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El collar

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por ivoralgor, 30 de Noviembre de 2015. Respuestas: 2 | Visitas: 509

  1. ivoralgor

    ivoralgor Poeta asiduo al portal

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    Un día como tantos, de esos que aborrezco, me levanté con un humor de los mil demonios. Mi abuela me decía: digno Chablé, revoltoso. Siempre me contaba las veces que mi abuelo se agarraba a madrazos con Don Chema Pech. Esos líos se derivaron, según, porque querían invadir un terreno, mismo que trabajó hasta la muerte mi bisabuelo, Don Cheto. De los madrazos pasaban a los machetazos, pero siempre hacían una tregua para las festividades de la Virgen de la Medalla Milagrosa. Mi abuelo y Don Chema eran flamantes cargadores de la virgen, sólo en esos casos se les vía juntos.

    Siempre corría sangre. Nuestras familias no se podía ver ni en pintura, cosa que se fue diluyendo con el transcurrir de las nueva generaciones de Chablés y Pech’s. Paloma, mi esposa, preparaba el desayuno: Huevos revueltos, frijol colado y café instantáneo. Me senté a la mesa y el vapor que se desprendía de los huevos me dio de lleno en la cara. No había masticado el primer bocado cuando empezó con sus reclamos: ¡No tengo dinero!; ¡Siempre llegas borracho!; ¡Seguro estaba con tu querida! Sorbí un poco de café sin levantar la mirada. Algo caliente empezó a subirme desde la boca del estómago. Apreté la mandíbula y los puños. ¡Ya me tienes hasta la madre!, grité iracundo y aporreé las manos sobre la mesa de madera. ¡Ya no te tengo miedo, pelaná! , se defendió. Solté un madrazo directo a su quijada. Cayó de espaldas toda noqueada. Mi dos hijos, Pacho y Pepe, lloraban hincados frente Paloma, que le escurría sangre por la boca. Mi instinto me dijo que debía llevarla al doctor o avisar a alguien de su familia. Y si la maté, pensé en esos momentos, qué chingados haré con los chiquitos. Agarré un vaso con agua y se lo tiré en la cara. Enseguida abrió los ojos y empezó a llorar. Ya te dije que no me encabrones, dije a regañadientes, cuando estoy molesto me sale lo Chablé. Me volví a sentar a desayunar, mientras ella se sobaba la quijada y calmaba a los chiquitos. Terminé y me fui a trabajar al taller mecánico de mi hermano Chumas. Cuando regresé, ya entrada la noche, ella me esperaba desnuda en la hamaca: Quería reconciliación. Desperté contento y con un collar de chupetones en el cuello: signo inequívoco de la batalla. A decir verdad, de cuando en cuando, le doy su sobajadita para que deje de chingar.
     
    #1
  2. joblam

    joblam Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Deploro el uso de la violencia doméstica sin embargo, en un mundo de ficción todo tiene cabida. El final es contrapuesto y se justifica el título del trabajo con una dosis de erotismo. Entretenida la narrativa. Saludos cordiales.
     
    #2
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  3. ivoralgor

    ivoralgor Poeta asiduo al portal

    Se incorporó:
    17 de Junio de 2008
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    Apoyo tu postura contra la violencia. Pero más allá de la ficción, aún se dan casos de violencia doméstica y otro tipo de violencias. Eso nos demuestra que tenemos mucho, o poco, de irracionales.

    Saludos.
     
    #3
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