibuja una sonrisa.
    ---Ya veo, por que me ha hecho sonreír también.
    ---Entre los senos esta, con una variación de izquierda o derecha, escondido, como adentro de una pared, el corazón. Esto no significa que no recibirá el beso, claro que si, para besar un corazón no hace falta tocarlo, es bastante escucharlo latir.
    ----Que bonitas palabras, Mario, empiezo a tener calor. A lo mejor me quito esta blusa, dice Roxy dejándose en sutien.
    ----Haces muy bien, mi amor, por que mira, mi beso sigua viajando. Entre los brazos esta todo lo que se puede abrasar y allí el toma sus pasos con cuidado, no vaya ser que se pierda antes de llegar a la destinación. Entre las piernas, como no lo vamos a saber…te dejo que adivines, y allí el beso descansa por un tiempo, a veces demasiado, eso por que los besos suelen confundir los labios….
    ---A mí me gusta esto.
    ----Lo sé. También se va a tomar agua, para decirlo de esta manera. Cuando el mismo beso es travieso, entonces da una vuelta y por la curva de las nalguitas sube por la columna vertebral, sube y sube, hasta quedar perdido en los bosques del cabello. ¿Te ha gustado?
    ---Me siento como excitada ahora, dice la mujer quitándose los pantalones.
    Con pasos lentos, Rafael camina hacia el dormitorio. Siente una soledad profunda, tal vez por que podría haber hablado y visto a su esposa. Decidió esperar más, y está contento con esto, le va a servir más tarde, pero sin embargo es difícil tomar decisiones contra todos los sentidos. Dejare estos minutos para cuando me sienta mucho mas solo, piensa. La noche no se deja esperar.
    Por la mañana, temprano, el sol hierve la arena. Un cielo sin nubes, de un azul transparente, casi blanco, vacio como la mirada de un ciego, debajo de cual se presienten llegar lagrimas que nunca llegan a salir. Solamente un águila aparece de la nada en lo alto, parece anclada en el aire, no mueve las alas, sin embargo penetra la distancia de esa inmensidad tranquila. Su mirada observa todo, sus ojos pequeños, de diamante, cortan el tiempo a la vez con la luz, ninguna cosa escapa. Se ve la base militar minúscula de arriba, los edificios como de juguete, tanques, helicópteros, se ven dos puertas de hiero abriéndose, por la cual salen uno tras otros coche todo terreno, marchando en varias direcciones. Uno coge el camino derecho, cortando el desierto por algunos minutos y después sigue algo que parece a una callecita, que tiene, de un lado y del otro, plantas espinadas, como vigilándola. El águila centra de repente su mirada en algo, como si hubiera visto lo que buscaba, y en un segundo encoge las alas y se deja caer como una bala hacia aquel coche. Entre más cerca está, se pueden distinguir los rostros de las dos personas que están adentro, son Mario y Rafael, que lo conduce. No muy lejos, en frente, a unos cien metros, hay un ratón corriendo con locura, asustado por el ruido que hace el motor, por esa criadora que no tiene ni piernas ni alas y sin embargo corre que vuela. Parece tonto, no sabe hacer un hueco en la arena y esconderse, o hacerse de un lado, el corre derecho, adelante, como si quiere averiguar quién es el más rápido. Pero las ruedas se acercan más y más, el ruido es insoportable para él. Le entra el pánico, y sus pies paran, no lo quieren escuchar y cuando mira para atrás, las ruedas están como a veinte metros. Indefenso mira al cielo, implorar perdón, y allí se ven las garras preparadas a recogerlo, abiertas, acercándose todavía más rápido. Es demasiado. Cierra los ojitos, como diciendo la última oración, esperando morir, a lo mejor pensando, por que hay un dicho que dice que los animales piensan cuando nacen y cuando mueren.
    ---Atención, Rafael, que un pájaro enloquecido se quiere suicidar estropeándose de nosotros, grita Mario. ¡Frena ahora!
    Las ruedas están inertes, pero el coche sigue moviéndose, levantando una nube de polvo. ¿Que fue esto? El pájaro ha desaparecido, dejando una pluma. Los dos están tosiendo, ahorcados. En un minuto el polvo empieza sentarse, ya pueden seguir. Atrás, en el medio, cubierto en arena, está el ratón, aun vivo, sin ninguna herida. Ellos siguen hablando de lo que ha pasado.
    --- ¿Por que crees que iba hacia nosotros?
    ---No lo sé, puede ser que creía que eras una rata.
    ---Seguro, sonríe el otro. Mira, que nos acercamos del objetivo, dice Rafael mirando el navegador. En quinientos metros llegaremos.
    --- Es en el medio de la nada. Paremos en la sombra, si podemos.
    ---No hay sombra aquí, es un campo árido y vacio. No bajes todavía, quédate en el coche déjame inspeccionar el área primero.
    ---De bajo probablemente está lleno de minas, que esperan los inocentes a pisarlas, por esto estamos nosotros aquí, para impedirlo. Que ves?, dice Mario después de cinco minutos.
    ---A lo lejos veo las ruinas de un pueblo abandonado, paredes caídas, casas sin puertas y ventanas, se nota que se ha dado una lucha allá. Veo unas montañas desnudas, y no más. El desierto en todo su esplendor.
    ---Bueno, saquemos las cosas entonces.
    ---Este es tu trabajo, mi trabajo es siempre mirar, mirar que no te pase algo.
    ---Cabron, lo tienes muy fácil. Sentadito en el coche, solo volteando la cabeza.
    ---Créeme que después de algunas horas estaré más cansado que tu. No es fácil ser responsable de la vida de un camarada.
    ---De cómo si te importaría mi vida. Venga, hombre, déjate de rollos.
    ---Me importa, además la mía es en el juego también.
    ----Yo empiezo. El territorio es muy vasto, me tomara meses averiguar todo. Hace calor.
    ---Toma esa crema, para la cara. Si no, estarás como un langostino frito por la noche.
    ---Gracias.
    Son las doce del medio día, hora de comer. Mario se acerca del coche como aburrido.
    ---Ya me arrepiento por haber escogido esta profesión. Casi nunca se encuentra lo que se está buscando.
    --- ¿Y no te alegras?
    ---Me alegro, pero aun así, sabes lo que te digo. Cuando era niño, me regaló mi padre un detector de metales. Todo el tiempo estaba buscando monedas en los parques. Terminada rendido, apenas encontraba para comprarme un helado. Que rico seria tener un helado ahora.
    ---Tenemos conservas de pescado, pan y aceitunas.
    ----Menos mal que has traído agua .Esta fría?
    ---Tiene la temperatura del aire.
    ---Joder, casi hirviendo.
    --- El primer día es así, difícil de aguantar. Poco a poco te acostumbras, ya verás.
    --- ¿Tu trajiste dinero contigo?
    --- ¿Por que me preguntas esto?
    ---Por si salimos a la ciudad, en un domingo.
    ---- ¿Te acuerdas que no hay domingo aquí? El capitán lo dijo.
    ---Pero tampoco vamos a estar como en una prisión. Para cuando haya tiempo libre, digo.
    --- No traje dinero.
    ---Yo sí.
    ----Come ahora, y después comeré yo.
    ---- ¿No comemos al mismo tiempo?
    ---Tengo que vigilar. La estadística dice que cuando mas distraído estas es cuando comes. Cuando termines, coges tu los binoculares, así puedo yo comer tranquilo.
    ---Vale.
    Sentado debajo de una sombrilla, Mario come rápido los pocos alimentos que tienen y después se queda observando la lejanía, mientras come Rafael.
    ----Ya hice un buen trozo de esta mañana. Podemos mover el coche allá, para que estés más cerca de mí.
    ---Hagamos esto entonces. Sube, dice Rafael, metiendo la llave en el contacto.
    ----Espera que me quite la chaqueta, que me sufoco. Tienes que parar donde ves el signo que he dejado.
    Mario coge su equipamiento y se aleja otra vez, caminando con cuidado, atento a cualquier ruidito que puede hacer la maquina. De vez en cuando, abre una botellita y toma. Rafael, con su metralleta, mira con intensidad por los binoculares. Así pasan las horas. Los dos están sudando y sienten la piel ardiendo. Ya casi tienen que regresar a la base.
    ---¿Que haces allá?
    ---He encontrado detrás de esta roca, en la poca sombra que hay, una flor, de color azul, muy perfumada.
    ----Vaya, una flor en el desierto, no lo puedo creer.
    ---Las flores tienen sus desiertos y los desiertos tienen sus flores. La recojo y la pongo a secar, para tenerla como recuerdo.
    ----Cógela y vámonos, que para hoy se acabo. Me escuchas?
    ---Si, ya regreso. Pero tienes que hablar más fuerte a este teléfono, que no se entiende bien.
    ---Súbele el volumen, que yo casi grito de aquí.
    Han empacado todo muy rápido. Se siente una frescura ahora, en la tarde, y un silencio roto por el ruido que hacen las balas, en algún lugar donde hay un combate. Al llegar, un soldado coge el coche y se lo lleva, seguramente a revisar, para que mañana este en buenas condiciones. Y ellos, con prisa, van para los baños, a ducharse y afeitarse. Antes entregan las armas y el equipamiento en una ventanita, a una persona que asegura que estén en pleno funcionamiento el día siguiente. Que rico es sentir el agua mojándote después de haber sufrido ese calor, que rico es poder acostarse en una cama limpia y mirar al techo sin preocuparse por nada. El dormitorio es pequeñito, casi no hay espacio para moverse, con solamente dos camas y una mesita que las separa, donde descansa una lamparita de dos cabezas, con una luz suave, y un espejo grande, hecho de una película metálica, que cubre toda la puerta. Así cuando sales parece que vas a entrar en ti mismo, confundirte, es algo mental, que fortalece, para no llegar a no saber más quien eres, pierder tu identidad. Todas las cosas tienen una razón de estar organizadas, como lo son, detrás de todo hay una filosofía que intenta ayudar a mantener la lucidez.........continuara.....


































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    #1
  2. Cinarizina

    Cinarizina Poeta que considera el portal su segunda casa

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    17 de Septiembre de 2010
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    Hola amigo prisionero, celebro tu regreso, leí hasta el final tu historia, pero como continuará, me reservo el comentario. Por lo que leí, me dejaste al menos con la intriga. Felicidades y un abrazo para ti.
     
    #2
  3. ROSA

    ROSA Invitado

  4. prisionero inocente

    prisionero inocente Poeta que considera el portal su segunda casa

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    gracias, amiga, por hacer el esfuerzo y leer mi prosa, muchas gracias.
     
    #4

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