El arbol mas grande.

Reaccionando hasta el mes de octubre, recogiendo saliva de ramas cecas expuestas a enfermedades, dañadas por el material impedido, hace parecer que la selva tiene más de dos ozonos y que, sin repartirlos muero silenciosamente, como las avispas dentro de los árboles o las cocheras famosas que pasan el tiempo escondiéndose en la antigua roma.

Cada punto inflamable retrocede en el tiempo conforme el viento separa de la cabeza el olor estremecido de las sombras, con caballos somnolientos que dicen palabras como cantar o pronto, en la mañana más eficaz hacia los puntos cardinales. Hay cada aliento abajo del salitre que entra primero el verano y después la primavera.

Cada retoño de aves perdidas va retrocediendo con rumores dentro del pico, hasta que llueve o sabe a sal, como la espuma es clara cada fétido alumno de la naturaleza va muriendo y las vacas son mas saladas para entrar dentro de la columna.

Ya no hay mas milagros que pertenecer al sepulcro de la antigüedad, bañados de sangre o con ropas funestas, que casi parecen aparecer dentro de la sombra y que quitan del árbol sus manchas devoradas por animales que ya solo cantan superando cada sedimentación de tierra, por eso las estrellas son tan culpables que parecen culpa y los otoños son tan desiguales que aparece la fortuna, tal y como se teje el cielo de arriba para abajo como animal derribado.