El día que desperté

Un viernes como otro cualquiera, y siguiendo las recomendaciones de un amigo, fui de visita a un lugar muy especial, fui de visita al cementerio. Pero ésta no era una visita a ningún familiar, sino más bien una visita para la reflexión.
Siguiendo las indicaciones del amigo, yo sólo debía observar los nichos, leer las fechas de nacimientos y muertes y permanecer en silencio.
En un principio me pareció una idea absurda y hasta despreciable. ¿Qué podría haber de positivo en un lugar como ese? ¿Acaso la muerte podría ser divertida? Pero de todos modos allí fui. -Sólo detente, observa y reflexiona -esas fueron sus palabras. Y eso hice.
Escogí una callejuela al azar, y empecé a observar...
"Jose Luís...falleció a los 53 años de edad...Marta...a los 35, Manuel...a los 67,Pedro...a los 83,Miguel...a los 22,Elisa...a los 77, Sebastián...a los 44..."

Salí del cementerio aturdido y con sentimientos contradictorios. Nunca me había sentido tan vulnerable. Por supuesto que yo era conocedor de que un día nacemos y otro morimos, pero jamás había reflexionado sobre ello, y jamás lo había sentido de ese modo. "Esta vida es finita, y puede terminar en cualquier momento".
Seguía conduciendo mi auto en dirección a casa, pensando si aquella visita podía haber tenido algo de positivo, cuando de pronto me vi girando el volante y cambiando el sentido de la marcha, dirigiendome al lugar de trabajo de mi mujer, a su peluquería. Esperé a que terminase de hacerle el peinado a una señora, y entonces entré. Ella se sorprendió al verme -necesitaba decirte lo mucho que te quiero, -y le di un beso.
Salí de la peluquería contento por poder tener a una persona a mi lado a quien amar, y por haber tenido otra oportunidad para poderle decir cuánto la quería, y por supuesto que cuando llegara a casa lo volvería a hacer.
Ya no había tiempo que perder, pues esta vida podía, y puede,terminar en cualquier momento.


Ahora quiero querer, quiero sentir, quiero ser útil...quiero vivir. Quiero que éste mi paso por esta vida merezca la pena de verdad. Ahora soy consciente de que aunque a veces me despiste y pueda pensar que aún me queda mucho tiempo...no hay un sólo momento que yo deba desaprovechar.

Ahora todo cobra sentido para mí: estar con los amigos, hablar con un desconocido, acariciar a mi gato, escuchar y disfrutar de una canción, amar a mi mujer...todo es importante y todo tiene su valor, porque ahora sé que no estaré aquí para siempre, ni tú tampoco.

Me siento vivo de verdad, y ahora estoy listo para marchar cuando sea la hora.