El deja vu del alma.

El deja vu del alma es el misterio de cada señal que pasa por la memoria diseñada en el fuego que aclimata la piel, que se hace en los sueños, que arde en el silencio, que fabrica al futuro, que crea al tiempo, que nivela el mensaje de cada colorido, que mantiene el estrechado abismo, que maneja los momentos de convertir el momento de cubrir la ola de cada mente en la puesta de salida hacia el nuevo mundo, que se inspira de telarañas que unen a los continentes en los horarios, que se llena de luces, que se funden en el vocabulario del roce de las sensaciones y que se pone firme en el momento de las cumbres, que se hace del sueño, momentos que despistan a los aromas que vienen en cada preciso momento, que arden en el epicentro de dos mundos, que escucha y el que calla, pero todo es un deja vu, el texto es un deja vu, que arde, que desfila en cada instante, que tiene el lugar de donde las sombras son las pesadillas ocultadas, que tiemblen los letreros de las agonías, que deambulan las palabras inocentes, que los sueños se acuestan en la piel, que tienen para navegar en el misterio que se doctora en las lunas de sangre con sus respectivos juicios que invaden la realidad para llegar a la cárcel de la fantasía, es así cuando derrama la luz de un crimen y no despierto, y vuelvo a dormir y sigue siendo un sueño, tan profundo como morir.


¿A caso estaré muerto? ¿O estaré divagando hacia el otro mundo como un alma en pena?

Nunca lo sabré.