El Desgraciado

Con besos mustios salpicados de sangre coronas mi testa de Beatriz inmaculada.Sé que te arrepientes de tus graves pecados.Por eso no puedes dejar de observarme con ojos de un marchito geranio:consagrado a la malévola causa de un redentor caído en sacrílega desgracia.Yo intento ayudarte para que vuelvas a lucir tus divinos luceros de moribunda paz solariega.Mas tu contumaz impertinencia te hace ser odioso a mi corazón bendecido por las gráciles musas del Olimpo. Entonces,al no escuchar el eco de mi mayestática gracia,lloras en interminables noches de obscuro pedestal lunar;a la espera que mi espíritu sin tacha se ablande y vaya heroica hacia tu búsqueda de un infinito aroma a azufre abrasador.¡Oh!imposible amor quemado en la pira de los resplandecientes arrepentimientos.Hasta que no cambies por completo tu perspectiva moral,para congratularme con la mía,te prohíbo ardientemente que susurres ni una sílaba más de alabanza hacia mi digna persona,de alzada alma glorificada por ese Dios inmortal en el que tanto te burlabas cuando me hacías el salvaje amor.Ahora desiste y púdrete en el infierno.Que es donde te mereces estar;ululando de compungido dolor irreverente.