El Canciller

Por la difuminada muerte de una principesca mujer de bellos ojos verdes,el canciller del imperio regicida se había arrancado la salvaje lengua para no soltar más improperios contra el funesto hado que ostentaba entre sus herrumbrosas manos severas el dios de los muertos.Este le había arrebatado tal joya eterna del destino cuando aún estaba en la flor húmeda de la jovial edad innumerada. Decidió deambular una noche de cornisas plateadas por el camposanto donde se escuchaban los lamentos de los heréticos sacerdotes,muertos ha en siglos decadentes de bestial inquisición,fraguada por la pira descomunal de una llama voraz y eterna que estremecería al mismísimo hijo de Dios.Pero él,con paso firme fue contumaz hacia la cripta donde se ocultaba el funesto deseo de sus aberrantes obcecaciones necrófilas. Cogió una llave grave y seca y abrió la puerta de la vil maldición.Entró y se encontró con un habitáculo iluminado por velas negras,cuya cera se iba derritiendo al compás de la música macabra que orquestaba la traicionera luna llena.Se acercó al sarcófago de oro y,descorriendo la tapa tatuada con la frase irónica<<in gloria aeterna>>observó como dormía plácidamente una vieja desdentada y de arrugadas facciones.No pudiendo nuestro hombre soportar tal visión fue en busca de una estaca de madera para clavársela en el corazón marchito de aquella irreprimible bruja nigromante.Pero cuando ya estaba a punto de realizar la salutífera acción para el alma perniciosa de la fantasmal apariencia demacrada,ella abrió los ojos crueles y los fijó con fuerza preternatural en los de él.Quedó al instante ciego,cayendo al suelo desplomado por un tropiezo instantáneo contra una columna de mugriento moho...balbuciendo ecos guturales que se perderían en la lejanía infinita de una noche malhadada para nuestro perruno canciller sin lengua y sin honor.