El amo del mundo.

En vivo y en directo,
transmiten el contenido de su programa televisado.
Me encanta verlos sonrientes, aunque estén en apuros.
Decoran con murales la muralla. Son los vigilantes de la playa.





Me los encontré, cierto día, caminando por la calle.


Les invité a tortilla de patatas. A un croissant con mantequilla y mermelada.
Y a un café descafeinado. Luego, se despidieron haciendo un gesto muy ordinario.
Enseñaban el dedo corazón, levantado hacia arriba, con el resto de la mano, cerrada.
Eso, ¡ Qué significa !


Ahora, estoy aquí, solo. En mi sofá, comiendo palomitas de maíz, y sorbiendo una granizada de limón.


Y me pregunto:
¿ Por qué les dedico mi tiempo libre ? ¡ Seré maricón !
Soy demasiado sensible y me duele lo que me han hecho.
¡ Tendré que tirarles del pelo y arrastrarlos !


Mas soy bueno, en el fondo de mi ser. Sonrío. Soy el dueño del planeta Tierra.


Más gracioso que el príncipe Carlos.

 

Ay, Nommo.
Al pasar, te miro desde afuera.
No le des más vueltas: no hay salida,
Sino la salida.

 

¿ Me ves desde fuera ? Claro, porque yo estoy dentro de mí mismo.
¿ Cuál es la salida ? Actualmente, para mí, el cigarrillo de tabaco.
Pero poco a poco, voy integrando mi Ego o complejo de superioridad.
Y entiendo que tengo el deber de agradar a los demás, y además, el Derecho a agradarme a mí mismo.
Un ten con ten. Eso me sacará del círculo vicioso.