1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

El baúl de las miserias

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por costacabanero, 19 de Diciembre de 2009. Respuestas: 0 | Visitas: 540

  1. costacabanero

    costacabanero Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    7 de Septiembre de 2007
    Mensajes:
    2
    Me gusta recibidos:
    0
    ¿Paranoia o realidad?
    Cierro los ojos. Ahí está. Ha vuelto. Me mira fijamente.
    Abro los ojos. Ya no está. Ha desaparecido.
    ¿Quién es?. ¿Por qué viene a por mí?.


    Los sueños se convierten en pesadillas cuando suspiramos al despertar. Las pesadillas se vuelven realidad cuando el pellizco no nos despierta, no nos transporta a la comodidad, a la normalidad, a la estabilidad que ahora tanto echamos de menos.


    Aquella aparición en mis apacibles imaginaciones nocturnas se había tornado en costumbre. Al principio era algo tierno, entrañable, melancólico. Con el paso de las lunas y amaneceres, esa aparición me está desquiciando, me está forzando a preguntarme el por qué de su visita, me está acojonando de verdad.


    Antes despertaba y todo volvía a la normalidad. Ahora sigue mis pasos. Sabe todo de mí: mis horarios, mi camino al trabajo, mis escondites nocturnos de alterne, todo.


    Lo veo ahí, inmóvil, taciturno, apenado. Me mira fijamente sin pronunciar palabra. Parece tener unos siete años. Pelo corto. Gafas chaplinescas. Mano izquierda, dos onzas de chocolate negro Valor. Mano derecha, balón de cuero descosido. Me resulta familiar pero no alcanzo a recordar porqué.


    Los fantasmas del pasado tienen buena memoria. Nunca olvidan. Siempre vuelven para recordarnos aquello que decidimos dejar atrás escondido en el baúl de las miserias. Debo hablar con él. No puedo vivir más así.


    Ahí estás otra vez. Habla, vamos. Dime por qué me miras así. Di algo, por favor. No lo aguanto más.


    Ansiedad. Desesperación. Desnudez y debilidad emocional. Aquel niño esperó a verme quebrado para encender su voz. Esperó a tenerme totalmente a su merced, a su voluntad. Esperó a que me deshiciera por fin de la armadura de seguridad y chulería que tantos engaños de primera impresión provoca en las personas que se cruzan en mi vida.


    Aquel fantasma infantil había sacado a relucir todos mis miedos e inseguridades con una simple mirada. Se acercó a mi cuerpo tiritando y me puso su pequeñita mano derecha sobre mi espalda. Un escalofrío sacudió mi cuerpo, una pequeña descarga de emociones y recuerdos.



    De repente, puso sus pequeñitos dedos sobre mis párpados y los cerró suave y dulcemente.


    Cierra los ojos. Déjate llevar por los recuerdos.


    Patio del colegio Europa. Primer día de colegio. Tras estar en la guardería de mi madre de los tres meses a los cinco años, el cordón umbilical docente se separaba por primera vez. Lágrimas a borbotones. Llanto incosolable.


    Patio del colegio Europa. Mi primer amor. Maria del Mar. Rubia despampanante de seis años con lazitos en el pelo y faldita de cuadros verdes. Como todos los buenos amores, platónico. Me abandonó al año siguiente por un colegio más nuevo, más privado, menos chulo, el Agave.


    Esquina calle Guadalete. Mi primer balón. Hora de la siesta. Balonazos a la pared con la apasionante duda de si la pelota volvería al pie. En la mano izquierda, onza mordida de chocolate negro Valor.


    ¿Ya me recuerdas?.


    Aquella aparición, aquel fantasma bajito con sobrepeso era yo, mi yo de siete años, mi yo con sueños e ilusiones, con amores y diversiones baratas. Cómo pasa el tiempo...


    He vuelto para recordarte lo que un día fuiste, lo que un día conseguiste y para que no me dejes abandonado en el baúl de las miserias. Eres lo que eres porque un día fuistes de esa manera, con esos miedos, esos amores no correspondidos, esa pelota fiel. Todo te ha moldeado en el hombre maduro y funcionario que eres hoy. Sin todo ello, ahora solo serías un cuerpo inerte, un esqueleto sin aspiraciones ni ilusiones. Cuando estés deprimido, cuando no sepas cómo afrontar el presente, cuando olvides a aquel niño que fuiste, sal a la puerta con un balón y recuerda como era aquello de ser feliz con las pequeñas cosas...
     
    #1

Comparte esta página