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El diario de Claudia.

Tema en 'Prosa: Filosóficos, existencialistas y/o vitales' comenzado por Lirae, 27 de Septiembre de 2022. Respuestas: 0 | Visitas: 315

  1. Lirae

    Lirae Poeta que considera el portal su segunda casa

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    DEL DIARIO DE CLAUDIA.

    -Mirando al cielo casi cuando se apaga, me pregunto si cuando muera me llevaré alguno de sus sonidos. Si, no es broma, escucha al cielo cuando se apaga, tiene una voz distinta.
    Como el día que sin darme cuenta cambie de zapatos, de los que cómodamente usaba siempre, con las suelas a veces gastadas a unos de tacón fino rojos, que podían envidiar las artistas de la alfombra del mismo color.
    Más con ellos no podía correr, no podía andar por mis antiguos senderos donde me inspiraba a la poesía, donde tenia encuentros furtivos con amores de castillos antiguos, llenos de espadas y sombras de hidalgos.
    También cambie mi forma de vestir, me sentaba bien las marcas al alma, los colores de moda, los que hacían bien a mis formas, y a mis curvas mimaban. Pero no podía sentarme donde quería, no se fuera a estropear. No podía llegar a todos los “escaparates de seres humanos”.
    Mi peinado se hizo más correcto, las formas del pelo, eran parecidas a las hondas de la vida supuestamente nueva, presencia exquisita, buenos modales, amores celestiales.
    Mi pelo fue cubierto, como si de oro se tratara, mi cabeza tenia precio, mas los pensamientos se me aletargaron, deje de erguirme con fuerza, como león al que le cortan la melena.
    Cuando desperté de esta vigilia, abrí las ventanas y vi que los días seguían siendo los mismos, a veces con un sol radiante, otras tan grises como nubes de otoño. Y me pregunte quien era yo.
    ¿Sentí haber dejado mis zapatos rojos, mis ropas hermosas mis peinados ordenados y mis cubiertas de oro? No, no lo sentí, no lo siento. Esas cosas y las compañías que compartían mis gustos no me eran afines. Me di cuenta que no me gustan los cinturones apretados, que me gusta reír a carcajadas y llorar con llanto si es necesario.
    Me gusta correr descalza, y mancharme las ropas de barro. Me gusta despeinarme y ser libre del peine.
    Quizá me gusta ser yo.
    Al fin cuando lleguen mis últimos días, cómo podría escribir algo de mi, si no soy yo quien lo firma.
    No quiero que la muerte me libere, quiero ir libre hacia ella.
    Por tanto, eché de mi las normas impuestas, esas de obligado cumplimiento que a veces te impulsan a cambiar por fuera, cuando por dentro, estas seguro de que ya has sido adornado de lo necesario para quedar bien allí donde se te ha colocado.

    SHA

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    #1

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