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El día del castigo.

Tema en 'Prosa: Melancólicos' comenzado por Claridad, 23 de Mayo de 2014. Respuestas: 2 | Visitas: 370

  1. Claridad

    Claridad Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Esta mañana esperaba el castigo que me habían prometido, y, habiéndome resignado a esperar con tanta paciencia la llegada de mis verdugos, decidí recostar mi cabeza en las rodillas. Tengo miedo de lo que me harán estas personas.

    Cuando llegaron, uno de ellos notó que ya casi no podía ni ponerme en pie; y después de largos ochenta días, me quitó las cadenas y los candados que estaban en mis muñecas y tobillos. Me cargó y me sacó fuera del recinto oscuro. Sorprendida quedé cuando me alzó como una pluma, aunque yo misma me sentía como de plomo. Ni los brazos me respondían acertadamente, pues estaba exhausta y debilitada en gran manera. Al sacarme de allí, la pequeña puerta del lugar quedó abierta y un mal olor empezó a goberna el sitio. Es irónico como en cuatro meses de encierro, al salir al exterior sintiera lo asquerosa que estaba.

    Al bajarme al suelo, el hombre miró sus brazos y se dio cuenta que estaba manchado de sangre. Estaba herida y sucia, mi periodo había llegado y pasé sangrando toda la noche. De inmediato, empezó a desnudarme. Pensé que me iban a violar otra vez, y como pude, manoteé para que no me tocara, pero era como golpear al aire. Me tomó de las muñecas con una sola mano y con la otra, me hizo señas para supiera que no me haría daño y por eso, puedo decir que, en medio de esto que estoy pasando, vi un pequeño gesto de humanidad en alguien hecho de hierro. Luego, no supe más de mí.

    Sentí que me levantaron otra vez y me colocaron en un chinchorro, mientras, puede ver entre mareada cómo se llevaban el portátil y las hojas donde había escrito las ultimas y simples poesías. Ya en otra ocasión lo habían hecho y siempre me devolvían limpio el pc; no había ningún archivo guardado, así que estaba claro que no era posible ocultarles nada. No se puede admitir nada. No se puede sugerir nada. Me dejan sin mis poemas. Sin mi vida.
    De un momento a otro vi a mi mamita y me vi en casa. Todo era perfecto y sincero. Más, por cosas que no lograba asimilar, yo sabía que mi mamá estaba muerta, pero ella me abrazaba y me acariciaba el rostro, y a mí no me importó ni siquiera se me ocurrió decirle que sabía que ella no estaba viva. No deseaba soltarla nunca. Hasta pensé que ya no estaba soñando sino que ya estaba muerta. Supongo que sonreí, ya que la idea de morir da mucha paz y yo lo deseo.

    Unas horas después, recordé en el mismo chinchorro, pero estaba a mi lado una señora. Ella me miraba y me llamaba. No sabía mi nombre y tampoco que era sordomuda. Me estaba limpiando con una toalla húmeda y cuando vio que volví en mí, me sentó. Sé que decía cosas, y yo no le podía escuchar ni hablar. Así que empecé a hacer lo que más y mejor sé hacer: llorar. En mi mente sentí un odio de mí misma por haber nacido sorda. La señora se dio cuenta y como pudo comprendió que era ciega de oídos y labios, entonces me abrazó y no le importó ensuciarse de mí. Ella me fortaleció en ese instante y lloró a mi lado.

    Los hombres trajeron unas botellas plásticas, era suero oral, una gaza grande, alcohol, isodine, jabón de olor y toallas sanitarias en cantidad. La señora según le entendí, se llama... No, mejor no les diré para no comprometerla, pues aun no sé si esto lo puedan leer cuando se lleven el pc otra vez mañana.

    Esta señora me levantó y me llevó tomada de la cintura a alguna distancia donde se encontraba una pequeña alberca llena de agua limpia y quitándome los harapos, empezó a bañarme. El agua estaba helada y sentía mucho frio. Luego, con el jabón barato (que para mí olía de lo más de rico) y un estropajo, restregó mi piel llena de sangre coagulada hasta quitarla. Me enjuagó y me secó con una toalla roja grande y me llevó de vuelta. Al llegar encontré ropa limpia e interiores nuevos. No eran de mi talla, pero eran nuevos y con una paciencia muy grande la señora me vistió y me peinó todo el cabello. Usó aceite para suavizarlo y cuando ya estaba más serena, trajo los remedios. Empezó con el suero oral, y posteriormente me curó las muñecas y los tobillos para evitar la infección.

    Estaba más tranquila pero aun sentía pavor, pues no estaba segura si me estaban preparando para algo que lamentaría después, al fin y al cabo, ya la desgracia me había besado tantas veces que me era imposible no sentir angustia. Sin embargo, cuando regresó la señora, regreso con un plato de comida. Olía bien, pero estaba en una encrucijada, comer y no saber de mí o no comer y morir de hambre otro día más. Es inexplicable como con hambre se puede perder toda perspectiva. No debía comer.

    La señora me hizo señas para que comiera, yo decía le decía que no con la cabeza y miraba la comida y ella. Creo que entendió el porqué de mi miedo cuando por un instante, miré a mi verdugo. También le miro, me llamó con la cabeza y tomó un bocado de arroz blanco con los dedos y lo comió. No le pasó nada. Eso me llenó de seguridad, entonces como una salvaje me comí todo con unas ansias. No lo podía creer, sentir los sabores de la comida fue una toda experiencia, y lloraba y sonreía a la vez después de tanto tiempo alimentándome solo de agua de pozo o agua lluvia. Les juro que estaba todo delicioso. Pero, empecé a vomitar todo, todo lo expulsé, no podía detenerme
    ¿Qué me estaba pasando?

    postdata...imaginación?
     
    #1
  2. Edfell Pilatos

    Edfell Pilatos Poeta asiduo al portal

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    Está muy fuerte todo, recordé a algo que leí en cierta
    ocasión, pero bueno, la realidad es más dura de lo
    que muchos creemos :(
     
    #2
  3. Claridad

    Claridad Poeta que considera el portal su segunda casa

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    gracias don edfell por venir hasta aquí.....esta es una secuencia de cosas que tiene que ver.....con el alma, la mía.....un beso muy grande.....viene del relato "Trespoemas. Estoy aqui, aquí". debo terminar esta continuación......un beso grande....la ficción es muy noble......Clari
     
    #3

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