el encuentro

El encuentro


aveces, cuando estoy a solas, me gusta recordar aquel primer encuentro, que me marcarÍa para siempre...

Era una tarde soleada de primavera, al abrir la ventana de la habitación, se inundó de luz y color, ayudada por aquel pequeño artilugio de cristal, colgado estratégicamente del techo, al que llaman, atrapaluces. La brisa acarició suavemente todo mi rostro y se entremezclaron los aromas, que se colaron revoltosamente, invadiendo cada rincón de aquél pequeño habitáculo.
El perfume de los jazmines florecidos, el olor del café recien hecho y su olor varonil, me embriagaron de tal manera, que quedé absorta durante un buen rato; sólo cuando sentÍ su presencia, junto a mi, volvÍ a la realidad.
Cogí el libro que tenÍa a medio leer y me dirigí a aquel sofá, tapizado con pequeñas y delicadas florecillas silvestres, que tanto me gustaba. Me puse cómoda e intenté, inútilmente, concentrarme en la lectura.
El se acercó y se sentó a mi lado, sin decir nada. Sentí como me observaba, con esos pequeÑos y pícaros ojos que siempre le han caracterizado.
No hacian falta las palabras, nuestras miradas se cruzaban una y otra vez, y nuestros labios esbozaban, de vez en cuando, una leve sonrisa, dando fe a nuestra indiscutible complicidad. Estábamos a punto de desatar esa pasión que sentÍamos uno por el otro.
Dejé caer suavemente el libro sobre mi falda, el se apresuró a apartarlo, como queriendo eliminar cualquier obstáculo que se interpusiera entre los dos; se acercó tanto a mí, que pude sentir los latidos de su corazón.
En ese mismo instante sentí “un no se que” que me hizo casi enloquecer. Me contuve, no se por cuanto tiempo, un instante creo, que para mí fue eterno.
Sus labios rozaron los míos, fue cuando estalló el desenfreno, ya no pudimos parar.
Aquel sentir de sus cálidos labios y sus tiernos abrazos, desencadenaron en mi, muchas emociones contenidas, que hicieron que nos entregásemos el uno al otro con ardiente pasión.
Nos despojamos de la ropa, el de la mÍa y yo de la de él...el mundo dejó de existir a nuestro alrededor...derramó en mÍ todo su néctar y alcanzamos, asi, el éxtasis.
Desde ese momento, cada día, revivo ese maravilloso encuentro y espero ansiosa su próxima llegada.

 

Me gusto tu escrito
bienvenida.

 

Gracias sheyla,un cordial saludo desde Gran Canaria