El diluvio sin pasajera

El diluvio comenzó al amanecer y al despuntar alguna que otra claridad, los grises brillaron las, todavía, ausencias callejeras. Los mismos grises que alguna vez enmudecieron en mis pinturas de tanto sauce llorón, los mismos que hicieron sangrar los duraznos en verano. pero bueno, así cambian las cosas en esta ciudad, no hay sauces ni duraznos que me puedan acompañar. El calor de los subtes y su oscuridad contrastan aun más al dejarlos ahí abajo y asomarse a la tempestad. En este transitar no creas que pasaste como si nada, bien que te vi, hermosa y arreglada. y si fué un instante tanto mejor, no hubieron glúcidos ni lípidos, ni el mismo Leopold Bloom imaginaba tan bella mañana. Lo cierto que comparar Dublin con Buenos Aires suena un tanto provocativo, pero hoy y cumpliendo con mi habitual rutina, tu paraguas, tus botas y abrigo de lluvia, han podido transportarme a cualquier bruma citadina que hizo mas leve este duro transitar. No está todo perdido, en algún momento del día tengo que regresar.

 

Parece que a ese gris lluvioso le resplandece un fugaz verano en los ojos cada que la mira, me ha gustado como pintaste el instante, un abrazo hasta tu orilla