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El amor entre una pluma y un papel

Tema en 'Prosa: Amor' comenzado por Daniel Rodríguez, 14 de Agosto de 2013. Respuestas: 12 | Visitas: 998

  1. Daniel Rodríguez

    Daniel Rodríguez Artista

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    Habían quedado a las diez para cenar en el restaurante con más fama del momento. Días antes titubearon con concertar esta cita pero ninguno de los dos se atrevió a dar el paso final. Por suerte, el papel se decidió a llamar a la pluma. Este tipo de cita es nueva para el papel, que no se ha estrenado, la pluma, sin embargo, está más acostumbrada a salir. Acordaron que el punto de encuentro sería una bonita plaza situada a dos calles del restaurante que a la luz de las farolas resalta el romanticismo. Tiene una fuente pequeña y rectangular rodeada por árboles del mismo tamaño, pero sobre todo los edificios antiguos son los que la hacen especial.


    El papel comenzó a impacientarse, miraba a los lados y el reloj con frecuencia. El segundero se clavaba en su vista, la verdad es que se puso un poco nervioso y perdió su compostura. Recordó las pocas veces que había quedado con otra pluma que nunca apareció.
    Pasados diez minutos pensó en volver por donde había venido, pero hizo un llamado a la calma y se tranquilizó. Se lo ocurrió que fuese posible que la pluma estuviera en el restaurante y no se acordara de que habían quedado en verse en la plaza antes. Allá se dirigió recuperando la postura erguida. Entró rápidamente casi sin saludar al recepcionista, buscando con sus ojos inquietos un atisbo de la pluma, pero suspiró porque no estaba allí. Finalmente, lo indicaron su mesa y se sentó a esperar durante veinte minutos por lo menos. Sintió un poco de vergüenza cuando le dijo al camarero que vendría de un momento a otro por segunda vez. Para aquel camarero era costumbre ver el papel llegando antes de que lo hiciera su “acompañante”. Decía que siempre lo veía con un traje blanco e impoluto. Peinado y perfumado para la ocasión que tanto ansiaba. Y siempre que esperaba la llegada del acompañante que nunca había visto se fijaba en los cuadros más coloridos que adornan las paredes.

    Cuando menos lo esperaba y estaba a punto de marcharse, dio un vuelco su corazón al verla aparecer relumbrando a lo lejos con un magnífico vestido y un sombrero oculto siguiendo su forma. Miraba tímidamente cómo se acercaba hacia su mesa con paso firme y seguro. Llegó tan rápido que tuvo que levantarse de un impulso para cederla su asiento y colocarla la silla amablemente. Cuando la tuvo enfrente, ya sentada, se impresionó del brillo de su mirada destacada entre sombras turquesa y plateada y de sus labios pintados de color intenso sujetando una boquilla. No sabía qué decir ante la fría seguridad que mostraba la pluma, así que la contó con un tono alegre que se había olvidado de que al final quedaron en la plaza. La pluma lo dedicó una sonrisa que lo hizo sentir inocente, entendió que la daba igual no haber ido a la plaza y llegar tarde.


    El camarero empezó a sentirse atraído por la mesa del papel y su pareja por primera vez. Los llevó la carta del día sin dilación, y como inspirado los recomendó el menú especial del día, todo en su tinta:



    Ajuntarse, de entrante.
    Momento, como plato principal.
    Olvido, de segundo plato.
    Roce, de postre.



    Durante los primeros instantes de la cena, la pluma lo escuchaba sin despegar la mirada de sus ojos, a veces parecía que lo ponía a prueba. El papel no quería ser pesado pero vio que tendría la responsabilidad de llevar la conversación esa noche y de hacer que no se aburriera con lo poco que dijera. De vez en cuando se deshizo en halagos hacia la pluma, pero esta no hizo ademán más que de un cuarto de sonrisa. El papel solo consiguió que lo mirara dulcemente en ciertos momentos, en los que no pudo disimular su sonrisa abierta. Igual que tuvo algún borrón y fue un poco tartamudo, no sacó ni media palabra a la pluma hasta el postre, salvo cuando la pluma lo interrumpió para ir al lavabo, que creyó oír: «Discúlpame, voy al baño», aunque lo dijo en un tono muy bajo y no lo captó, más bien leyó sus labios y después comprobó que estaba en lo cierto.
    Mientras iban por el postre, la pluma recompensó con unas palabras la agradable cena y la compañía. El papel quedó perplejo y lleno de emoción de nuevo, esta vez al ver su gesto desarmado y sincero. El camarero seguía pendiente de las necesidades de ambos. Observaba atentamente desde su posición cómo el papel se esforzaba en hablarla casi sin tener palabras y la pluma se echó para delante y lo miraba, apoyándose sobre sus manos con una sonrisa muy grande. Repentinamente, sonó una música romántica y se encendieron las luces de la pista de baile, se callaron y se sonrieron sin poder evitarlo ninguno de los dos mientras los demás comensales aplaudían la hora que tocaba. El papel, ahora confiado, la tendió la mano y la invitó a bailar, lo que aceptó gustosa. El papel y la pluma sintieron la magia en los primeros pasos en que se miraron y se agarraron las manos con una delicadeza de cristal. Continuaron bailando abrazados durante un largo rato, cada vez más y más pegados. Todavía decían con los ojos más que con la boca. La pluma, cada vez más habladora, colocó la pajarita del papel con palabras susurradas al oído, y, entonces, decidieron que ya era el momento de continuar la fiesta en otro sitio más íntimo. Se fueron dejando la duda de si pagaron la cuenta, según se acercaron a la salida se toparon con un eslogan inesperado encima de la puerta que rubricaba: «Especialistas en cenas románticas, situados cerca de la musa doblando la esquina del corazón».

    El papel se ofreció para acompañarla hasta su casa, la pluma asintió con un gesto complaciente la proposición. Fueron durante todo el camino cogidos de la mano y disfrutando de la compañía mutua. Hablaban de anécdotas graciosas, de sus gustos, del futuro, del amor… Todo con tal de tener un motivo para reírse entre ellos. No tardaron demasiado en llegar a casa pero los dio tiempo a conocerse bastante bien, en estos minutos contaron más historias privadas y secretos inconfesables, el papel particularmente, que en toda su vida, y cada vez que se rozaban, que era a menudo, tenían otro motivo para achucharse. Cuando por fin llegaron a casa, la pluma lo llevó de la mano adentro. Puso rápido música suave y sensual y continuaron el baile en privado. Al poco de que sonara la primera canción los pies se pararon y hablaron las miradas en el movimiento. Se miraron, y se acercaron lentamente hasta que se mandaron sus labios. La pluma, apasionada, lo besaba cayendo por su cuello y lo acariciaba el cuerpo de arriba abajo, su sudor ensuciaba el traje blanco del papel. Al instante, la pluma, desarreglada, se puso encima del papel despeinado, y no paró de amarlo hasta que dejó de existir la noche.


    Al día siguiente, el papel se levantaría embarazado de la pluma seguramente, con el hijo deseado por ambos del cual se hará cargo solo, porque la pluma es muy diva y va de papel en papel.



     
    #1
    Última modificación: 23 de Agosto de 2013
  2. pablo7972

    pablo7972 Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Wow, fantasioso escrito con dramático final. oh, no, las cosas no pueden terminar así, la diva puede seguir siendo muy diva sin abandonar el papel, su papel. jaja. Abrazos, Daniel y saludos.
     
    #2
  3. Daniel Rodríguez

    Daniel Rodríguez Artista

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    Yo no me fiaría de la susodicha, suele escarcear con su vida jajaja.

    Gracias por tu comentario; abrazos y saludos, Pablo.
     
    #3
  4. LIBRA8

    LIBRA8 Invitado

    Así son las plumas, si no, no serían plumas como dios manda, jeje. Muy entretenida y lograda tu narración, Daniel ...un verdadero placer de lectura. Mis felicitaciones, compañero. Un abrazo.
     
    #4
  5. Mave

    Mave Invitado

    Bueno!! Me encantó, genial Daniel, he disfrutado mucho con tu relato tal original y bien hecho.
    Un saludo amistoso!!!
     
    #5
  6. Aisa Braco

    Aisa Braco Poeta asiduo al portal

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    Felicitaciones Daniel por tu prosa, un abrazo
     
    #6
  7. MARIANNE

    MARIANNE MARIAN GONZALES - CORAZÓN DE LOBA

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    pudiese existir, la verdad quiera amar a mi muso, sin nombre siempre y tener uno de verdad, abrazos
     
    #7
  8. Daniel Rodríguez

    Daniel Rodríguez Artista

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    Jijiji, eso creo, algunas dejan los papeles gordos de palabras que dan a luz después.

    Me alegra mucho que lo hayas disfrutado. Gracias con abrazos.
     
    #8
  9. Daniel Rodríguez

    Daniel Rodríguez Artista

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    Me agracian tu fruición y tu amabilidad.
    Cariños.
     
    #9
  10. Daniel Rodríguez

    Daniel Rodríguez Artista

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    Gracias. Un abrazo.
     
    #10
  11. Daniel Rodríguez

    Daniel Rodríguez Artista

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    Todo es. Dentro de uno mismo.

    Agradezco de corazón que estés a menudo en mi mundo. Abrazos de besos.
     
    #11
  12. MARIANNE

    MARIANNE MARIAN GONZALES - CORAZÓN DE LOBA

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    y me volví para leer tu romanticismo, que pocos conocen, abrazos
     
    #12
  13. Daniel Rodríguez

    Daniel Rodríguez Artista

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    Nuevamente: gracias, gracias...
     
    #13

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