El chat del infierno

acababa de cumplir 18 años. Esa noche fue a celebrar la mayoría de edad con sus amigas. Cuando llego a la casa donde harían la celebración Magdalena, su mejor amiga de la infancia le abrió la puerta.

La joven pasó al comedor de la casa. Cantidad de globos de colores y serpentinas colgaban de las paredes. En el centro una gran tarta con cuatro velas de rojas hacia los honores.

Todas las chicas estaban felices disfrutando de la fiesta. Tras tomar el pastel y brindar por la mayoría de edad de Carmen, Manuela dijo con voz misteriosa.

Podemos jugar a algo divertido ¿Qué os parece chicas?

-Podemos jugar al juego de Ouija.

-No. Contesto Miriam con voz rotunda marcada por el aburrimiento. Eso está pasado de moda. Tengo una idea mejor

Vamos a buscar el chat del infierno y sacando su ordenador de una maleta negra lo puso sobre la mesa y lo conecto a la corriente eléctrica.

Todas se acercaron con la curiosidad reflejada en las miradas.

Miriam tecleó y buscó en la Red durante varios minutos. Pero no salía ningún chat con ese nombre. Sólo había alusiones a él en algunas páginas de la web. Pero nada más.

Al cabo de un tiempo de búsqueda sin los resultados esperados las chicas se dieron por vencidas y decidieron brindar por el cumpleaños de su amiga y jugar a otros juegos. Pasaron las horas entre risas y confidencia, hasta el momento de la despedida.

Carmen se despidió de sus amigas. Había quedado intrigada por el misterioso chat y había decidido buscarlo ella misma cuando llegará a casa.

Era muy tarde y acortó terreno cruzando por el parque situado a las afueras del pueblo.

Se escuchaban los grillos y el olor a hierba se esparcía por todos los rincones del lugar.

Al cruzar frente a los toboganes donde los niños solían jugar después de las horas de clase. Le pareció ver una sombra. La luna clara y brillante lucía en lo más alto del cielo. Quizás había sido la sombra de una rama de árbol movida por el viento.

Apresuró el paso y siguió adelante. Deseaba llegar a casa y tomar su propio ordenador para repetir la fascinante experiencia de buscar el chat del infierno.

De pronto le pareció escuchar un susurro...

Carmen...Carmen...

Pero era imposible. En aquel lugar no había nadie. Se encontraba completamente sola en mitad de la noche. Seguramente el viento susurraba entre las hojas de los árboles.

De nuevo se escuchó el sonido. No. No se trataba del viento

Era una voz profunda y cavernosa....

Quedó petrificada. No se podía mover

Fue entonces cuando lo vio parado al lado de la fuente.

El chorro de agua había quedado como congelado y suspendido, sin moverse, como si se hubiera detenido en el tiempo.

Tenía el cuerpo rojo como el fuego. Un rostro sin facciones y flotaba sin gravedad alguna.

La voz volvió a dejarse oír:

Carmen estás invitada al chat del infierno. Eres la anfitriona de Lucifer

Y poniendo uno de aquellos cadavéricos dedos sobre el agua de la fuente hizo girar el liquido en un torbellino vertiginoso, hasta formar una puerta extraña. Una puerta de gotas de agua

La joven dejó de ser dueña de sus actos. Era como autómata guiada por algo que la conducía sin control alguno.

Caminó hacia la acuosa y escalofriante puerta. En ella ardían tres número 666

Tras cruzas el umbral entró en una especie de laberinto de niebla y humo.

Camino por él y llegó a una gran sala de piedra antigua con extraños símbolos.

Sobre un altar cubierto con paño negro había un ordenador. La pantalla la esperaba. Tenía tres números rojos 666.

Carmen era la visitante número 666. La preferida de aquel lugar. La predilecta del infierno

Se escuchó de nuevo el susurro. Esta vez provenía de la extraña pantalla

Ven..ven..Te estamos esperando

Ella caminó hacia adelante como una autómata. No era dueña de sus actos, ni de sus movimientos. Algo movía sus pies. Algo maligno la obligaba a caminar

Fue entonces cuando algo oscuro empezó a girar. Parecía una especie de pozo tan negro como la muerte. La desgraciada joven desapareció absorbida en cuerpo y alma por el mismo averno, que se había abierto ante ella.

Cuidado con los juegos extraños pueden tener terrible consecuencias...
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De Carmen no se supo nunca nada. Desapareció sin dejar rastro alguno.

Sus amigos y sus padres por más que la buscaron jamás la pudieron encontrar.

La Leyenda pasó de boca en boca entre todos los aldeanos de aquel lugar y se extendió por otras zonas del País.

Nunca juegues a juegos extraños. Te puede pasar lo mismo que a Carmen.

Que una vez dados los pasos hacia adelante, no puedas darlos hacia atrás



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Me gustó mucho tu relato. Saludos cordiales.