El duelista

Se acerca el silencio, esta noche quiero escapar de aquí.

Tal vez todo tenga una explicación.

Miro en que lugar del mundo estaré cuando todo sea nada.

Sus vidas sienten un extraño extravío de solo unos minutos.

Es probable que se propague el pánico y la incertidumbre del querer saber que está pasando.

Esa simple sensación de que todo se acaba en cuestión de unos segundos.

Estas locuelas visiones en un punto todos las vemos y sentimos.

Cada centímetro en el espacio gira en torno a mí.

Intento esconderme de su alquimia, detrás de la niebla expandida en las calles.

Como un duelista esterilizando las calles. Aquel extraño llega para impartir dolor.

Menguo la respiración tras ver su cara de frente en la noche.

Se avecina una cita siniestra con la oscura mente de cientos de suicidas, que se arrojarán al vacío.

Pero solo atino a saber si estoy preparado, como siempre creí estarlo.

Pienso que diría, o que pensaría, antes de interpretar el frío de su guadaña con mi sangre y entonces me dejo llevar por lo aleatorio.

Un párrafo, una línea, una estrofa, una charla, una escucha, una mirada, una decisión, una lagrima, una duda, una última mentira.

Tan solo una oportunidad para cesar y poseer una entusiasta uniformidad de angélica pulcritud.

Utópico suero de la emoción.

Excomunión que tiraniza la excentricidad de este ideario muerto que habita en nuestros corazones posesivos, y ayuna en nuestra distopía.