El caballero de metal oscuro.

Me encontraba volando con una hermosa ave, mi águila cuando contemple, luego del cansancio de mi plumífera amiga, un drama entre dos personajes. Ciertamente entre bosques y parajes un caballero debe obligar su vista a determinar un manantial, pues este no poseía ni siquiera su aspecto metálico y por lo tanto no ambicionaba con tal tesoro.
Recorría un moribundo tributo de arboles en el aire como si fuesen una liana entre selvas, así cruzaría un cause de flujo ilimitado cuando entre sus entrañas la fría maldad de una legislación de arpías humanas y cadenas terrenales temblaron entre tierra en clamor de su atención cautivar.
He hay su oasis, su delirio personificado entre risos negros, negros y caducifolios como árbol primaveral, encadenaba tal penumbra que su mirada juzgo y de repente en si mismo exclamo:
-Señorita, con toda tu meditación y tus atributos de vampiresa o sea lo que sea que habite tu interior, ¿quieras instruirme en el buen arte del sueño lúcido? Hace tanto los dioses no osan en mostrarme las luciérnagas nocturnas, sus centinelas fugaces.

Con asombro y gentileza mostró agrado en su conversación y siguió su monologo insensato:
-Sí, os imploro, yo simplemente no las puedo ver, vivo en eterna lucha con fantasmas a los que nombra el pasado.
Y ella en su pánico nocturno, con su lengua encadenada susurro al casi nula ventisca: -pues ofreceré mi plegaria por ti compañero.
Hubo un casi inquietante sonido de cascos de animales a los cuales no pudo nombrar hasta que su lengua objeto unas palabras: -¿cómo pretendes que una doncella atormentada por hechiceras con manzanas envenenadas, hermanastras cuyo nombre hace estremecer a la madre tierra y muchos dragones, los enfrente para salvar a un plagio de guerrero?... El silencio entre frases ya se hacía un vicio para los dos y en seguida replico: -Pues yo los asesinare como vos lo haces con mi melancolía, cruzare este rojizo campo de rosas, que mas que asqueada, me tiene prisionera.
Esta vez el prisionero de su armadura, que como es de suponer no era de metálico semblante desgastado mas no por el tiempo, exclamó aferrado a su inútil arma: -¿y sí te espinas con drácula?¡no!(seco como su oz) guarda tus risos, niña de oro, que la patria y el rey sean de tu guardia, yo me hundiré solo.
Escasos segundos de retraso acompañaron al cobarde hasta que su doncella excreto de su mundana vozues ¡pues te equivocas!, vos no estas solo..., enseguida interrumpió como si de el fuese predicho dicho las parabrisas-Solo estoy y vos monárquica princesa, desde una torre me saludas, tan alta como el alba, de noche, pétalos grises te cobijan y de día ya ni te asomas.
Y continuo el relato, ella por consiguiente: -¿podría saber que te aflige, querido mío? -el de respuesta afirmó-No lo estoy, triste alba mas, tu estas atada a tus miedos mientras que yo a estos cuervos... Lejos estas no reprocho, solo objeto que las princesas no deberían rescatar a su caballero.
Guardo silencio, y dejo salir su propuesta deliberadamente más el caballero replico:-No os permitiría, pues es la naturaleza que el caballero rescate a la doncella, ¿acaso los árboles recogen su fruto?. Algún día llegara tu adonis, fuerte y bello como un colibrí y te sacara de tu tumba aérea.
De su corazón agitado salio un intento de escapar y exclamo entre una lágrima plateada, no sabría decir si era plateada o tan pura que reflejaba la luna:
-No te abandonare, pues este camino no es concurrido y bajaré a darte compañía.
Brillantes ojos y palpitante era el anhelo de nuestro caballero, pero como siempre era de dudarlo abatido le hablo:-¡y para verificarlo empezaré a cavar mi tumba! cerca de un roble de cemento donde vos vivís, cerca de tu cadáver de porcelana y del secoya maestro. Llora sangre y te visitare.-enseguida ruborizada regañó-No caballero de plata oscura, no oses en nombrar tu gris lecho de muerte.
Un suspiro escapó entre tanta maleza y el caballero pregunto: -¿No es tu complacencia que mi vil armadura cobre venganza en tu nombre?-responde ella con cólera-¿cómo podría reanimar tu caminar? -y el con complacencia y reproche elevó su clamor-¡Devuelve me la vida! ¡devuelve la con rosas marchitas con las invitaciones a la venganza.
La pequeña doncella se abrumo y de enseguida dijo:-no os abruméis gentil damisela.
Ella calló y el también, y seguí mi vuelo con el águila.

 

Genial prosa, Thenad. Escribes muy bien. Creo que voy a leerte más a menudo. Un abrazo, estrellas y mi felicitación por esta genialidad.

 

Gracias por el alago.