El despistado

¡Qué momento!. Tenía una estaca en el cardio. En vano era tratar de quitármela. Era una de madera fina y fuerte (que no se astilla ni se pica fácilmente). Directo en el ventrículo siniestro; ahora lo sé por las clases de anatomía. Estaba entumecido, era notable. Mi rostro, qué doloroso era mi rostro. Pararé para que no empiezen con sus críticas sobre relatos exagerados. Solo digamos que... estaba hecho añicos. No gritaba, ni emitía ruidos. Comenzé a botar sangre por la boca. Tosí un par de veces para no ahogarme con mi propia sangre. Qué patético me percibía. No saber cómo demonios habría llegado allí; pero al mismo tiempo, estar muy seguro de cómo me iría. Qué joda. Como para llevarte a la desesperación infinita. Pero entonces... ¡qué carajo!. ¿Cómo es que puedo verme a mi mismo?. "Qué buena noticia, es todo esto una de esas perturbantes visiones" -pensé - (Tomarlo con gracia ahora ya se me ha hecho costumbre). - Oe - alguien me dijo - ¿estás escuchándome? -No, disculpa - le respondí.

Para aquellos qué han notado este mismo comportamiento repetitivamente, cada vez que sostienen una conversación conmigo; algunas veces sucede porque... me pasa esto. La mayoría de las veces, es porque me sumerjo demasiado en mis pensamientos y tiendo a no quedarme muy enganchado con lo que está sucediendo a mi alrededor. En otras palabras: me despisto.

¡Qué momento! ¡Qué post-momento! Mágico, trágico y... siniestro. -¡Cuidado webón! - alguien me dijo -¿Qué...? ¡Au! -me saqué la mierda -. Esta vez tropezé con una piedra (en realidad, un pedazo de vereda). Mi acompañante me ayudó a levantarme y una vez de pie me dijo -¡Qué despistado eres! -y yo le dije -yaya... no jodas -el continuó -si sigues así acabarás matándote -"¿qué buen amigo verdad?; no exageres -le dije en tono arrogante-.

Seguimos caminando. Hablabamos de variados temas, recuerdo. Ese día andaba en otro planeta. Comenzé a pensar en qué podría significar aquella repentina "visión". Me llenaba de ideas absurdas pero muy entretenidas y melodiosas. Quizá era todo un presentimiento. Trataba de hilarme lo suficientemente bien a la conversación para no parecer un masoquista. Entonces compañía susurró: "oe atento". Yo asenté, con la voz y la cabeza. Miré al frente; estaba el pavimento libre de autos y transeúntes. Miré el semáforo; estaba en rojo. Miré a los costados; estaba desierto. Quise cruzar rápido. Convencido totalmente de que nada podría pasarme seguramente. Entonces supongo que aceleré el paso y... "¡Guarda con... !". Es lo único que recuerdo, lo último que recuerdo haber escuchado ese día.

Ahora me encuentro en el hospital. Mi amigo está aquí conmigo viendo lo que escribo. Se esta riendo como comediante frustrado (más bien como... un pendejo jilipollas). Afortunadamente sólo tengo una pierna rota y un par de costillas fracturadas. Nada que la medicina contemporánea no pueda curar. Sin embargo; después de esta experiencia creo que tomaré más en cuenta lo que me advierta la gente (sobre todo si estoy en una zona de peligro, como la calle). Han venido a visitarme muchos amigos, no puedo quejarme. Sólo me gané un apodo de por vida: El despistado.

En cuánto a mi "visión", sólo me queda decir una cosa: felizmente no se hizo realidad (al menos no del todo). Y se sigue riendo éste...

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la verdad todos somos de alguna manera despistadfos, por ejemplo, quien no se a despistado del cunple de la espeso, quien despues de darle la chucheria que compraste en la esquina, re dice "asi me quieres" y tu no sabes que hacer o decir jaja

Saludos y gracias por la historia