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El Centenario

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Edouard, 9 de Febrero de 2017. Respuestas: 1 | Visitas: 416

  1. Edouard

    Edouard Poeta adicto al portal

    Se incorporó:
    15 de Marzo de 2016
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    1.058
    Me gusta recibidos:
    483
    Género:
    Hombre
    Canoso y des florido aquel anciano posaba su fantasmal mano en el cabello ensortijado de su nieta la Muerte. Tenía afán de que aquellos ojos negros de infinita y lunática impiedad hicieran clamar al cielo la sangre vertida ha un lustro por un pariente muy odiado del centenario ser. Y así fue. Se descorrieron los velos de la vil ignorancia y he ahí, ante el abandonado páramo de una naturaleza triste y melancólica al asesinado por punzante daga de empuñadura de diamantes. Su aura flotaba; mientras su cuerpo yacía exhausto. El abuelo de faz chupada y enjuta, con sus dos ojos hundidos, soltó una risa de júbilo. Ahora tendría que vérselas cara a cara con su hermano; que hervía en una salvaje posesión demoníaca. Éste se acopló en espíritu vetusto con su cuerpo ensangrentado y fue presto hacia el acosador de almas. Hiriéndole en su ya demacrado corazón con un suspiro de desvanecida locura.
     
    #1
    A homo-adictus le gusta esto.
  2. Edouard

    Edouard Poeta adicto al portal

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    homo-adictus, tal mísero anciano - asesino de su propio hermano por algún arrebato de mística demoníaca- se complacía el muy huraño en coquetear con la bella y cautivadora Muerte. El elixir carmesí de la vida clamaba hacia las alturas por una afrenta que el viejo había realizado sin ningún remordimiento de agusanado hambre voraz y pecaminoso. Cuando cayeron de sus ojos las escamas del acto impío - olvidado por el tiempo dilatado de algún trasnochado momento arremolinado en locuaz pendencia- vio en espíritu a su pariente. Ya desgajado de su cuerpo encharcado por la vil y correosa daga de los sinsabores. Pero para su júbilo de todo un libidinoso masoquista comprendió para sus adentros que la esencia de su víctima se uniría con la materia orgánica para hacer frente a su herética emoción de todo un centenario. Para resoplar en su músculo sanguíneo un haz de locura sin fin. Atentamente Edouard.
     
    #2

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