EL ASESINO CAUTIVO

A derramar sangre, presto veloces tus pies...

buscando y acechando a quién asestar...

la puñalada fria, rápida...y así segar...

¡Pobre carne confiada!

...él no lo podía sospechar...

Una y otra vez, con impulso de tus fuerzas...

rematas con saña, la espalda de tu adversario...

Sin pensar en las consecuencias...

...ni remodimiento de conciencia...

Una ira sin límites te empuja...

...no hay quién te detenga, enloquecído, convencído...

La acidez en la boca, confirma...tu identidad asesína...

¡Por fín sabes quien éres...!

¿Quién lo iba ha decír? ¡Un asesino compulso!

¡Éste será mi estigma...no lo he de repetir!

Tresmil euros el encargo, del tal preciado talón...

Ya sólo en ésto encuentras, verdadera emoción...

Has comprado en el mercado, una 45 Smiths Wilson...plateada, pulida y abrillantada...

Te gusta vivír peligrosamente...

Un encargo en tu mente...

Vas a por tu presa...una pobre chica inglesa...

Creadora de una Ong...

Que por su afán de ayudar, y al mundo enmendar...

Ha denunciado el paripé...ha destapado el fregado...

...de un sucio fraude...tramado...maquinado y manipulado...

Paso a paso, sigues tu signo...apretando con fuerza tu amigo Wilson...

...no dudando ni un segundo...¡pues dudar es fallar!

Enarbolas con valentía...esa prolongación de tu alma...¡Maldita arma asesina!

Quieres acallar de una vez...a esa pobre y confiada chiquilla...

Frente a frente del objetivo...te mira ella con pena...con cariño y serenidad tremenda...

...sabiendo que llegó su hora...la cuál no ha de temer...

Haría dudar al más duro mercenario...tan pálida y fragil candidez...

No hay odio en sus ojos, ni sorpresa, ni rigidez...

...sino un amor profundo...a pesar de saber, que reo de muerte és...

Tres fuertes detonaciones...ponen fin a éste suceso...

El asesino confuso y tremebundo...huye veloz del asunto...

Lágrimas deslizan sin pausa, de éste frio pedernal...

Arrojando el arma admirada...llorando sin causa justificada...

¿No era ésta tu fiel vocación?

Que cómo un niño lloras perdón...

¡Pobre alma descarriada...! ¿Quién te engañó con tal devoción?

Que una pobre chiquilla, muy entera...en tu sitio te supo poner...

¡Ni con fuerza, griterío ni estripéndo...!

Pues con poder de amor: te tocó...cuál poderosa arma alzó...

...a tu alma cautivó y, ¡al fin! por su vida...su final, te salvó.

 

Gracias de nuevo amiga mia.
Saludos