El Escritor del Texto Perfecto.

Homero derramó la última gota de sangre aún estando vivo y con ella acabó su más grande escrito; Tiempo atrás Homero tenía la manía de escribir, realizaba cuentos, historias, reflexiones, canciones, pensamientos, relatos y toda clase de textos de distintos géneros, inimaginables para la mente humana en poesía o prosa pues para él eso era poca cosa, algunos de sus textos tan profundos como el mar, unos incluso eran más grandes que varias obras maestras, otros de sus textos contenían una filosofía sin igual que apenas Sócrates, Platón y Aristóteles hubieran podido entender, pero para Homero le daba igual siendo como fueran sus textos iban a dar un obscuro y alejado cajón, donde se perdían en los abismos eternos desperdiciados como la peor basura. Homero tenía un gran defecto, él era tan celoso y vanidoso al escribir, solo le bastaba encontrar un defecto estúpido o insignificante para que aborreciera su escrito, nunca nada le gustaba y en lugar de disfrutar el momento escribiendo se convertía en su martirio, golpeaba su cabeza en el escritorio, gritando y gimiendo hasta que aquellas hojas llenas de maravillas terminaban en el cajón.

El día que murió su querida esposa Mireya, Homero renuncio a la sociedad y se encerró en su estudió. Él comenzó a escribir historias de terror tan terribles que si sus hojas leyeran lo que traen impregnadas saldrían huyendo, al poco tiempo los cajones y el closet terminaron llenos de sus temibles y fracasados relatos de miedo, papel tras papel, libro tras libro, colección tras colección y pronto no solo su closet se encontró lleno sino también todos los rincones su casa.

Un día compró un libro de oscuros conjuros para basarse en ellos y escribir un negro relato, mientras lo estaba leyendo encontró un hechizo que lo dejó pasmado e inmediatamente sin ver más lo decidió llevar a cabo, el titulo de aquel encanto decía: El hechizo para escribir el texto perfecto, por fin consiguió todos los ingredientes pero algo lo aterró necesitaba dos sacrificios y uno tenía que ser el escritor del texto perfecto, después de dar vueltas y vueltas en su cabeza se dispuso a realizar tal sacrificio, aquel escritor narcisista pensó que su vida ya no valía nada pero después de realizar el conjuro por lo menos su nombre haría historia como el mejor escritor nunca antes habido, pero él no era capaz de matar a nadie, así que como sacrificio además de él eligió hacerlo con un perro mas pulgoso y viejo que encontró vagando por la calle.

Preparó todo y quemó todos sus textos anteriores pues ya no los necesitaría después de escribir el texto perfecto. Hizo una mezcla extraña y por fin cortó el cuello del perro y con el mismo cuchillo tajó las venas de sus muñecas, empezó a sentir el fuerte ardor que causaban sus cortadas, pero no perdió tiempo y en las hojas de un libro en blanco con su sangre comenzó a llenarlas de letras sin sentido, mientras recitaba lo que decía el hechizo; él estaba tan emocionado y ansioso que lo iba haciendo conforme lo leía.

Homero se dio cuenta que ya estaba muerto y vio a su cuerpo tirado, se acercó a las hojas para ver tal maravilla de escrito, el mismo Prometeo se hubiera vuelto a condenar otra vez a su castigo por escribir tan bello texto, pensó Homero, las letras desordenadas empezaron acomodarse y se quedó frió al leer lo que decían las hojas: Guau guau guau grrrrr aaauuuuu grrrr, deprisa dio vueltas a las hojas y todas decían cosas similares ¡¿Qué, este es mi texto perfecto?!, volteó la mirada desesperadamente y vio al demonio que hizo posible el hechizo, era como una cabra mezclado con un humano con enormes cuernos y ojos perdidos y moribundos, Homero le preguntó que había pasado, aquel ángel caído le dijo con voz grave: yo soy el diablo de los desesperados y atrapo a mis victimas siendo muy visible su porvenir, dale vuelta a la pagina y lee el final del hechizo, el tomó el libro y leyó lo siguiente: Nota, el primero que se sacrifica es el escritor y el segundo sacrificio es su tinta, con esto claro puede realizar el hechizo. No tiene sentido esté hechizo ¿Qué idiota se sacrificaría para ser la tinta del escritor? dijo Homero, el diablo soltó una siniestra risa y con su cruel voz le respondió lo mismo digo yo.

 

"¿Qué idiota se sacrificaría para ser la tinta del escritor?"

No sé si para ser tinta, pero para ser musa/o,
te sorprendería la cantidad de cosas estúpidas o dañinas,
que muchos llegan a hacer.


Un relato interesante... Aunque el verdadero Homero, jamás escribió nada sin sentido.

Saludos