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El amor de Miguel O. -Pag.41 ( La Mirada de Dios)

Tema en 'Relatos extensos (novelas...)' comenzado por Julius 12, 13 de Noviembre de 2022. Respuestas: 13 | Visitas: 1577

  1. Julius 12

    Julius 12 Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Prosigue redacción» Pág. 47 - 12 de febrero de 2023.
    La vio por primera vez durante la presentación que hizo Lucy Prat de Ludían ante los invitados: quienes solamente le prestarán atención cuando ella, dúctil, forjase el momento. Curiosamente su insistencia, similar al de una maestra escolar, intentaba poner algún orden en los obcecados y en los parlanchines quienes, aparecían distraídos y prestaban relativo interés. Entonces, Lucy Prat se dominó y con empeño persuasivo, imantó por unos momentos la atención de los distraídos. Al dominar hábilmente su anhelo, debía improvisar algún discurso que despertara algo de expectación.
    Durante aquella reacción favorable, ella apaciguó su disgusto y los bailarines volvieron al carril anterior: Ya conforme, y siguiendo su señal, Ludían la siguió hacia el interior de la casa. Miguel O. creyó que el súbito cosquilleo ( que lo atrapó con el poder inesperado y del cual tuvo consciencia debido a la confusión que experimentaba), las siguió enseguida. Pero en realidad al perderlas de vista: siguió el rastro hacia la ajetreada cocina, de donde se esfumaron en un santiamén. Por lo tanto dedujo dos alternativas: que se instalasen en el parque, ( adyacente a la parte trasera de la cocina), o que hubiesen ascendido, por la escalera caracol, hacia las habitaciones privativas de la planta alta.








    Pág. 48

    «Eres tan hermoso» (Du Bist Scôn)
    Después de la entrega amorosa, la proyección abarcó la fase contradictoria que la resintió, pero de un modo paradojal surgió en Ludían el torbellino de las emociones del cual se desató aquella fuerza nítida e inexorable que la desconcertaba: al menos por el momento se trataba de un conato de la duda interviniendo. Eran esos instantes raros en los cuales avanzaba por un pasadizo donde, como un látigo, chasqueaba el sentimiento angustioso, causándole pánico enredándose en la indecisión del sendero que no podía desechar con facilidad. Cada vez, permanecía allí obnubilada por el estupor. Sin embargo, al alejarse de la serie de pensamientos amenazadores, volvía a centrarse en la serenidad y con su estabilidad emocional, alcanzaba de nuevo la mirada destellante y esplendorosa. Desde ese punto, retornaban las señales atávicas de los estímulos sensuales: de modo que quienes la cruzaban (en cualquier espacio) admiraban en la ondulación de su marcha la sensualidad del bello cuerpo, y la aureola brillante y sedosa que tal vez fuese un objetivo fidedigno como procrear el amor en la destilación de la grandeza, y en la rémora del corazón rebosante de la emoción más dulce parecerían quedar disueltos todos sus latidos; sin embargo, la pasión de Ludían, perpetuaba la desmesura: era perdurable y continuaba gestando la ingenua alegría del comienzo: ya sin más anhelos, sin más tumultos, ni chabacanería…
    La confusión pasional se coligaba con la tendencia a serenarse, de manera que Ella retornaría al comienzo del arco iris. Del rostro singular de la cordobesa fluía la dicha esencial: El más puro estado de la dicha irresistible, con el aporte del hormigueo en su piel, prefigurando el fragor de la pasión y la sublimación.
    En tal magnitud de las sensaciones de esos días, Miguel O. se desconcertó, como si desde el estado anterior de aislamiento, ella hubiese transitado por el actual estado de la gracia compartida. Sin interferencias, ambos continuaban con la urgente necesidad de seguir explorando la totalidad del amor.
    De aquella manifestación perturbadora de la cordobesa resaltaba lo inesperado: lo inefable; por ejemplo: cuando alguien la miraba con insistencia, invariablemente se sonrojaba y, ante una pregunta halagadora, un requiebro o el piropo, abandonaba su tarea de escritorio alejándose con sus mejillas ruborizadas… Invariablemente, al ser rozada por las cuerdas de su instrumento espiritual más sensible se abstraía en una nota diluyente y en la confusión vergonzosa.
    ¿Acaso, no era inherente a Miguel O. asediarla con su fuerza seductora, lo cual hubo de ejercer al comienzo y durante el intenso proceso amoroso?










    Página. 49
    El domingo salieron del departamento con presteza. Aparentemente, sin rumbo y a paso enérgico, recorrieron trescientos metros por la Av. Directorio. No obstante, en un arranque imperioso, alejado de su pasividad habitual, al final de la tercera calle, ella dobló a la izquierda, en la esquina, y él se obligó a seguirla, pero, aunque desconcertado, reservó un poco más de su curiosidad. Ludían había acelerado el paso en tal forma que pareció participar de una competencia pedestre. A Miguel O., le causó gracia tal determinación, de modo que tragó como pudo la risita socarrona y al ponérsele a la par, preguntó:__ ¿me pierdo de algo?
    — Es que hoy no me interesa la misa: solamente quiero experimentar la sanación mística— dijo mirándole con apariencia inmutable, aunque conteniendo la repentina excitación.
    —¿…?
    Y, luego, agregó impaciente:— es que necesito canalizar mi necesidad devota en otra forma.
    En ese momento, en la Iglesia San José de Calasanz, una vez cerrada la liturgia de la misa, los feligreses, al salir purificados, formaron corrillos en el cordón de la vereda hasta desbordarla; precisaban de algún modo agruparse y en sus fisonomías reconfortadas patentizaban el entusiasmo.
    A medida que el interior del templo recuperó el silencio; la quietud, en todo el ámbito, rezumó el poderoso aroma de las velas apagadas y los sahumerios.
    En realidad, gradualmente, la expectación y el murmullo general se atenuaba y solo restaban los fieles aún dispersos. Muchos devotos habían apreciado en los altares y en el atrio un jardín de estatuas de santos y de ángeles con velones encendidos, que secundaban el trasfondo de cada actividad. Es probable que, por costumbre, los feligreses persistiesen en un modo de desplazamiento exhaustivo por cada sitio, no obstante, se destacaban sobre todo ante el altar de la Virgen y en recogimiento en el de la crucifixión. Por su parte, Miguel O., precedió a Ludían por las estaciones del viacrucis. Ese fue el comienzo. Luego, a uno y otro lado de los bancos monásticos, prosiguieron con los altares laterales. En el de la Virgen, flanqueada por dos ángeles, tamaño natural, emanaba la estremecedora sugestión de algún modo vívido, real.
    Ludían se dio cuenta del significado de su búsqueda del universo espiritual. Para Miguel O., se trató de la fusión prodigiosa que la incluía: y a la lumbre de los velones, con sus pequeñas manos reposadas en su pecho, completaba la sensación cósmica de la piedad: y tal perspectiva componía la figura simbólica del arcano totalizador, (tal vez poco frecuente o irreconocible fuera del ámbito litúrgico). Miguel O., suponía, además, la propia compulsión. Aunque se inclinaba admitir lo excesivo, pensó que los velones refractaban una ilusión óptica.
    Durante su travesía por la vereda de la plaza, con el sol a pleno y su andar distraído, lo sorprendió la inesperada fulguración azul etérea de su aura: luminiscencia que, desde su perspectiva, sobrepasaba lo mensurable. Esa noche la obsesión del aura ilimitada pareció situarse en los prolegómenos del acto amoroso: entonces con prontitud fue él quien decidió apaciguar de una vez sus inquietantes, desvaríos. Lo había atrapado cierta confusión y como debía salirse de la falacia, se dijo que si creía en aquella ilación también sería verosímil disponerse abrazar a un ángel, lo cual, al considerar aquel resplandor como absurdo e imperdonable, hubo de desecharlo hasta que tuvo la certeza de que se esfumaba paulatinamente.
    “Continúa«»
     
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    Última modificación: 30 de Marzo de 2025
  2. Julius 12

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    «Prosigue redacción» Pág. 50.

    «El amor despierta intensidades, la percepción las agudiza; tensa las emociones y cada gesto, cada palabra, renueva la gestación primaveral».

    Una vez que Miguel O., estuvo metido hasta el cuello en el laberinto emocional del Amor, dio por sentado que también ella lo estaba: necesitaba reafirmar su idea de que ni ella ni él podrían ya salirse de él. En tal conjetura, la trampa amorosa quedaba constreñida en la postura definitiva; sin embargo, aunque hubiese estado solo al acecho, se trataba de una plenitud idealizada que desembocaría en el matrimonio como el río desemboca en el mar. Tal postura era tangible y absoluta: no existía ningún poder que la alterase, para él la única posibilidad era quedar fijada en el devenir indisoluble.
    Confiando ciegamente en la solidez de la relación con Ludían, él acudía cada día a su trabajo escuchando la voz interior de su amada— como mimesis del alma— que resplandecía melodiosa, y murmuraba en secreto:— «Nos perpetuaremos en nuestro hogar adonde al cálido resplandor de los días acunaremos nuestros bebés».— Todo lo cual afirmó su convicción de que el anhelo de una pareja tendrá por fin el ceñirse a etapas duraderas previsibles. Lo cual, por otro lado, identificaba el sentimiento amoroso con el mito romántico que sostiene que para cada quien existe un cada cual; sería la equivalencia con el final predeterminado, o si se prefiere, la señal inequívoca del consentimiento del Universo para quienes eligen amarse, desaten la creación del propio paraíso durante el tiempo que les toca vivir en la tierra…
    Aunque esta maravillosa idea a él lo tentase como una realización posible, sin embargo, en la primera de cambio, una contrariedad la hizo zozobrar.
    Esto ocurrió durante el paseo del domingo por la Costanera: habían visitado la reserva ecológica y hacia el mediodía arribaron al aeroparque. La gente detrás de la valla, que separa la pista de aviones del estacionamiento, despedía a los viajeros que subían lentamente la escalerilla. Parecía un buen pasatiempo tener en perspectiva la salida y llegada de los estruendosos Boeing. Con la tibieza del sol sobre sus cabezas, curiosearon las maniobras de situar el despegue rumbo a Bariloche.
    Miguel O., tenía a Ludían, tomada de la cintura, quien con la cabellera recogida y los jeans blancos, parecía una adolescente expectante y feliz. El penetrante silbido del avión había cedido mientras los pasajeros turistas se acomodaban en el enorme cubículo. Ciertos indicios hacían suponer que la mayoría eran recién casados y culminaban en el proyecto de la Luna de miel. Miguel O., motivado, le indicó a Ludían una de las felices parejas y comentó:
    — Si quieres muy pronto haremos el viaje como ellos…
    La respuesta inesperada lo asustó:
    — No me parece tan buena la idea de casarnos.— dijo mirándolo con fijeza pero sin frialdad.
    Quedaron en silencio. El comentario siguiente se fue apagando a la medida del estrépito de los motores, cuando el avión se aprestó a corretear por la extensión de la pista hacia el despegue.
    — Si nos casamos estaríamos juntos para siempre…— Dijo él con ansiedad y lo repitió con desesperación.
    Todavía con el agudo silbido llenando el aire, ella elevó la voz, diciendo: -- Estropearíamos todo lo que ahora tenemos…
    — Entonces, ¿no nos casaremos? - dijo confundido.
    No hubo respuesta. Los bellos ojos solamente lo observaban con temor. Pero ¿Por qué de repente enjugó sus lágrimas y frenó aquel estallido pugnando desde sus labios?
    Asistieron, acongojados, a la especie de alegoría provocada al tomar fuerza el avión y al comenzar a elevarse cada vez más en la dirección inevitable que progresaba curvándose: mientras, el cúmulo ensombrecido de las nubes densas, predominaban.




    Página.51
    Enredaderas: «El amor o la inexplicable capacidad de darse»
    Cada vez que reiteró la propuesta matrimonial, Ludían entraba en el pánico y en el asedio de la duda que provocaba la «ideé fice» de huir a las sierras. Una vez que pareció superar su compulsión dijo convencida:— «En la intimidad de las relaciones que en algún momento parecieron perdurables, la convivencia es un proceso lleno de fisuras; una vez desmembrado acaban con ella.» Y agregaba:— el puzle intrincado de conflictos termina desvirtuando lo intrínseco del amor.
    También le dio una sensación de intolerancia y una sensación de nostalgia al afirmar: — «los desacuerdos permanentes no solo enfrían la relación, también la destruyen».
    No había recalado en ese punto y al sentir confusión, a su vez, él reflexionó:-Según parece: al dejar de ser un valor necesario, para constituir la familia, el amor tiene límites irreductibles…
    — Si establecemos el matrimonio como una verdad absoluta del amor, es bastante habitual que fracasen la mayoría de los matrimonios, muchas personas de uno y otro sexo, se creen indispensables debido a la fuerza emotiva que predomina en la relación amorosa: pueden ser ataduras que se sobreponen a la intimidad— y es reconfortante sentirse indispensable—, olvidarse de una o de uno mismo con la cabeza ardiendo por el otro: ¿acaso es posible que se pueda ser objetivo en la gama diversa de las sensaciones amorosas? ¿Por supuesto, la abnegación y el perdón suavizan exabruptos, pero si el amor dejo de tener sentido cómo evitar la ruptura?
    — ¡Con ese rotundo argumento, nadie desearía morir en los brazos de quien amamos y (se supone) nos amó!
    — Mira, no es una cuestión del manejo de reiteraciones. Puede suceder o no puede, y en todo caso (y muy a pesar del reconocimiento de nuestros errores), la piedad del recuerdo nos nivela en las reacciones. También existen quienes no pueden dejar de amar, su pasión continúa, es superadora del matiz destructor que la hizo alejarse, o tal vez el periodo del alejamiento y la soledad tuvo también algo que ver, causando el efecto del amor sin trabas.
    —Eso tampoco parece extraño— Dijo Miguel O., y anheló ampliar su idea:— No se puede negar que el amor se conquista con el esfuerzo y el entusiasmo de ambas partes. Es consabido decir que se cae en el amor como se cae en un pozo, aunque sea difícil saber hasta qué profundidad. Al ser el riesgo poco previsible, la pasión conlleva delicias y experiencias que conmocionan, como, intrínsecamente, el juramento de lealtad permanente…
    —Mira querido y mi muy amado —dijo Ludían— ¿Sabes? No tengo dudas respecto a mí, pero sí tengo dudas respecto a ti
    —¡Ajá!— repuso con aire divertido y a la vez descolocado: «me dejas sin palabras».
    — ¿Puedo seguir?
    —Por supuesto.
    A pesar de que tengo dudas respecto a ti, no he negado mis propias dudas:— ¿Seré siempre igual? ¿No caeré en conflictos interminables y sufriré por hacer sufrir a quien amo desesperadamente?
    ¿Comprendes que yo me cuestiono y no creo en mí misma porque desconozco cómo seré realmente dentro de cierto tiempo de frecuentarnos en el amor y la convivencia?
    _ No tengo respuesta ajustada a esa pregunta incisiva; sin embargo, no cabe duda que ninguno de los dos somos perfectos y somos libres para ver el amor como mejor nos parezca. Como suele decirse, vivamos él presente, el hoy o el ahora, y si cambiamos nuestras maneras de pensar, o se modifican nuestras personalidades, prometamos ser sinceros.
    — Mira, hombre amado por mí… Deseo que nuestro amor sea atemporal; sin embargo, tendrá la limitación mortal, por tanto, decaerá y será como un pequeño sol que desaparecerá. Muchos seres que se amaron hondamente sobrevivieron con amor, sin duda, hasta morir, (una o el uno y el otro quedó vacío hasta que le siguió y el amor persistió más allá de la limitación, de la vida). A esto se le llama Amor verdadero y dada nuestras limitaciones tan humanas me parece suficiente…
     
    #2
    Última modificación: 28 de Marzo de 2025
  3. Julius 12

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    «Prosigue en redacción» Pág. 52.

    Ella aún dormía profundamente cuando a las 4- 10 él se desveló. Enseguida se ocupó del paseo del día anterior en el Parque 3 de Febrero (recorrieron de cabo a rabo, el patio andaluz, la casa abandonada y al pormenor el rosedal…), y luego del almuerzo, durante el paseo en bote, con una impronta bien humorada, alardeó con el empuje que daba a los remos para atravesar a buena velocidad la sinuosidad del lago. En tales horas de solaz, Miguel O., fue atacado por la clase de verborragia que no deja resquicio a las interrupciones… Entonces, ¡de qué no habló…! Intensamente unida a la belleza del entorno, risueña, tolerante, Ludían escuchaba la perorata del «Loro hablador» sin detener el merodeo entre los prolijos canteros, abstrayéndose en la colorida diversidad y aspirando los exquisitos aromas de la multitud de plantas en flor agrupadas en desniveles. Con la sensibilidad agudizada durante aquel bello atardecer bucólico; y hurgado entre la fronda, al bordear el lago, ella lo incitó a echarse a su lado y él dijo «¿para qué?». Pero, aún sentado, persistía con la verborrea «ad infinitum», gracias a lo cual recibió de recompensa un beso sonoro en la mejilla y de rebote una carcajada: por lo cual— en una pose pretendidamente solemne—, otorgó de su parte la breve pero gentil sonrisa, aunque sin desistir de ningún modo con su parloteo estelar, aunque ahora el tono decayese hasta la languidez, como si el atravesar una carrera de obstáculos llegase al fin como ocurre con los pájaros que pían, mientras sacuden el acalorado plumaje al pie de la serpenteante y eterna correntada.
    El estrés no tuvo cabida cuando apreciaron en la superficie del lago, el perezoso desplazamiento, donde percibían la vegetación subacuática meciéndose.
    Esa noche, a él le urgió comprobar las fotos reveladas en un local del shopping, durante un paréntesis del paseo. Mientras Ludían se acostó para descansar; con el velador encendido, las barajó y de una ojeada seleccionó dos de las cuatro que la parejita en el atracadero (a quien, a la espera del siguiente turno, le prestó la cámara), capturó a su pedido.
    Miguel O., observó detenidamente las fotos donde ambos sonreían. Dos escenas estupendas en las que, desde la despreocupada instancia, saludaban el futuro. Le prestó atención al gesto nostálgico de Ludían, (de tristeza abismal), revelando matices emocionales sensibilizadores que podían o no pasar desapercibidos.






    Pág., 53

    A la mañana siguiente, cuando Ludían salió de compras, a Miguel O. le sobraba tiempo para revisar nuevamente las fotografías: aunque las considerase frágiles y relativas (¿transitorias?) copias de la realidad: no podía desprenderse de la curiosidad de hurgarlas, lo intrigaban tanto que su interés en pormenorizar y evaluar pareció no tener fin.
    Dejando a un lado el fajo al que el fotógrafo la reveló con gran colorido, dedicó su atención aquellas en las que ambos sonriendo saludan el futuro con una mano en alto: en tales fotos coinciden las miradas, también los gestos reconcentrados, que - en distintas instancias-, él podrá interpretar como pensamientos del porvenir con un dejo triste o de probable añoranza. Lo cierto es que, sencillamente, en aquel porvenir ninguno de los dos pertenecerá al presente, sino al pasado. Sin embargo, por unos segundos desechó aquel transcurrir; prefirió que ese instante crucial le diese validez a otra realidad: tal vez una realidad distinta. En otro sesgo, le resulta desalentador valorar la impresión de lo que una de las fotos consigue fijar: es decir, atrapar del mejor modo, rescatar en aquella pose que cruza el tiempo y a través de la imagen, transferir y grabar una instancia que cree sublime. En ese caso, no vacila en inclinarse a realzar eternamente la belleza de Ludían: sin embargo, Ludían, aun siendo una joven bella, encubre sonriendo el fondo de tristeza visceral, sin conseguir hacer pie en el territorio anegadizo de las emociones, lo cual siempre causaría en Miguel O., un arrebato de comprensión acompañado por el sentimiento de su más profunda ternura. Vale la pena entonces guardar la foto en el álbum de los recuerdos de lomo filigrana, en el cual son verificables tres generaciones. Una de esas fotos es la de sus padres, aún jóvenes y sonrientes, que por mera coincidencia fue capturada en el mismo parque. Sus padres lucen felices: en esa época todavía las fotos eran coloreadas a pincel y tinta, pero el intento cuasi-artístico no la menoscaba. Lo que Miguel O., rescata de la fotografía de sus padres es la emoción de verlos enamorados y jóvenes en la época que ni él ni su hermano existían. Lo que no acierta a valorar de aquella foto es que al carecer de peso, parezca inconsistente, que tan solo refleje un instante fugaz de sus progenitores y no diga nada más de sus vidas: sin embargo, cambia de parecer al superponerla como un logro artístico y luego de la sospecha del suceso que sin considerarlo supersticioso, expone, dando relieve aquel vínculo- tanto a la vista como a la mente observadora--, como si la imagen intentase reflejar un cuadro con una intención artística de belleza casi religiosa.

    «Continuará»
     
    #3
    Última modificación: 28 de Marzo de 2025
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    "Prosigue la redacción" Pág. 54
    Cada vez que él insistió en el tema, Ludían propugnó la opinión de que casarse no auguraba la continuidad del matrimonio.
    - No entiendo tu punto de vista... Decía él con la expresión singular que conseguía dominar la falta de entusiasmo. Me parece inseguro que temas el amor porque temes el fracaso. En consecuencia, crees que no estás preparada para amar.
    - Es probable que en cierta medida sea así. Mis experiencias de vida no fueron favorables en ese sentido y tengo expectaciones - dijo ella-. Además, el futuro es aleatorio... Para mí vivir depende del azar. Mi crianza fue en esa forma- dijo y por un momento se ensombreció su rostro.
    -¿No tienes fe?
    - Tengo fe, me muestro tal como soy...

    Página. 55
    ¡Cielos!
    Sobre la amistad con Jazmín.
    Desde la primera juventud Ludían guardó resquemor a las relaciones comprometidas. La experiencia de sus padres (quienes habían conseguido superar la soledad y se amaron hasta el delirio, pero, cayeron en la desgracia de morir aún jóvenes, en el luctuoso accidente durante uno de sus habituales viajes de trabajo...) vedó las expectativas respecto a incursionar en el terreno del amor.
    Sin embargo, el acercamiento hacia la relación inesperada ocurrió con su amiga Jazmín. Ambas, llevaban vidas similares; ambas eran huérfanas y desde el comienzo escolar, concurrían al mismo internado. Padecer el mismo relato, hacía que existiesen la una para la otra; veían el mundo exterior con curiosidad, y alguna hostilidad, pero sin tomar consciencia, como indiferentes al devenir; durante las vacaciones las visitas eran mutuas; la abuela de Jazmín se alegraba de que se tratasen como hermanas y se protegiesen mutuamente, pasaban juntas mucho tiempo en la casa de la abuela de Jazmín o en la casa de la Tía Lala. Durante el verano eran asiduas al Balneario el Fan tasio, situado en las inmediaciones de Villa Carlos Paz. Ludían, por lo ocurrido a sus padres, era retraída. Amaba la espiritualización y a menudo iba a la Iglesia; por temperamento parecía casi siempre abstraída en fantasías y añorando a sus padres. Jazmín era diferente: no tenía inclinación religiosa y asistía a la misa solo por acompañar a su amiga, era un distintivo que, en su faceta quisquillosa, mostrase el rasgo irresponsable y audaz.
    Sin embargo, la relación íntima se produjo en forma impremeditada (una mezcla del desconcierto adolescente que las sedujo por el momentáneo predominio de la atracción sexual). Esto ocurrió cierta noche de verano del 2002. Ellas solían compartir temas hasta quedar dormidas en una de las camas sin reparar en el avance natural de las caricias y roces que finalmente llevarían a sensaciones, por única vez, de atracción sensual. Por la mañana estaban tan avergonzadas que rehuían hablar. Esa misma noche Ludían la invitó a salir y tomó la iniciativa para la disculpa. Jazmín aseveró que eso le correspondía: atribuyendo a sus sensaciones instintivas la fuerte atracción amorosa que experimentaba y que debían refrenar esos impulsos y distanciarse para superar el error. Dejaron de llamarse y de verse, pero se llamaron y en las dos ocasiones, entendieron que no podían seguir de amigas... En realidad, ambas recapacitaron para superar la vergüenza que las cohibía. Finalmente, comprendieron aquello como un brote inmaduro de la sensualidad y no se reiteró, el resquemor fue diluyéndose con las mutuas disculpas y con el paso del tiempo. Los dos años siguientes se distanciaron y ambas cambiaron hacia otras amistades y relaciones. Jazmín se relacionó con un joven con quien al fin se casarían.
    Ludían se despegó del primer encuentro que despertó su sensualidad, tomándolo como un equívoco y también como un desafío. En adelante comenzaron sus salidas con muchachos que la invitaban al baile semanal del club social de la Villa. Pasaba por alto si encendía la pasión de esos jóvenes, dejándolos hacer siempre hasta un punto, ya que en el fondo le provocaba mucha gracia tomar en serio esos acercamientos; además su Tía Lala la adiestró y ella no estaba dispuesta a cometer torpezas. En realidad, Ludían asumió un paradigma de vida diferente desde la experiencia erótica con Jazmín y poco a poco logró desteñir la importancia de aquel recuerdo.

    Pág. 56.
    "Las fotos volvieron como si todo lo que ocurriese en esos días fuesen capturados con indiscreción por la cámara oculta".
    ¿Para qué el sigilo de pasos... la futilidad en el deseo de arrollar su intimidad y recibir sus besos complacientes?
    El fervor de Ludían en la respuesta y el siguiente repliegue del final, ocurrían a menudo, pero en esa ocasión, Miguel O., desechó el impulso inicial del entresueño que solía obligarlo a levantarse para aprovechar la ducha matutina. Abrió los ojos, inquietos, asombrados, y al entornarlos buscando la silueta que se había deslizado de la cama, precisó un modo diferente de develar, deseaba quitar el velo espeso por el que nunca conseguía entrever las reacciones incomprensibles, las más ocultas de su amada. Asió de la mesa de luz la foto que lo inquietaba, la que parecía ajustarse a un instante perfecto y singular de sus vidas.
    Poco antes, anduvieron por el paseo de los enamorados: la casa descolorida presentaba el creciente abandono y su aspecto medieval, desentonaba: era como si perteneciera a un siglo ignorado, a una época y a un reino diferente. Sin embargo, Ludían susurraba la melodía agradable, difundida con un ritmo agradable y familiar. El melodioso susurro solía llegar hasta el dormitorio donde él escuchaba con ansiosa expectación y conmovido.
    Para Ludían, recordar el tono de la voz de su mamá despertaba reminiscencias, pues, guardaba la conmovedora connotación de la canción de cuna, la primera y única canción inolvidable de su existencia.
    Mientras Miguel O., se desperezó a gusto, recordó que Ludían se adelantaba para tomar fotos de los arbolados: con cada clic que repercutía, ni las sensibles palometas (ni los gorriones que aletearon brevemente y retornaron) mostraron signos de asustarse. Cuando ambos se alejaron del sector sombrío, el calor agrietaba la atmósfera, volviéndola de una pesadez exasperante, insoportable...

    "Continuará"
     
    #4
    Última modificación: 28 de Marzo de 2025
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    «Prosigue la redacción» Pág. 57
    «Más del amor: y la inexplicable fuerza de darse».
    Cada vez que hablaron del matrimonio, ella insistía en que:«no era saludable para la continuidad de la relación, una vez legalizada, la dependencia absoluta.» Tal afirmación a él le producía una emoción peculiar, un deseo muy personal de intimar.
    — No entiendo… ¿Casarse no es involucrarse… un andar juntos durante el azaroso camino de la vida?
    — Eso digo: parecen uno al lado de otra/o. en constante y malsana relación simbiótica.— interrumpió ella.
    — ¡Y qué hay de malo! Tampoco sabemos mucho de nada, para arreglarnos sin ayuda, sin que nadie esté de nuestra parte…
    Resumiendo: a Ludían, no le parecía apropiado para la estabilidad de la pareja, conocerse más de la cuenta, (lo que nos incita a depender, obligando a estar al servicio del otro). En su experiencia, una relación debía basarse en un abanico de libertades expansivas, conscientes y humanizadas.
    Según el punto, en la convivencia matrimonial, debía resaltar la diversidad, de esa manera ambos pueden basarse en un gran esfuerzo para vencer desacuerdos e incomprensiones, dijo Miguel O., en tono meditativo. Lo cual no me parece de ningún modo extraño. El camino que afrontamos puede ser el más florecido, pero también contiene vegetación de espinos.
    —Convivir— insistió Ludían— es curiosamente y— a veces— terriblemente complicado… dijo y de repente se ensimismó.
    —Mira: sin duda las relaciones humanas son complejas y cada quien baraja criterios acordes a las circunstancias: es bueno reconocer y, es sabido, que al suceso del amor le es inherente un gran trabajo por ambas partes.
    En ocasiones, se considera el amor como una fuente de escape de la naturaleza y en realidad son nuestras emociones, (o nuestros sentimientos) tales como en todo ser vivo, cumpliendo el rol de preservar la vida.

    — Miguel… ¿Adónde nos conduce esta pormenorización?— dijo ella de pronto.
    — Estoy tratando de entender por qué no deseas casarte…
    — Por qué… Mira querido, amor de mi vida, mi muy amado, ¿sabes? Yo no tengo dudas respecto a mí, pero sí tengo dudas respecto a ti.
    —¡Ajá! - repuso descolocado.— me dejas sin palabras…
    A él lo impactó esta respuesta que de inmediato lo trasladó a su relación ya pendiente con una mujer casada.

    «Continuará»
     
    #5
    Última modificación: 14 de Mayo de 2024
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    «Prosigue la redacción» Pág. 58
    Por muchos días sería la tarde más significativa y alentadora para recordar; breves y encantadores sucesos de apariencia trivial, se grababan en sus retinas, como el roce sinfónico de la brisa, como el consecuente aroma endulzado del aire y el sol que los acariciaba durante las marchas por el paseo.
    Los aromas peculiares de los jardines a Miguel O., le dieron la certeza de que se reconcentraban en Ludían: ella iba de un lado a otro tomando fotos, rozando las flores, y pasando las yemas de los dedos por cada grupo de canteros, con la tierna levedad de las mariposas.
    Poco después, tomados de las manos, cruzaron el puente convexo y recorrieron un sendero diferente, hacia otra dirección. Miguel O., disfrutaba al integrarse y fundirse a la serenidad del paseo: miraba el cielo sin nubes, solo el celeste inconfundible que relumbraba. Y miró intensamente a Ludían con latidos acelerados al decir con fervor:«¡te amo, te amo, Ludían, mi pequeña, Ludían»! Entonces apareció algo mágico, una traza a otra etapa de la existencia: durante el medioevo. ¿Por qué retrotraerse a un escenario principesco de un Jardín remoto, donde ambos se veían ataviados con ropas de otra época?
    «El caballero, moviéndose con pesadez, se dirigió hacia su dama, quien aguardaba el rendimiento de honores: flexionando la rodilla, quitándose el casco y con expresión grandilocuente, expresó con voz retumbante:»_ Señora, me inclino a vuestros pies, os confieso que durante los años más vacuos pasados con cortesanas, mis palabras fueron pura broma, pues, el sentimiento más noble parecía extinguirse de mi alma. Vengo ahora a pediros que seáis mía para siempre, pues seré tuyo para siempre».
    ¿Intuyó Ludían la promesa imperecedera en la alambicada declaración que en un instante cruzó los siglos? Él pensaba: «unir nuestras vidas, incluye la magnífica decisión de la preciosa aventura.» ¿Pensaba ella en la idéntica forma? Aparentemente doblegada, se apoyó en él y en su inercia se impuso el temblor incontrolable; la aprensión, el miedo.
    - Ludían, ¿Qué te pasa?
    - ¡Te amo! - Y lo besó con desesperación, mordisqueando suavemente sus labios, a la espera del aliento que le quitase el sentimiento inoportuno de abandono y soledad. La retuvo entre sus brazos y al besarla halló sus labios exangües. Él añoró por cierto el fuego del amor. Pero ahora, la dama antigua se había solidificado y sus labios parecían de estatua: de nada servía reclamar los momentos de pasión, de tibieza y ardor, ni los estallidos del éxtasis: al murmurarle al oído que era el amor de su vida...

    «Continuará»
     
    #6
    Última modificación: 17 de Abril de 2025
  7. Julius 12

    Julius 12 Poeta que considera el portal su segunda casa

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    "Prosigue redacción" Pág. 59
    Laura, por momentos, sentía arder sus ojos; la enfurecía el comportamiento de aquel "bueno para nada"
    Cada tanto solía repasar los malos momentos, sus absurdidades durante los meses malvividos en el conventillo de Dock Sud, que la indujeron a las visitas semanales a su hermana Inès, para contar su decisión, de proteger a sus tres hijos de aquel loco de atar al que no podía ponerle límite, ni centrarlo en sus obligaciones familiares, que ella resumía principalmente en que no faltara el pan, la leche, y en la provisiòn de la ropa para enviar sus hijos a la escuela. Pero a pesar de que ya se habían instalado en la casa de su cuñado con cierta comodidad, a las tres semanas de la mudanza a Lanús, Julio O., volvió del debut en el Restaurante de la Costa infectado de Covid. En consecuencia, se agravó todo, pues de inmediato resurgió otra manía, llamada por Laura la maldición del sereno mediante las escenas rituales espantosas que él llamó pomposamente:" experiencias interiores trascendentes".
    Aquel absurdo despliegue empezó durante esa noche, mientras Laura fregoteaba los cacharros y aun tiempo lo espiaba rezongando. Y cuando se largó la lluvia torrencial: con los relámpagos dando sobre la cara lechosa de Julio O. vociferante, mascullando mantras en un idioma extraño, se creìa que lograrìa detener el fenòmeno tormentoso que manifestaron hasta el amanecer. Como contrapartida Laura presa de rebeldìa, tomando el toro por las astas: ya no le permitió dormir más en la misma cama después de lo que había pasado: vale decir la vergüenza de otro embarazo... Sí.: como lo escuchas Inés... Además, subdividió los ambientes:
    "De aquí en más vos, en el fondo mis hijos y yo al lado de ellos".
    Además: ¿era justo, era apropiado que todos los rincones de la nueva casa, y todos los colchones y todos los muebles de todos los ambientes - incluidas las tres camitas de los niños, oliesen a sahumerios?
    Y ya que Julio O., no entendía el idioma del acuerdo, y puesto que no podía frenar sus chifladuras, se embromaba el solito... ¡Era para retorcerse de la risa observar sus rarezas! Comía vegetales crudos, igual que un orangután, luego salía al sereno, donde postrado frente al Pino alto, musitaba con fervor las plegarias escritas en otro idioma sobre aquella tablita jeringonza, que de un modo ostentoso llamaba "Sagrario".
    Varias veces intentaba convencerla de que practicaba un rito inocente pero efectivo para ayudarlo en su vida. "Las fuerzas invocadas son benignas":- decía persuadido-,"mejoran las relaciones y retorna la dicha muy pronto, es la certidumbre de cara al futuro."
    Para Laura, aquel espectáculo era espantoso y ridículo y a veces esas invocaciones que él se empecinaba en repetir con rapidez y tenacidad endemoniada, la conmocionaban, eran invenciones, de espanto, semejaban cosas de herejes, (por lo cual aumentaba su irritación y desprecio.) Sobre todo después de medianoche cuando asomada al ventanal de la cocina veía a Julio O., actuando como poseído, gesticulando, dando revueltas, histérico... Presa de quién sabe que otro pródromo neurótico o psicótico, giraba en una danza absurda y hermética.
    En las madrugadas, cuando borraba de sí mismo el papel del monigote, lo veía sentarse en la posición del Loto, meditando con labios temblorosos, con los ojos en desmesura, congestionados y azules por el frío.

    "Continuará"
     
    #7
    Última modificación: 19 de Julio de 2024
  8. Julius 12

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    «Prosigue la redacción» Pág. 60.
    Durante la semana que visitó a su hermana Inés, llevó un sinfín de malas noticias: eran tan relevantes que empezó por quienes anduvieron merodeando con la intención de entrar a la casa, algo alejada de la Estación de Lanús.
    Dormía en estado de alerta desde que estaba sola y al cuidando de los niños. La inquietud y la zozobra la experimentó un martes a las dos de la mañana, al escuchar el manipuleo, abrió los ojos y nerviosamente buscó el número del celular de Julián. Al reiterarse el manipuleo se sobresaltó y enseguida de hablar con él -que prometió avisar a la patrulla de la zona e ir a verla lo antes posible-, ella volvió escuchar con nitidez el forcejeo en la cerradura de la puerta de entrada; entonces suponiendo que eran rateros, venciendo su temblequeo corrió de inmediato al cuarto donde dormían los niños y sin preámbulos los hizo levantar. Con rapidez los enfiló de a uno al placar, aplicando la consigna del mayor silencio; pero murmurándoles que debían permanecer callados,sabía que allí estarían protegidos. Al afrontar lo imprevisible había tomado una decisión previsible. Pero debía vencer primero la aprensión del revolver de su cuñado que extrajo con precipitación de un segundo cajón oculto debajo de la mesa de luz. Además, se proponía dominarse para sostenerlo (aunque fuese con ambas manos) y además de que era capaz de disparar de ser necesario (lo cual significaría trasladar su terror a los asaltantes.) El siguiente paso fue recorrer sigilosamente el pasillo, persignándose, y no olvidando que debía obrar para impedir que los facinerosos accediesen al interior y, puesto que quien golpea primero supone que golpea dos veces, usaría el arma que no sabía usar y en algún momento se le ocurrió también que lo más seguro sería atalayar la puerta con dos listones sólidos, entrevistos en el cuarto de trastos, que serían útiles: con un martillo se empeñaría en incrustar los clavos que había en la caja de herramientas contra los marcos, conformando al fin una especie de cruz (como si en el trasfondo buscase simbolizar la protección del Señor).
    Y de pronto todo comenzó a ocurrir con insólita rapidez: a los intrusos, además de obturarles el cerebro, el bochinche de los martillazos, los desconcertó. Aquella mujer que vociferaba adentro y tan solo porque pretendían llevarse algún artefacto… o cualquier objeto de algún valor. Prontamente, desistieron, por causa de la balacera lanzada por el ventanal que daba a la calle y, ya que la«» marrana defendía su bastión con tanto empeño, imaginaron una mujer gigantesca sin miedo ni al mismísimo diablo y se atribularon, pues, no estaban dispuestos arriesgar la vida por unos artefactos miserables o por unos pesos desvalorizados y paradójicamente tener que resistir aquel despotismo con malos tratos…
    Los seis disparos de Laura aturdiendo la madrugada, al parecer fueron suficientes para que todo volviese al silencio casi suntuoso. Laura renovó su interés por el revolver que, nunca antes, se hubiese atrevido a usar: considerando que tal porquería vaciadora de plomos no solo estaba diseñada exclusivamente para matar. Con el agregado para nada despreciable, que los facinerosos, rateros, o como se los denominase, trastornados por los martillazos, batiendo clavos, aliados a la balacera disparada desde el ventanal sumado a las vociferaciones de la víctima, se miraron entre sí, y al ruido y a los bocinazos de la camioneta 4 x4 tiraron los ocasionales cuchillos poniendo pies en polvorosa.
    En aquella ocasión memorable, aquel montaje de la carga letal, los gritos destemplados de Julián, el hermanastro de Laura y los gritos desaforados de esta, los sojuzgó en tal forma que salvaguardó a la familia de una probable tragedia.



    Página. 61
    - No quiero abortar, Inés…
    - Desde cuando crees que estás en embarazo.
    - Pasó ya un mes… y empezaron los miedos…
    - ¿Por qué no consultas? ¿Te puedo acompañar?
    Dos días después, hizo el estudio ecográfico con buenos resultados. Laura volvió feliz, para su tranquilidad, el examen dio negativo. Pero descubrieron algo en el útero (Lipectomía)que proyectaban extirpar el mes siguiente.
    -Ponte cómoda -dijo Inés.
    -Prefiero ayudar a hacer el té.
    Una vez sentadas, aprovecharon la ausencia de los niños que estaban mirando la televisión y se notaban calmados.
    Laura estiró en el sillón las piernas entumecidas, luego las cruzó de un modo elegante. Inés la invitó con un cigarrillo, que ella no aceptó. Inés fumaba desde que estaba sola con sus hijos. Lo encendió mientras comentaba que la madre, ahora, arremetía contra su medio cuñada y que esta parecía incapaz de rebelarse.
    - Estuve de mamá: Marta es su nuevo chivo expiatorio.
    - Antes era Yo- repuso Laura - lo mejor de haberme ido es que no aguantaba sus maneras.
    Pero quiero que te sientes porque necesito contarte algo que ocurrió luego que Julio O., se fue a la costa…



    «Continuará»
     
    #8
    Última modificación: 2 de Junio de 2024
  9. Julius 12

    Julius 12 Poeta que considera el portal su segunda casa

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    «Prosigue la redacción» Pág. 62

    En el atardecer de la Nochebuena, Ludían merodeó por las galerías del centro comercial. Se movía de forma imprevista, y no lograba redondear el acierto del regalo para Miguel O. Fue a tres lugares de la Galería para elegir y cuando creía haber obtenido el obsequio adecuado, se desilusionó y salía con la cara enrojecida.
    En un bar pequeño frente al local de un Shopping, sentada frente a un café, anotó la serie de ocurrencias posibles para él. Después de beber su café helado a la española salió airosamente en la búsqueda: en las disquerías ya no se estilaban los CD: promocionaban programas Spotify y se exhibían tarjetas alusivas con augurios en diversos idiomas. Volvió al café y escribió un pequeño poema de amor en una tarjeta. Luego dibujó flores suaves en su corazón. Aquel emblema, al reflejar la alusión, para su gusto, era el apropiado. Había hecho otros intento: por ejemplo, un corazón palpitante cruzado por una flecha simbólica, (el amor no se resignaría a los límites),-- ella lo concebía de un modo atemporal-- y era deseable que ningún infortunio lo perturbara.
    La concepción absoluta del amor no era cuestionable para Ludían, pues— según su mirada y su punto de vista, permanecía sellado en ambos corazones amantes. La sugerencia simbólica del regalo se correspondía, con una fuerza silenciosa y dinámica y, sin duda, ella lo concebía como un estado de conciencia adimensional: una síntesis de la más pura emoción, como los arrebatos tormentosos de la tierra, y el ya colmado y evanescente aura— perpetua de ambas almas y de ambos espíritus.
    Él llegó cerca de las diez cuando ella preparaba la cena y al pequeño árbol navideño se le agregó otro regalo. Cuando brindaron ambos empezaron a llorar, en silencio; dejaron las copas del brindis y se abrazaron y cada cual lloró y ya no pudieron parar de llorar por largo rato… (cuando se ríe con el alma tampoco se puede dejar de reír…) Y pensaron conmovidos en el breve transcurso que toca a cada quien en este proceso vital que siempre es un milagro (como toda vida) y en cuantas experiencias buenas u horribles, se pueden tener durante ese periodo. Y también se enfocaron desde la niñez: agradecidos por haber alcanzado una parte buena y estimulante de tal proceso como un logro de la sensibilidad; y aceptaron con entusiasmo que estaban inmersos en el presente, tal vez alejados de los padecimientos y de la incomprensión. Ambos querían dejar atrás las intolerancias, tener contacto con sus acciones y desechar enseguida la nostalgia.

    «Continuará»
     
    #9
    Última modificación: 18 de Enero de 2025
  10. Julius 12

    Julius 12 Poeta que considera el portal su segunda casa

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    «Prosigue la redacción» Pág. 63
    Por un estado especial del alma, el último paseo por el rosedal, retrotrajo a Miguel O., al accidente en el Paseo de la Infanta, adonde al derrumbarse una escultura de metal de 270 Kilos y unos cinco metros de altura, exhibida en una terraza al aire libre, aplastó a una de las niñas que jugaban debajo. Marcela Iglesias (5 de febrero de 1996), murió de inmediato; a las dos compañeritas de juego (Lucía Acosta Ryan y Antonella Mazzarino), que se salvaron por milagro, aunque resultaron con heridas y traumas sicológicos, lograron salvarles la vida. (Clarín 6/12/1996)
    Este accidente afectó profundamente y por extensión al público que se interiorizó. Miguel O., como a otros, le dolió y lo indignó: un vehemente anhelo de justicia le traspasó el corazón: Puso seria atención a las derivaciones: en días sucesivos leyó las notas sobre el caso y las ulteriores consecuencias. De las pericias se concluyó que la caída de la escultura de hierro podría haberse evitado si esta hubiese estado debidamente soldada a la base. Por lo cual, el escultor y la dueña de la galería de arte resultaron procesados por homicidio culposo y lesiones culposas...
    Por parte de la Policía - pericia preliminar— se confirmó que el material de la escultura estaba corroído y oxidado, además las soldaduras que la fijaban a la base estaban mal hechas y eran insuficientes (sic).
    «La galería de arte Der Bruck e» La Nación. Com- sin barreras 8/7/2006) había organizado un encuentro cultural en el que Danilo Danzinger (el escultor) construyó e instaló la obra de 270 Kilos. «Un peritaje demostró que tres de los cuatro puntos de apoyo de la estructura estaban sueltos y la obra había sido emplazada sin permiso.»
    El diario Clarín Digital (Correo de lectores) dice sobre la causa: «Procesan a seis personas por la muerte de una nena: son el autor de la escultura, la dueña de una galería de arte y cuatro funcionarios municipales. Cinco están acusados de homicidio culposo y lesiones. Pero como es excarcelable, no hay nadie detenido».
    «El Juez Luis Schegel decidió procesar seis personas - señalan los imputados, aclarando que los funcionarios municipales eran del gobierno de Jorge Domínguez y agrega:- a diez meses de la tragedia... el Juez firmó el procesamiento de seis de los implicados en la causa».
    Aunque se trate de penas excarcelables, porque tiene un máximo de tres años de prisión, los funcionarios municipales podrían quedar inhabilitados por varios años para la función pública.»
    Pericias posteriores: realizadas por especialistas de la Superintendencia Federal de Bomberos de la Policía Federal, determinaron que la pesada escultura fue derribada por fuentes vientos que se registraron ese día en la zona y que alcanzaron unos 24 kilómetros por hora.
    Los peritos también demostraron que la caída podría haberse evitado si esta hubiese estado debidamente soldada a la base. Por el hecho, el escultor que hizo la obra, la dueña de la galería que la exhibía y tres funcionarios comunales fueron procesados por el delito de homicidio culposo, caso que quedó a cargo de la jueza Susana Nocetti de Angeleri. (La Nación. com. sin barreras.)
    El 15 de diciembre de 2005, la cámara de casación, resolvió, en fallo dividido, la prescripción de la causa, haciendo lugar al dictamen de la jueza del caso, así lo había informado Eduardo Iglesias, padre de Marcela.
    Inmediatamente, al declararse la prescripción de la causa, los cinco procesados fueron sobreseídos; naturalmente, los padres reclamaron ante la corte suprema de Justicia para que revea el fallo de la prescripción de la causa.

    Página. 64
    Ludían trotaba llevando la delantera y, al voltearse, lo vio abstraído en el lugar de la tragedia, entonces retornó. Él se explayó en lo sucedido, y ambos lamentaron por igual el triste suceso. Reemprendieron lentamente la caminata y Ludían procuró calmar la opresión que él sentía. Sin embargo, proseguía la abrumadora idea del luctuoso «accidente» y las deducciones y presunciones:
    Por ej. la versión que presumía la responsabilidad del escultor quien, ante la autoridad correspondiente, atribuyó la responsabilidad del «accidente» a la dueña de la galería de arte.
    Por otra parte, estaba involucrado Ferrocarriles, de manera que la cabía culpa al Estado. (Esto lo afirmaron los inspectores comunales, quienes sostuvieron que» en ese predio, el control le correspondía a Ferrocarriles Argentinos.»)
    Ahora bien, ¿qué se puede decir respecto al material oxidado en partes vitales, mal soldado o sin soldar? ¿No fueron acaso fallas comprobadas?
    De todas formas, en el transcurso de la investigación de estos pormenores se supo que los abogados defensores hicieron cerca de 80 planteos buscando demorar el juicio oral y público. La cuestión era sacarle el Sambenito a la empresa, achacando negligencia al Estado, vale decir, a la Nación.
    Desde este punto de vista es asombroso que no haya culpables o que los culpables siempre sean otros y sucesivamente otros (es decir: sean entes nada más que entes.)
    Durante el juicio, el abogado defensor, que llevó la voz cantante, mostró ambigüedad ante la grave acusación de homicidio culposo. Durante el proceso alegó que en el momento que las niñas jugaban debajo de la escultura, una fuerte ráfaga impulso la caída. Por lo tanto, cabía deducir que el criminal en definitiva fue el mal endiablado viento. ¿Es posible retener en prisión un ramalazo de aire criminal?
    «Continuará»
     
    #10
    Última modificación: 8 de Abril de 2024
  11. Julius 12

    Julius 12 Poeta que considera el portal su segunda casa

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    «Prosigue en redacción» Pág. 65
    El horror está invadiéndolo todo, siempre y en todas partes…

    - El concepto del alma negra de nosotras, genera un parangón con el alma negra de ustedes- comentaba Ludían-: y cuando algo nos obstruye produce fastidio y nos volvemos extremas (por ej. al frecuentar lo irracional.)
    Este comentario de Ludían, vertido antes de salir a cenar y al cine, continuó durante el camino:- El artilugio- baluarte de la actuación, anexado durante la crianza, está divinamente justificado cuando nos hieren, luego nos vemos tan francas. Sin embargo, la diferencia es que somos impredecibles al rehusar la justificación del error de los demás: también deseamos que los sucesos estén de acuerdo con nuestra peculiar interpretación, como, por así decir, un punto de vista abierto que constantemente se modifique…

    «Necesitaba inventar otra ilusión»
    «J’ae Donné la main à mon petit…»

    Un día antes de viajar, Miguel había pasado un par de horas en el Victoria con sus amigos: en un local muy amplio, con billares y el desborde de locuacidad que traspasaba los límites de lo tolerable (todos estaban muy nerviosos y, sin poder disimularlo, generaron un malestar generalizado, sin motivo aparente, pero algo misterioso), los dueños del Local culpaban de los excesos y el griterío a los malhablados, y a quienes se sulfuraban golpeando mesas y haciendo volar las cosas. El Público, asombrado (ya que nunca habían ocurrido tales demostraciones), se rascaban la cabeza: hablaban uniéndose con los dueños para sacar a la patota de insensatos a la calle donde la lluvia torrencial seguramente los calmarían. Por fin, algunos arrepentidos pidieron disculpas, poniéndose genuflexos y exagerando los mea culpa… Una vez exonerados (lo cual fue negociado entre los involucrados de ambas partes), retornaron a las mesas reacondicionadas, a beber más cafés y a pagar recargos por las anteriores consumiciones desperdiciadas…
    El propósito de estos actos era buscar justificaciones obtenidas de los pelos: los involucrados les achacaban la sublevación del sambenito al tiempo desastroso que se había pasado desde el día anterior, debido a que se encontraban estancados en el Café: sorprendidos por la constante entrada de nuevos clientes que no comprendían qué sucedía debido a aquella multitud exaltada.
    Pero ellos, vehementes, daban el testimonio verificable de sus razones: acusaban a los múltiples paraguas sofocados como en un colectivo lleno; presionando unos contra otros en la serie de percheros cercanos a la puerta giratoria…

    «Continuará»
     
    #11
    Última modificación: 12 de Mayo de 2024
    A silveriddragon le gusta esto.
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    "Prosigue la redacciòn" Pág. 66
    Cuando el taxi ligó con la aglomeración vehicular de la Av. Corrientes, los reiterados chubascos de la tarde invernal obligaron a la inextricable fila del tránsito, que avanzaba a los bocinazos, a colapsar. Ludían, impaciente, hizo detener el taxi en un resquicio de la esquina: al descender la recibió el décimo chaparrón, pero muy resuelta, se entreveró en el apiñamiento de paraguas abiertos y mediante escaramuzas, entró al vestíbulo sonriente y triunfal. Las bolsas del súper que portaba dejaron charcos en el ascensor y el palier. En la pileta de la cocina, se deshizo de la carga y volvió con los enseres para secar cada charco. Suspiró con alivio cuando pudo prestar atención a su persona. Mientras pensaba en los preparativos para la cena, se adormiló bajo la ducha caliente. La llegada de Miguel O., que había dejado el coche en un garage cercano, le pasó inadvertida. Pero él reconoció la voz que diseminaba en los ambientes. Al colgar la ropa en el tendedero, adonde además quedaron oreando los zapatos, echó una mirada a las bolsas que escurrían y detectó el halo perfumado, fascinando los ambientes: entonces gritó: "¡También me daré una ducha, Lud!" La temperatura había descendido. Ella se había puesto la bata de toalla gruesa; luego, mientras pensaba en la cena, encendió la estufa del living, por último cerró el ventanal. Debía preparar algo sustancioso, pero de calorías controladas, no tanto para ella que comía como un pajarito, sino para él que necesitaba controlar el exceso de peso y eso a ella comenzaba a preocuparla.
    _ ¿Es una cena frugal? Sí, viajaré cómodo...-dijo él complacido.
    Al cálido efluvio de sus cuerpos se mimaron unos minutos.
    Después de otras efusiones, exploró sus ojos con mirada inquisitiva.
    Él venció su mutismo:- ¿Sabes?, debo viajar esta noche a Mar del Plata... Julio O. se accidentò en Mar del Plata y lo internaron... Laura- mi cuñada- carece de mayor informaciòn: solo dice que fue complicado, pero no supo darme pormenores; en realidad quien avisó es un compañero de trabajo...
    "Continuará"
     
    #12
    Última modificación: 11 de Mayo de 2024
  13. Julius 12

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    77. (Parte cuarta)
    En una Marisquería central de Mar del Plata, adyacente al puerto, a guisa de saludo, los dos hombres se miraron sin decir palabra. Al ser desconocidos pusieron mucha atención el uno en el otro y mantuvieron el silencio por el mismo motivo, pero en distinta forma. La ranciedad de las frituras se dirigía hacia el sector de las mesas en la vereda, y disipaban con el aire constante del espigón situado al frente, en la entrada a la Rambla.
    José Ramón Gutiérrez (como director con la batuta, fijaba los tiempos de la próxima sinfonía), sorbió apacible del primer vaso de vino, hasta que el otro - el amigo de Julio O.- el ex Boxeador apodado Chiflón.- comenzó a desembuchar lo acaecido a metros de allí.
    Chiflón sirvió vino en su vaso porque tenía el hábito del sediento. José, en un aparte, previendo tal hábito, recomendó con un gesto al mozo, mantuviese la Jarra de vino al tope. Sin sacarle la vista de encima, Chiflón (tal cual podía esperarse) comenzó a beber y a fumar sin parar. Lo siguiente era de lo más absurdo: En su estado, lo natural era embotarse, pero ocurría lo contrario: Chiflón se animaba de manera notable al inspirarse en el estado de lucidez constante, aunque en cierto modo pareciera absurdo que se propusiera narrar con exactitud los detalles de lo ocurrido a Julio O., el jueves a la madrugada durante el accidente.
    _ «Nada sale bien Chiflón».- repetía el Julio, y seguimos rondando por los bares. Y afuera nos esperaba para hamacarnos la noche perra…
    _ ¡Pero atendí, che! - le dije para consuelo: ¿Le debes mucho? ¡Cancela y chau! ¡Tenes que saber que la deuda de juego no son Joda! Pero el «Quía» tenía toda la bronca y no hacía otra cosa que putear a la madre, y ahí mismo le metí una piña en la geta para que respetara a la vieja y no jodiera. Y así, (de esta manera) estábamos cerca del barranco, por encima de aquella oscuridad ruidosa de las olas, martillando las rocas. Y cuando dijo «Me voy Chiflón», ¿podrías comprender qué me comunicó? «Me voy, me voy.» ¿Y adónde te vas, loco? Me voy al mar metafísico.... Y después : y después: «ni siquiera las entrañas de la tierra son tan misteriosas como el mar.»
    Y acá es el mejor rincón para aliviarte:- decía él: acá los poetas se tiran desde el farallón a la playa o contra las rocas…
    - ¿De qué hablas?- interrumpió José Gutiérrez...
    Nada sale bien Chiflón- repetía el Julio. -Y volvíamos a los bares a rondar… «Rondar» «rondar» (él cantaba), tomábamos unos vinos y volvíamos a las calles frías: ¿Mira che, deja de hinchar..
    Pero el Quía seguía con la bronca, y ahí mismo cruzamos:- Mira: Gutiérrez, te digo, es jodido el Julio
    Andábamos después de la medianoche y no quería parar ¿Podes creer…? Te digo ¿no? Mejor irnos a dormir… ¿Comprendes Gutiérrez?: aprecio a Julio igual que lo aprecias vos… Pero él no paraba: andábamos como maleta de loco, sin vino, sin mosca… ¡Decí: que en los bares nos conocen hasta en la sopa, que si no!
    _ Chiflón: escucha. ¿Estás al tanto de qué ni siquiera el centro de la tierra, es tan misterioso como el mar? Y que el mar es el lugar ideal para aliviarte:- Repitió él.
    El Julio llevaba un piloto largo hasta los tobillos abriéndose con cada oleada del viento; entonces se hizo un gran pájaro: el viento embolsado lo alzó, lo arrastró afuera del murallón y se lo tragó la ventisca. Corrí tras él, pero ya no lo vi, había volado como un enorme globo y no sabía si fue hacia arriba o hacia abajo, donde si lo devoró el mar o se hizo añicos en las rocas. Entonces me arrimé y empecé a bajar agarrándome de todo lo que salía de la muralla…

    "Continúa"
     
    #13
    Última modificación: 17 de Abril de 2025
  14. Julius 12

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    Género:
    Hombre
    prosigue narración: página 78.
     
    #14

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