el desmayo de Clara

Cerró los ojos y se encontró, al abrirlos, en un lugar diferente. Las cosas habían estado difíciles y todo había perdido el sentido, hasta el punto en el que clara se encontraba.
No había nada allí, flotaba en blanco puro, blanco brillante, blanco desvanecido, y como si hubiese estado allí siempre, suspendida en el vació, decidió que si se imaginaba una puerta que la llevase a otro lugar, esa puerta aparecería.
Era grande, de madera vieja y mal tallada, con un picaporte de metal oxidado, pintada de colores alegres, de manera infantil y cutre, y entreabierta. Una luz verde salia de ella. Cuando estaba apunto de atravesar la le asaltaron las dudas, y le robaron la cartera con la documentación. Entonces fue la primera vez que pensó que debería preguntarse donde estaba, pero al ver que el blanco de su entorno se volvía un poco gris, dejo de pensar y atravesó la puerta.
Al entrar se encontró con todos sus problemas dormidos, eran una mezcla de insectos y personas de color verde, de diferentes tamaños. no quiso despertarlos, así que intento volver por la puerta, pero había desaparecido. Entonces un problema gordo y feo se despertó, y mirándola colérico le dijo:
-así que estabas ahí, ¿eh?
Clara, que estaba un poco desconcertada, no sabia muy bien porque le daban tanto miedo aquellos bichos, porque en realidad algunos parecían hasta graciosos, y pregunto:
-¿quien eres tu? ¿por donde se va a otro lugar?
-¿que quien soy yo? -el bicho puso una expresión entre indignada y orgullosa. -yo soy tu mayor problema, soy tan gordo y pesado, que si ahora mismo te cayese encima probablemente te aplastaría. Por supuesto no pienso decirte por donde se va a ninguna parte hasta que no encuentres mi solución.
-pero... -contesto tristemente clara. -si me caes encima o no me dejas salir de aquí no puedo encontrar solución ninguna.
-¡no me vaciles! -chillo el problema. -la solución la tienes tu, siempre la has tenido... así que no me vengas con tonterías...
el problema le dio un empujón tan grande que fue a caer sobre un pequeño problemilla que dormía en una esquina.
-ay... -se quejo al despertar. -mujer... ten mas cuidado... -la miro un rato con detenimiento. -oye... ¿no tendrás una solución para mi por ahí, verdad?
Clara negó asustada con la cabeza.
-bueno... -bostezo el problemilla. -yo estaré por aquí, hasta que la encuentres, dame un toque ¿vale?
Volvió a dormirse en un momento y clara se dio la vuelta para comprobar si su mayor problema decidía volver a atacarla, y al verlo despistado, se escondio tras una disculpa de piedra con forma de muro.
No sabia muy bien como era la solución que requería aquel enorme problema, ni que aspecto tenia. El caso es que el estaba convencido de que la tenia ella.
Clara se armo de valor y decidió enfrentarse al problema.
-oye tu. -dijo con convicción, caminando hacia el. -si dices que la solución la tengo yo, dime como es, o donde esta, y entonces podre dártela.
El enorme problema se cruzo de brazos, enfadado y grito:
-¡pero es que eres tonta, niña! Si la tienes tu, la tendrás en el bolsillo, digo yo.
Clara se paro en seco y metió la mano en el bolsillo, rebuscando, entonces saco un poco de esfuerzo metido en una cajita.
-¡por fin! -dijo el problema arrancándoselo de las manos. -la próxima vez, requerirá mas esfuerzo, así que intenta que no haya una próxima vez.
El problema se trago el esfuerzo con facilidad y se desvaneció, y clara decidió que era hora de encontrar otra puerta que la sacase de ahí, y le ayudase a recuperar fuerzas.
En vez de una puerta, se encontró un camino de tierra, que atravesaba un bosque. Corría aire fresco y clara se sintió tan bien que se olvido de sus problemas, que se desvanecieron con el verde de los arboles. Una musiquita alegre se escuchaba al final del camino, y un agradable olor a leña quemándose venia con la brisa. Camino hacia allí con paso rápido, y llego a una gran cabaña de piedra y madera que estaba junto a un arrollo en el que corrían palabras susurradas y cantos dulces a borbotones. De la chimenea salia un humo que iba cambiando de color al ritmo de un tambor que se oía dentro.
Clara también se dio prisa por entrar, y al hacerlo casi se da un golpe con su pasión, que bailaba riendo de un lado para otro, mientras su ilusión tocaba el tambor mirándola con los ojos brillantes, y todos sus deseos pintaban en las paredes con gran armonía Allí había muchas buenas vibraciones, y algunas no tan buenas que se habían colado con los nervios, que eran los relaciones publicas de aquella fiesta, sin embargo, todos le sonrieron al verla entrar, y le ofrecieron asiento.
-¡que pasada que estés con nosotros hoy!. -exclamo la pasión
-si, me siento tan viva al verte... -dijo la ilusión
Sus deseos la saludaban de lejos, tímidamente pero alegres. Clara se fijo en una silla al fondo, en la que había alguien sentado en las sombras casi totalmente, menos por un hilo de luz que se colaba de una claraboya hacia un libro abierto que sostenía en las manos el ocupante de aquella silla. Clara fue hacia allí con curiosidad, que acababa de entrar y la seguía de cerca.
-¿hola? -le dijo ella con sensación de misterio. -¿y tu quien eres?
El libro se cerro, y una mano iluminada le indico que se acercase mas. Cuando estuvo lo suficientemente cerca empezó a distinguir el rostro escondido.
-¿quieres saber quien soy? -dijo el chico mas guapo con la voz mas profunda y hermosa que clara había conocido. -soy... tu deseo oculto.
-ah... -dijo clara, entendiéndolo todo, y retrocediendo. -pues... cuando quieras aparecer, ando por aquí, ¿vale?
Se había puesto colorada y quiso volver a la fiesta, pero casi todo el mundo se había ido de repente, cuando llego su curiosidad, que merodeaba por la cabaña mirándolo y tocándolo todo. Así que clara salio, sin hacerle caso a la curiosidad, y empezó a sentir frío
Se dio cuenta de que los arboles se habían quedado sin hojas, y pequeños copos de nieve caían por todas partes. Clara volvió a meterse en la cabaña con ganas de llorar, y al entrar, la melancolía la abrazo con dulzura.
-mi niña, mi niña, llora... yo te daré calor.
Clara se refugio en sus brazos y lloro largo rato. Allí se estaba calentita y a gusto, tanto, que empezó a fijarse en una inquietud pequeñita, casi un cachorro, que jugaba alegremente junto a la chimenea. Dejo ir a la melancolía y acaricio su inquietud, que saltaba alegremente moviendo la cola. Entonces una voz detrás de ella dijo con convicción:
-si lo quieres llevate lo
Clara se dio la vuelta y encontró su motivación Estaba firme, seria, pero sonriente.
-lo que quiero es encontrar sentido a todo esto. -dijo ella contagiada de convicción, que por aquellos lugares era una enfermedad que duraba lo mismo que un catarro.
-pues despierta. -dijo simplemente la motivación -y encuentra el sentido, te esta esperando.
Así que clara despertó, y vio figuras borrosas a su alrededor.
-ya despierta. -dijo su madre. -niña, niña, responde por favor.
-a ah... -dijo clara.
-te has desmayado, peque. -dijo su hermano.
Clara se incorporo y se sintió mejor. Miro a su alrededor y vio la cara de preocupación de todo el mundo.
-tienes un problema enorme, clara. -susurro su madre casi en un suspiro.
A clara le entro la risa de repente.
-lo se.. -dijo riendo. -pero tengo la solución, lo he soñado ¿sabéis?
Todos se miraron extrañados sospechando que el desmayo le había afectado, y su hermano se atrevió a preguntar cual era la solución
-esfuerzo... -dijo clara metiendo la mano en el bolsillo, con motivación, y sacando el teléfono móvil para enfrentarse a su mayor problema.