El Demonio ha muerto

El Demonio ha Muerto:

Siempre creyendo en un futuro adyacente , el reflejo de mis ojos se hace latente. El agua cristalina y las voces oscuras remojan la corteza en tu sangre.
Cubierto con amargura en mis dientes y sintiendo las miradas fehacientes
Experimento una vez más un sentimiento creciente, el corazón inminente y las palabras cargadas de tu rica adhesión.
Ellas me indican la muerte pasada, los pensamientos perspicaces y percepciones reales.
Las ansias por un viaje secreto, un fin permanente, y el término de una causa sempiterna.
Anselmo ha muerto, la alucinación pasada ya no está presente y el alma reposa sobre el agua del río abundante.
Se ha llevado las zozobras paralelas y la ambivalencia pensante de una tarde delirante.
Anselmo ha muerto, se lo llevaron las tendencias cambiantes y lo bipolar de una cara amenazante.
Enterrado bajo el barro del río de cristales, espera volver y acechar una tarde laureada una vez más con su máscara malcarada.
La paz descansa sobre los lechos verdes repletos de una intranquilidad inerte.
Los caminos se abren afables ansiosos por recibir una nueva vida sin Anselmo y su arisco aceite caliente.
La urbe y las caras sin valor me sonríen complacientes, las palabras se interpretan como un comentario adyacente que colinda con una sobriedad necesaria de vida encantada.
Miradas proscribes y encuentros exitosos, Anselmo descansa por fin en una tierra olvidada.
El orgullo asesino y la muerte imperiosa, dictan la proclive inclinación hacia una integración provechosa.
Se abren las puertas de un nuevo día con una tarde gozosa y una ciudad llena de momentos inexplicables con una carga netamente ventajosa.
Anselmo ha muerto, aunque no para siempre...