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El Duelo que no Termina

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por Luis Fernando Tejada, 18 de Octubre de 2011. Respuestas: 0 | Visitas: 961

  1. Luis Fernando Tejada

    Luis Fernando Tejada Poeta reconocido

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    EL DUELO QUE NO TERMINA

    Elaboré en mi mente las líneas de su rostro, su voz que no puedo olvidar, recordé los rasgos , radiqué en mi mente la carne y el espíritu. Con sigilo entro y miro la cara de mi tormento. Viene a mí de manera limpia el como cruzábamos juntos el camino hacia el duelo, el duelo que no termina. Su cuerpo aún intacto. ¡Ay, su sonrisa reservada! ¡Su carita alegre! Solamente sé que para no morir necesito verlo, verlo de nuevo. Bajo la sombra de las estrellas rostros hostiles de formas grotescas, bocas terribles de dientes filudos me devoran, animal transfundido en una agonía fluyente. No más tormentos , que alguien me explique quienes son esos demonios que me rodean y esos pavores significando mis perturbaciones, recogeré las cenizas con una pasión de centinela y sé que de nuevo tomarán su forma.

    -¡Despierta, querida, ¡Despierta! , tienes una pesadilla!-


    Virginia, al momento de despabilarse, recuerda sus penas y comienza a sollozar.


    -¡Ayer enterramos el niño pero en el sueño oí su voz, me decía que fuera a desenterrarlo, que estaba vivo. Fue una pesadilla muy real. Creo que deberíamos ir al cementerio de manera inmediata, antes de que sea tarde! -
    Le grita con angustia la madre al preocupado marido.

    - !Está enloqueciendo! -
    Piensa para sus adentros. !Querida, yo también quisiera tenerlo nuevamente a mi lado pero es una locura lo que propones!-Le dice con angustia en la voz.

    -¡No!, ¡No! ¡ Está vivo! ¡Se mueve en su tumba me dijo e el sueño!: ¡Mamá ven por mí! ¿! Donde estoy!? ¡Todo está muy oscuro, no puedo respirar! ¡Inclusive se ha volteado de lado! ¡Está con las dos manitas en la carita, como le gustaba dormir! ¡Si no quieres ir yo lo haré, voy a ir al cementerio! -grita la mujer histérica.


    Carlos la mira con preocupación. Sabe que es capaz de hacer lo que dice y seguramente se dejará llevar por esa terrible obsesión.


    -¡Tómate un tranquilizante, te hará bien!. ¡Yo tampoco puedo más con el dolor y tú con esas cosas me lo aumentas! ¡Imagínate el escándalo! ¡Desenterrando el niño por una pesadilla!-le dice Carlos esperanzado en que le haga caso y se duerma.


    -¡ Pero es que era tan real el sueño. Está vivo, lo siento en el corazón de madre! ¡Recuerda que el estaba totalmente aliviado y comenzó a perder el conocimiento! ¡Inclusive el médico dijo que le parecía muy raro que un niño tan sano muriera así, de repente!


    -¡No! ¡No voy a tomar más pastillas! ¡Cuando despierte será demasiado tarde para salvarlo! ¡Se le acabará el poco oxigeno que tiene todavía!, !lo siento ahogarse Carlos! -Dice con decisión la mujer.


    -Tienes que ser racional. Para esas cosas se necesitan permisos de las autoridades. No se puede llegar a un cementerio y desenterrar a los muertos. Seguramente el sepulturero no lo va a permitir -le contesta el hombre a sabiendas de que no la convencerá.


    - ¡Es un caso de vida o muerte! ¡Tienes que dejarme rescatar a mi hijo! ¡No podría vivir con esta duda! ¡ Menos ahora que lo siento vivo! ¡Sin él la vida no merece vivirse! -le reza la mujer de rodillas.


    - Estamos muy afectados por el dolor. Solo ha pasado un día desde el funeral y se nos hace toda una eternidad. Tanto que ya quieres volver por él! ¡Por favor no digas nada más y sigamos con nuestras vidas! ¡Tenemos que reconstruirlas, crear nuevas ilusiones y esperanzas! ¡Lo siento tanto querida! -responde Carlos al llamado angustioso de la mujer.


    - ¡Carlos voy a vestirme! ¡Después iré al cementerio a desenterrar a mi hijo! ¡El que trate de impedírmelo se la tendrá que ver con una madre desesperada capaz de llegar hasta lo último, así tenga que matar o morirme! ¡Él me llamó, yo lo oí y lo vi nítido, no era una pesadilla! ¡Tosió un poco y se volteó, puso su mejilla izquierda sobre las dos manitas juntas! ¡Está aterrado por que no comprende lo que le está pasando! ¡Está muy oscuro!-le grita la mujer encaminándose hacia el vestidor.


    Sin mediar más palabras la enloquecida madre comenzó a vestirse rápidamente. Carlos sabía que era poco lo que podía hacer para disuadirla. Tal vez era mejor que ella comprobara la realidad. Sabía que el dolor de una madre por la muerte de un hijo no tiene comparación con otra pena.


    - No se si podré resistir este dolor tan grande al verte así, destruida, pero te acompañaré. Se que no me lo perdonarías jamás si impido que vayas. Debemos llevar una barra para tumbar los ladrillos. Llevaré dinero a ver si necesitamos sobornar al vigilante. Este es un pueblo pequeño y él nos conoce, seguramente no habrá mucho problema. Creo que comprenderá tu dolor-.


    -¡Gracias querido! ¡Sabía que no me fallarías! ¡Siento que esta vivo, lo sé, el instinto de madre me lo dice! ¡Apurémonos antes de que sea tarde!-


    Enseguida estuvieron camino al cementerio. Por la calle que conduce al camposanto muy pocas personas repararon en la angustiada pareja.

    Afortunadamente el niño no había sido enterrado en la tierra sino en las tumbas de galería. Bastaba darle un golpe a los ladrillos que cerraban el nicho y podrían jalar el cajón.


    Una puerta de hierro semiderruida era el último obstáculo para ingresar al lugar. Afortunadamente no tenía ninguna seguridad por lo que rápidamente estuvieron frente a la tumba del amado hijo. El cemento que pegaba los ladrillos ya había comenzado a fraguar, pero no importaba, porque con un buen golpe de la barra de hierro se desmoronaría.


    El celador no se veía por ningún lado, seguramente estaría durmiendo a pesar de que su trabajo era nocturno. Seguro pensaría que a nadie se le ocurriría venir a desenterrar a los que él llamaba sus amigos.


    -¡Carlos golpea duro, por favor! -Le ordena la mujer con gran ansiedad ante la boveda.


    Con un fuerte golpe los ladrillos comenzaron a caer. Pronto quedó al descubierto la punta del cajón. El padre nervioso lo tomó y lo haló enérgicamente. Estaba empotrado en la segunda fila de abajo hacia arriba. Haciendo un esfuerzo lo depositó delicadamente en el suelo, pero no se atrevió a levantar la tapa. Sabía que volver a ver a su hijo reviviría el dolor del día anterior.


    Virginia se abalanzó y con la misma barra forzó los tornillos con que habían apuntalado la tapa.


    El niño se hallaba en la posición en que lo había soñado.



    FIN
     
    #1
    Última modificación: 6 de Febrero de 2014

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