El Cura

En espectrales noches de luna llena,cuando ésta ilumina fosforescente el camposanto,una especie de embrujo hace salir de sus nobles criptas a los muertos,hambrientos de carne humana.Con sus ropas harapientas sueltan sonidos de horror que estremecen a los eternos mausoleos que dormitan en la vorágine de la tiniebla.Ni los nigromantes,por miedo a ser desmembrados por semejante calaña,se atreven a entrar en el vencido cementerio.Pero he aquí que un cura,en su celo ardiente de fe católica,entra en el maldito lugar portando un farol de gas.Y observando la cohorte de engendros malévolos,recita con la mano derecha exorcismos para que vuelvan a entrar en sus cubiles de mugrienta mortandad infinita.Pero el efecto no da resultado,y he aquí que la criatura del Señor es rodeada en anillo de putrefacto fuego satánico.Sólo le queda una salida:sacar del bolsillo un frasco de agua bendita y rociarla mientras dice en alto el nombre de Jesús.Lo hace.Mas tampoco siente el efecto deseado.Entonces,su piel erizada por el horror se vuelve de un color pálido;e intenta escabullirse.Pero ya es demasiado tarde.Las fauces de los demonios vueltos a la vida se incrustan en su carne,desmembrándolo al compás de la risa iracunda del magnánimo Lucifer.