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El cántaro de los sueños

Tema en 'Prosa: Surrealistas' comenzado por danie, 26 de Noviembre de 2014. Respuestas: 1 | Visitas: 532

  1. danie

    danie solo un pensamiento...

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    En el horizonte, bajo el polvo de firmamento, se ve el reflejo de lo íntimo, de lo anhelante, de lo interior y su vahído de astros y cometas. Un reflejo que nace como hoguera que quema los celajes y las dianas del cántaro vertiendo sueños.

    Es un paisaje fugas que intercambia las noches grises por las nubes violetas, las sombras rojas y púrpuras por los mechones de un sol índigo y albo, los extensos torbellinos y sus ojos ciegos, y sus gargantas secas, y sus branquias de hollín y ceniza por el sonido interior del más trémulo silencio.

    Lo que nadie sabe es que allá a lo lejos, donde el mundo se hace un hilo fino del espejo de lo ajeno y su mente, se desentierran los huesos de las quimeras. Más allá del origen y las metas se desnudan los ciclos, las eras, las historias intrínsecas y sus verdes cosechas.

    La voz interior corre como un manantial virgen mojando a su paso las sienes de los cráneos adustos y huraños de la razón, las oquedades de la fosa sin suelo de un corazón, la venas y su oleaje sanguíneo de antorchas, los ojos que andan a tientas y se pierden entre las pupilas azabaches, las mentes y sus runas de una lengua afónica, el canto de las aves del ensueño casi extinto sobre las yemas del papel que decanta en ese reservado sitio para reverdece de los ídolos y cíclopes de un anaquel repleto de reflexiones y pensamientos.

    Muchas veces acudo a las grutas de ese cántaro que vierte y quema sueños para orar por mis náufragos, por mis transeúntes, por mis sombras furtivas que se escapan de los muros del tiempo, por mis campanarios, catedrales, rascacielos con visiones de galaxias sin astros ni universos. Largo infinitas plegarias que rompen las cadenas espectrales, los galopes y sus furias “tifones de agoreros que revuelven la sangre, que cortan las azucenas y orquídeas de los jardines de mi descendencia”. En esos momentos de cultos y ofrendas, que pueden durar hasta semanas enteras, todo el azar y la lumbre de los hados se desparrama sobre los vestigios de la suerte, y ahí es cuando los ángeles se convierten en criaturas de carne y hueso, rostros humanos, palpables deseos que me protegen de la desesperante marcha de la soledad y su empuñadura de acero.

    Un noche acudí a rezar a esa misteriosa gruta y lo que mis ojos vieron todavía hoy no lo puedo creer.

    Fue una noche en que la luna agónica yacía en el lecho de su plenilunio y las estrellas colgaban del patíbulo de mi futuro funesto. Una de esas noches en que las espinas latían aún más fuerte que de costumbre y los helechos eran una tupida capa de musgo que dividía las dos caras de mis sentimientos. El rencor se aferraba firmemente a mi sombra mientras que dentro de las fauces internas de mi piélago se hundían los buques de un afecto.

    Ahí fue cuando la vi a ella, una mujer completamente desnuda, tanto así que se podían ver todos las inclinaciones afectivas trasluciendo en su piel nacárea.

    Tal vez la trajo el sol para mí, o es muy probable que haya sido el cántaro que quema y vierte sueños haciendo una combustión, una argamasa que conglomera todas mis íntimas utopías y purifica las sombras, los desvelos, los pasajeros del tranvía de mis evocaciones, los fantasmagóricos semblantes del pasado y su recuerdo.

    En verdad nunca supe cómo apareció esa mujer ahí, esa apolínea figura que aclaró en un instante todas las incógnitas de mi existencia, las vertió sobre la arena para poder tan solo con su aliento llenarlas de glorias y certezas. Con sus húmedos labios susurró el reencuentro y espantó los adioses, las partidas, las marchas que tanto me aterrorizaron siempre.

    En ese momento las miradas se unieron y los gritos se hicieron uno, los cuerpos expandieron sus venas volviéndose lazos y tentáculos que atrajeron todas las quimeras desperdigadas por el mundo, los iris descascararon su diafragma de colores nítidos y vivos que canturrearon la palabra de Dios. Estoy seguro que ese fue el único momento que mis oídos oyeron la palabra del creador emitida por la garganta del mismo.

    Yo apenas la advertí, sin pensarlo mucho, abrí mis brazos y corrí a los de ella, pero antes que pueda unir mi pecho con el de ella prorrumpió el viento desmineralizando toda su esencia, solo pude llegar a tocar el polvo que prontamente se escurrió de entre mis manos.

    Nunca la pude volver a ver. Acudí mil veces más a la gruta y más veces recé y la invoqué a ella, esa mujer que despeja dudas y soluciona incógnitas esparciendo las runas sobre la arena, solo encontré al cántaro quemando y vertiendo sueños.
     
    #1
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  2. Arkeidos

    Arkeidos Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Preciosa y majestuosa manera de escribir.
    Las imagenes son increibles
    tu lexico es elegante y poderoso
    tejes increibles historias
    con el don que posees.
    Un placer leerte.
     
    #2

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