El día de San Alberto

EL DÍA DE SAN ALBERTO


-Prólogo-


En Santiago se respiran
ambientes de San Alberto.
Ningún bar está desierto:
Los estudiantes conspiran.
En el Ribeiro se inspiran
toda suerte de indecencias.
Grandes juergas y estridencias
empiezan a tomar forma,
pues -como reza la Norma-
¡Es el Patrón de Las Ciencias!


El Tamboura se prepara
y hace pleno en la bodega,
que mucho vino trasiega
el que empezando no para.
-¡A mal tiempo buena cara!-
Piensa en alto la doncella,
que luce como una estrella
un escote de impresión,
con la pícara intención
de vender mucha botella.


El trajín de la cocina
anuncia ricos manjares:
Lentejas y calamares,
cocido, lacón, cecina...
Por el aire se adivina
que hay tortillas de patatas
de las que a diario no catas
por ser tortillas de fiesta:
De calidad manifiesta,
abundantes y baratas.


Con tantos preparativos
los "Feligreses" se ofrecen
a probar lo que apetecen
sus espíritus festivos.
Del salchichón son cautivos,
y del vino de Mencía
servido con alegría
son devotos servidores.
Pero, queridos señores,
demos paso a la Homilía.


-La Historia-


Llega al Tamboura Aramís
escorado de estribor
y su aliento es el olor
perfumado del anís.
-¿Pero en qué estado venís-?
Dice Porthos asombrado.
-¿No será que ha madrugado
el día de su Patrón,
y ya lleva un "colocón"
de los de mucho cuidado?-


El Cardenal desespera
ante el duro precedente
de tener un penitente
que no gusta del Ribera.
-Su Eminencia no se entera:
es la absenta superior
que sirven en el "Solpor"-
-¿El antro de tanta fama
que tiene mozas y cama
por si surge algo mejor?.


-"Athos dixit veritatis":
Allí fui con un amigo
y pongo a Dios por testigo
de que abundaban las "chatis".
-¿Seréis golfo, por Tutatis?
-Olvidemos el asunto...-
-¡La tortilla está en su punto!-
-¿Es la voz de la doncella?-
-¿Y quién va a ser si no es ella?-
-Si lo sé no lo pregunto-


-Un momento, caballeros,
la cuestión es importante...
¿Y si nos ponen delante
un problema con enteros?-
-Me gustaría entenderos-
-Mi pregunta es muy sencilla:
¿Hay cebolla en la tortilla?-
-¿Y qué importa? Si está buena...
¡Que venga la fuente llena!-
-¡Tu cerebro es pacotilla!-


-¡La cebolla es necesaria!-
-¡Para mí sin discusión!-
-¡Pero el sabor es dulzón!-
-¿Por qué llevas la contraria?-
-¡Tu razón es arbitraria!-
-¡No riñáis por las tortillas,
que os traigo dos maravillas!
-¿Las llevas tras el escote?-
-¿A que te rompo el cogote?-
-¡No te pongas tan quisquillas!


-¡Esto sí que es un detalle
de los que nunca se olvidan!
-¡No hace falta que lo pidan:
Se les oye hasta en la calle!
Esperemos que no falle:
Ambas hechas con cariño.
Ensalada con aliño,
doce huevos por tortilla
y que cese la rencilla,
que tienen alma de niño.-


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No puedo evitar reírme agusto, disfruto de la introducción con su escandalosa distracción amparada en el Ribeiro, pero la historia rebosade gracia y de buen humor que al final en carcajadas estallo hasta el reventón...:::banana:::
Excelentes espinela enmarcan tu buen poema...:::sorpresa1:::

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Jajaja... El eterno problema de la tortilla de patatas. Un abrazo, Maramín. Chu.

 

Gracias, amigo Epimeteo... Pero, créeme, no es difícil. Basta con dejar que vuele la imaginación. Un abrazo. Chu.

 

¡Pero qué cosas decís!
Soy esclavo del tintorro,
y el que vino bien "pedorro"
fue el mosquetero Aramís.

Abrazos. Chu.

 

Un descuidillo lo tiene cualquiera, Juan. Un abrazo. Chu.