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El cuento

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Asklepios, 1 de Agosto de 2016. Respuestas: 0 | Visitas: 317

  1. Asklepios

    Asklepios Incinerando envidias

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    Hombre
    “Dicen que se trata de una caverna que atrae, en los umbrales donde se balancea su figura, a la luz enmudecida y dura de la Luna.

    Mientras las noches duran, las fieras que antiguamente allí dormían, temen el lugar por no sé qué estremecido y acorralado sonido, al que a veces, es cierto, (aunque no sé si será el mismo), lo escucho cuando el viento se lo propone más allá de la cabaña en el valle.”

    Desde que tengo uso de razón, esta historia que ya me ha llegado a parecer algo natural, se me ha presentado como un valioso consejo, una obligación, para no acercarme al lugar.

    “Cierto día, hace años, de buen tiempo y un sol que llegaba a incrustarse en el interior de la cueva, alguien decidió adentrarse en ella para explorar los orígenes de la leyenda.

    La cueva se estrechaba al poco de entrar. El espacio se echaba encima y esto complicaba su búsqueda que esperaba concluiría con alguna aparición espectral e inalcanzable,(con susto y carrera incorporados), o por el contrario, -típica reacción heroica-, en persecución y hallazgo de la causa desconocida, entrando así a formar parte del mito que iba a destruir.

    Huele a muerto y a horror en estado puro y, por lo extraño de la atmósfera, sus ojos se convierten en un continuo manantial de lágrimas. Cuando ya casi no ve nada, escucha múltiples matices de un rumor nublado por el eco que allí se encierra”

    Me consuela saberme despierto y paciente ante hechos tan desacostumbrados.

    “Continuó caminando lentamente entre el bosque de piedras perennes componentes de un verdadero espectáculo de función única, continua y eterna, iluminado desde no se sabía dónde. El sonido nublado se esclareció por el transparente gotear y correr de agua oscura entre los huecos ya definidos por su paso.

    Se acercó a la orilla y pudo ver pequeños y desconocidos habitantes cubiertos por recias escamas de cuarzo, anunciando algo que por allí cerca existía rodeado de polvos primitivos. Eran restos de fabulaciones, machos y hembras, que tendidos sin límites, esperaban ser observados y poder desaparecer satisfechos en el recuerdo de alguien que, por fuerza, tenía que expirar con ellos.”

    Ésta y otras historias eran las que , de pequeño, desarrollaban mi capacidad de dormir pronto entre sábanas y luz muertas, cubierto de miedo.
     
    #1

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