EL Brujo

Con vestimenta de terciopelo negro va el osado brujo desgranando los huesos de sus hipnotizadas víctimas ya exhalando el último suspiro del amor hacia la madre tierra.Y a lomos de un dantesco macho cabrío va susurrando en el lacerante horizonte blasfemo de la enfermiza noche versos macabros para que revivan con alma artificial sacada de las mismas cloacas del averno.Se introduce con la bestia satánica en la caverna de la perdición y he aquí que le esperan espectros centelleantes de espíritus tutelares:ansiosos por darle de probar la papilla fermentada en fuego plutoniano de carne infantil sacrificada al inmenso dios satánico de los abismos interestelares.El irreligioso hombre de enjuta tez manchada con el tizne aberrante de la luna vengativa toma de ella y enseguida se posesiona de su cuerpo el numen familiar de un muerto que le hace proferir insultos graves contra la mayestática santidad de Jesucristo y todos los santos.Entonces el firmamento empalidece de aberrante espanto y saltan catapultados los féretros mohosos de un sagrado cementerio bañado con la sangre impura de una aparente inmortalidad que no es tal,sino que es el funesto fin de los recuerdos vacuos de un dios que en lo alto de los cielos se ríe de las esperanzas viciadas por el temor de la omnipresente muerte.El secuaz del demonio coge un puñal de su cinto y se apuñala el corazón para así acabar sus noches de esmaltado ébano en el pecho profundo y decoroso de su amo Satanás.